La librería Sin Tarima, en Lavapiés, acogió la presentación el pasado 24 de octubre del último ensayo de José Manuel Martín Medem, cuyo título completo es: Cincuenta años contra RTVE. Del desastre del bipartidismo al decretazo del gobierno de coalición. Pedro López López, de El Otro País, que edita conjuntamente el libro con El Boletín, se encargó de presentar el acto, al que acudieron una treintena de personas, hasta completar el aforo de la sala en el sótano del local.

Entre el público, muchos compañeros y militantes de la defensa del derecho a la información. En este último libro, quien fuera director de Mundo Obrero entre 2020 y 2022, vuelve a testimoniar la integridad intelectual de un periodista que no entiende el compromiso sin la autonomía de pensamiento.
Martín Medem, que trabajó veinte años en Radio Nacional de España y una década en TVE, ha sido miembro dos veces del Consejo de Administración de RTVE: entre 1994 y 1996, por Izquierda Unida; y desde 2021 por Unidas Podemos hasta octubre de 2024, cuando el “decretazo” del Gobierno de coalición cesó a un Consejo de Administración de RTVE al que todavía le faltaban 3 años de mandato. La razón: que, por primera vez, la Moncloa había perdido el control del Consejo de RTVE. El Gobierno de coalición, con la aquiescencia de Sumar y el silencio de Podemos, ha vaciado de competencias al Consejo de RTVE y ha concentrado todo el poder en el presidente, José Pablo López Sánchez, quien fue destituido por el Consejo como Director de Contenidos por haber conspirado contra la presidenta Elena Sánchez, quien cometió el “pecado” de no plegarse a las directrices de Moncloa y empeñarse en mantener un criterio independiente y defender la producción propia, frente a las presiones del gobierno para aprobar el contrato blindado por 28 millones de euros de David Broncano.
“UNA TVE CONCERTADA”
Jorge Manera, trabajador de RTVE y miembro del comité de empresa por CGT, describió la situación de falta absoluta de control sobre las decisiones del presidente de RTVE, que concentra el poder para decidir compras de programas por valor de más de 400 millones de euros. Al haber convertido a RTVE en una empresa mercantil, no se rige por la Ley General de Contratos del Sector Público, y eso permite adjudicar contrataciones millonarias de programas sin licitación pública y sin que se pueda contemplar el delito de prevaricación. “Tenemos una televisión concertada”, explicó, subrayando cómo cada vez se externalizan más programas en favor de productoras y se pierde la única posibilidad de mantener la independencia de la televisión pública.
Jorge Manera describió un ambiente represivo en RTVE, donde los informadores díscolos son relegados, aduciendo “razones organizativas”. Y donde UGT tiene la mayoría de facto con el sindicato patronal SI, cuyos delegados son directivos.
“Cuando venga el Partido Popular, no le hace falta cambiar ni una coma del marco regulatorio” impuesto por el decretazo del Gobierno de coalición.
50 AÑOS DE GUBERNAMENTALIZACIÓN
Sostiene Martín Medem que ha escrito este último libro, al que precedió La agonía de TVE / Cómo se destruye la televisión pública, editado por El Viejo Topo en 2007, porque quería “dar a conocer lo que han hecho todos los gobiernos contra TVE en 50 años, para impedir que sea un servicio público”.
En apenas cien páginas, “Cincuenta Años contra RTVE” cuenta la historia de cómo RTVE nació gubernamentalizada, gracias al acuerdo entre UCD y PSOE para el Estatuto de la Radio y la Televisión, en virtud del cual quien gobernase, controlaría RTVE.
Escribe Martín Medem:
“Las peores iniciativas contra RTVE han sido de los gobiernos del PSOE: la gubernamentalización pagada con deuda del Estado, los negocios de las productoras, la reducción de la plantilla, la no aplicación del derecho de acceso, el regalo de la publicidad para el duopolio de la televisión comercial, la financiación insuficiente e inestable, el autoritario periodo de la administradora única, el falso concurso público para el Consejo
de Administración, la traidora presidencia de José Manuel Pérez Tornero y el decretazo de 2024 con el que la Moncloa ocupó todo el poder en RTVE. El PP sólo aprovechó la herencia para hacerle más daño al servicio público”.
Es la historia de una inmensa oportunidad perdida de haber contado con un servicio público con contrapesos, pluralista, que ofreciera información de calidad, con mecanismos de control internos y externos que aseguraran su independencia del poder político y financiero, en favor de una información de calidad como pilar de la democracia, tal como recoge el artículo 20 de nuestra Constitución.
LA IZQUIERDA Y LA POLÍTICA DE COMUNICACIÓN
Esta constatación trágica se acompaña de otra: “La izquierda no tiene política de comunicación”. Martín Medem recordó que no se asigna ningún papel a la comunicación, ni en la elaboración colectiva del programa de Sumar para las elecciones generales de 2023, ni en la actualización del programa estratégico del PCE en 2024, ni en la llamada “Convocatoria por la Democracia” de Izquierda Unida a finales de 2024.
¿La solución? “Para que la izquierda tenga política de comunicación, es imprescindible la democracia interna. No estoy descubriendo nada nuevo. Fue Lenin quien dijo que el periódico del partido debía recoger todas las sensibilidades”. La obsesión por el control y el miedo a la libertad de crítica en los partidos de izquierda como una rémora que les deja sin credibilidad y sin alas. Un elemento sobre el que Martín Medem desarrolló otro libro breve imprescindible, Cuba en Candela (Atrapasueños, 2022), donde reivindica que “la información es un bien público y no podemos sustituirla por la información permitida, la información propaganda, la información conveniente o la información con pinzas”.
Martín Medem reivindicó el Informe sobre la Información, escrito por Manuel Vázquez Montalbán en la cárcel en 1963 y el Libro Gris de TVE (1973) y la importancia del llamamiento de Vázquez Montalbán a la alfabetización mediática de la ciudadanía y a que la izquierda tuviera su política de comunicación.
BALANCE
Es innegable el sabor de la decepción profunda que sobrevuela la sala. Ya en el tren, de vuelta a casa, me cuesta decidir si este libro es la constatación de una derrota. Y decido que no. Difícilmente se puede sentir derrotado Martín Medem al recordar la noche del 13 de diciembre de 1988, cuando formó parte de los trabajadores de TVE que interrumpieron las emisiones del Telediario en vísperas de la Huelga General.
Lo que testimonia este último libro de José Manuel Martín Medem es lo que reivindica de los revolucionarios en Cuba en candela: “una lealtad insurgente contra los burócratas, los dogmáticos, los oportunistas y los cínicos”. Es mucho más difícil hacerlo que escribirlo. Pero Martín Medem demuestra que sí se puede.
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