En Internet, la mayoría de los medios de comunicación abren cada noticia y opinión al criterio de sus lectores. Lo hacen, entre otros motivos, por dar la sensación de que esos criterios les importan, por resaltar su pretendido talante democrático en la medida en que consienten esas opiniones y, también, por descansar en la responsabilidad […]
En Internet, la mayoría de los medios de comunicación abren cada noticia y opinión al criterio de sus lectores. Lo hacen, entre otros motivos, por dar la sensación de que esos criterios les importan, por resaltar su pretendido talante democrático en la medida en que consienten esas opiniones y, también, por descansar en la responsabilidad de esos aportes, criterios que el periódico no puede o quiere expresar.
Todos, supuestamente, identifican, regulan y filtran las opiniones que reciben de manera que nadie se exprese de manera vejatoria o insultante. Obviamente, qué es un insulto y qué no lo es, queda al criterio del periódico.
Es por ello que, probablemente, uno de los más fiables y precisos medidores para registrar la ética profesional en un periódico consista en evaluar los comentarios de sus lectores.
En ese sentido, un ejemplo de hasta qué punto El País, aquel periódico que hace cuarenta años podía leerse sin abochornarse, se acabó convirtiendo en otra letrina más del bien surtido museo de excrementos de papel con que cuenta el Estado español, lo pudimos encontrar en estos días, con motivo de la multitudinaria manifestación que en las calles de Bilbao reclamó respeto para los derechos de los presos vascos.
Bajo el burdo y engañoso titular de «Manifestación a favor de los presos etarras» el periódico El País recogía algunos centenares de insultos, en una repulsiva y apologética exhibición de las más deplorables bajezas humanas. Sin tapujos, así fuera porque El País tenía de fiesta a quienes deben filtrar los comentarios o porque ensalzar el crimen o la tortura no les parece motivo suficiente para rechazar una «opinión», la mayor parte de vejaciones que entre los lectores de El País suscitó la noticia, sólo con aplicar las propias leyes españolas, bien habría podido rendir cuentas en el juzgado de cualquier tribunal o audiencia.
Estos son algunos de esos comentarios a partir de los cuales podemos evaluar ya no sólo la catadura moral de quien «opina» sino la del periódico que reproduce el ultraje:
309/ yo soy ese- 08-01-2011- 23:52:03h
Joder, con lo fácil que era terminar hoy con miles de cortos radicales y los han dejado vivos… ¡¡lástima!!
291/ Fran 08-01-2011- 23:19:26h
Yo quiero que se independicen Cataluña y el País Vasco. La gentuza cuanto más lejos, mejor. Pero desde ya mismo. Deberíamos hacer boicot a todos sus productos.
252/Javier 08-01-2011- 22:33:28h
No hay que espantarse, el País Vasco siempre ha sido hervidero de asesinos.
196/ Halavete 08-01-2011- 21:30:00h
Euskadi, ese gran país de borrachos, asesinos y mujeres feas.
208/ Teresa 08-01-2011 21:40:20h
Ja ja ja…es verdad, feas y machorras, con lo guapas que son las andaluzas y pacíficas.
Recojo sólo algunas muestras del detritus que El País reclama y consiente, porque ni yo quiero arriesgarme a más arcadas ni viene al caso exponer a nadie más, pero si aceptamos que las opiniones de los lectores de un periódico también expresan la ética profesional del medio en que se exhiben, ninguna duda queda: El País es una letrina
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