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Papilomavirus, ¿preparando la próxima pandemia?

Fuentes: Rebelión

El Doctor Harald zur Hausen, reciente Premio Nóbel de Medicina por su descubrimiento de que el cáncer de cuello de útero está producido por un virus, afirma que «habría que vacunar al 100% de la población (incluidos los varones) contra el papilomavirus» (El País, 26/10/2008). El Premio Nóbel hace, en la entrevista, afirmaciones tan peregrinas […]

El Doctor Harald zur Hausen, reciente Premio Nóbel de Medicina por su descubrimiento de que el cáncer de cuello de útero está producido por un virus, afirma que «habría que vacunar al 100% de la población (incluidos los varones) contra el papilomavirus» (El País, 26/10/2008). El Premio Nóbel hace, en la entrevista, afirmaciones tan peregrinas como que está convencido de que los virus pasan de los mamíferos al hombre por comer carne cruda o poco hecha, o que el 21% del los cánceres son de origen infeccioso. Si cada una de estas afirmaciones puede parecer muy cuestionable, el conjunto de ellas hace sospechar sobre los motivos reales de la concesión del Nóbel.

Veamos algunos datos: En España, la mortalidad por cáncer de cuello de útero es de menos de dos mujeres por cada cien mil. El cáncer de cuello de útero está asociado a la falta de higiene y a la pobreza. El país que muestra la mayor incidencia es Haití, el más pobre del mundo, con unas cifras que llegan al 3%, por causa de la «falta de higiene y la promiscuidad», pero sobre todo por la pobreza.

La necesidad de la campaña de vacunación masiva que las autoridades sanitarias están promocionando no se sostiene, simplemente, atendiendo a las cifras de la incidencia de dicho cáncer, pero mucho menos si nos atenemos a sus verdaderas causas. ¿Cuál puede ser, pues, el motivo de semejante desatino? Algo que, posiblemente, «sorprenderá» a los lectores: La avidez de dinero de los laboratorios farmacéuticos que comercializan la carísima vacuna GARDASIL, cuya supuesta eficacia (y lo que es peor, sus posibles efectos) no se podrán comprobar hasta pasados 20 ó 30 años. Los laboratorios Merck emprendieron, el pasado año, una campaña de presión a los políticos de Estados Unidos para que su vacuna se aplicase con carácter obligatorio. En el estado de Texas lo consiguieron e, incluso, Merck hizo una campaña para que las escuelas no admitieran a las niñas de 11 y 12 años que no hubiesen sido vacunadas. Finalmente, su campaña se suspendió por las protestas por su alto costo y por la reacción de las fuerzas conservadoras con el argumento de que la campaña favorecía el sexo prematrimonial. A pesar de la suspensión de la campaña, los beneficios económicos de la vacuna han sido enormes. Ahora, lo intentan en España.

Pero, ¿cuál es la verdadera relación de los virus con el cáncer? ¿Son causa o son efecto? Hace tiempo que se ha comprobado en algunos tumores que emiten partículas retrovirales.

La causa de este hecho es muy clara. En el genoma humano y en los de todos los seres vivos hay una cantidad variable, pero muy abundante (cerca del 10% en el humano) de «virus endógenos» (virus insertados en los genomas que se expresan como parte constituyente de ellos). Entre sus funciones, además de «codificar» innumerables proteínas fundamentales para el funcionamiento celular (del organismo), están las que participan en el desarrollo embrionario (y los tumores son una proliferación celular embrionaria desencadenada en un momento inadecuado por alguna agresión ambiental), es decir, la inserción de secuencias víricas en los genomas han producido cambios fundamentales para la evolución de la vida. El más llamativo ha sido el efecto del retrovirus conocido como HERV-W, las secuencias que codifican las proteínas de su cápsida, integradas en los genomas, las sincitinas, son las responsables de la formación de la placenta, y además, es el responsable de la inmunosupresión materna durante el embarazo, proceso fundamental para que los anticuerpos maternos no ataquen a los antígenos del embrión procedentes del padre. Los virus, especialmente los retrovirus endógenos pueden reconstruir su cápsida y hacerse infectivos como respuesta a algún tipo de agresión ambiental. Este fenómeno comprobado desvela el origen del SIDA. La fabricación, en los años cincuenta en un laboratorio del Congo, de una vacuna activa contra la polio utilizando como sustrato riñones de chimpancé y macao, con sus retrovirus endógenos de la inmunosupresión y la vacunación masiva de cientos de miles de niños en los países limítrofes está en el origen de los virus «híbridos» que han producido esta pandemia. El Doctor Koprowsky, responsable de este desastre, no podía saber, en aquellos tiempos, de la existencia de virus endógenos. Pero ahora sí se sabe. La reserva propia de los «derechos comerciales» hace difícil conocer cómo de ha elaborado esa supuesta vacuna, pero cabe temerse lo peor. En Estados Unidos, VAERS Database HPV4, el registro público sobre los efectos adversos de las vacunas (cuyos fundamentos necesitan una revisión) ha denunciado 4541 efectos secundarios de Gardasil, entre ellos 11 muertes y 82 reacciones con peligro para la vida.

La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria ha denunciado esta campaña de vacunación masiva por la escasa incidencia del cáncer de cuello de útero en España, por el desconocimiento real de la eficacia de esta vacuna y de su seguridad y por su excesivo precio, habiendo otras prioridades. Pero el carácter de virus endógeno del papilomavirus añade un nuevo y terrible factor de riesgo a estas críticas. Sin embargo, se están produciendo las vacunaciones siguiendo unas recomendaciones apremiantes que, amablemente, suministran los laboratorios Merck a los profesionales de la salud ya que los padres, presionados por las terribles predicciones de estas «informaciones», se apresuran a administrarla a sus hijas.

La publicación con grandes titulares de la entrevista al Doctor Harald zur Hausen es, sin duda, el mejor apoyo a la siniestra campaña publicitaria de Merck. La opinión de un Premio Nóbel de Medicina será definitiva para la población que tenga dudas sobre la necesidad de esta posible bomba de relojería. Desde luego, el Doctor Harald zur Hausen no parece estar muy al día en los conocimientos científicos, pero lo que sí parece tener muy claro son los beneficios económicos que puede generar.