Si ya le sacamos los colores (es un decir) a Pedro Jota Ramírez por su carta a los lectores del domingo pasado, en la que abogaba por que nos olvidemos de la guerra civil, ahora lo consigue empeorar en el editorial del miércoles 23, que puede ser suyo o de alguno de sus acólitos, tanto […]
Si ya le sacamos los colores (es un decir) a Pedro Jota Ramírez por su carta a los lectores del domingo pasado, en la que abogaba por que nos olvidemos de la guerra civil, ahora lo consigue empeorar en el editorial del miércoles 23, que puede ser suyo o de alguno de sus acólitos, tanto da.
Pero aquí construye al revés, porque si el domingo entraba de lleno en la cuestión aquí hace como Ágatha Christie: Después de hacernos creer un montón de cosas, se destapa al final haciendo que el bueno pase a ser el criminal.
Se titula «Hizbulá crea en el Líbano un Estado protector» y comienza con unas frases que por su contenido son en sí elogiosas respecto a la labor de Hizbolá: «Hizbolá ha establecido un eficaz y cuantioso sistema de ayuda en metálico a los damnificados por la guerra en el Líbano.» » Reparte hasta cinco millones de dólares diarios entre al menos 500 personas que hayan perdido su hogar o sufrido daños». «Ha configurado un Estado dentro de otro capaz de proveer a sus habitantes de los servicios básicos y garantizar su supervivencia – además de su seguridad física-.» A estas alturas uno empieza a pensar si no habrá tenido un momento de lucidez Pedro Jota o el equipo que compone los editoriales.
En parecido tono camina hacia el final, cuando se pregunta por las fuentes de financiación, sobre las que dice: Todo apunta a que la milicia chií tiene un enorme sostén logístico detrás, y ese mecenas encubierto es Irán..» Hasta aquí nada que objetar, y uno empieza a abrir las manos para aplaudir al gobierno del Irán, cuando se encuentra con el tropo final porque después de una coma añade para terminar: «..que ejerce a la perfección su papel de estado gamberro y desestabilizador del Oriente Próximo».
Decepción: No había momento de lucidez. Lo que había es una muestra más de la esquizofrenia dentro de la que se mueven los grandes medios en la actualidad. Una obra en si encomiable, que tiende a ayudar con mucho más que pronunciamientos o declaraciones a la martirizada población libanesa es considerada el acto de un gamberro y a esa acción se la califica de desestabilizadora. Sobra cualquier comentario. La camarilla de asesinos que controla el gobierno de Israel pude sentirse satisfecha con estos medios. Tiene la inmunidad garantizada.