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Periodismo ¿en crisis?

Fuentes: Rebelión

La situación del periodismo y del trabajador de prensa en Argentina es complicada. Aunque no sea titular en los principales medios del país, en muchos de éstos se están llevando adelante diferentes luchas contra la precarización, la flexibilidad, los despidos y por mejoras salariales. También, desde hace unos años se puso en juego la calidad, […]

La situación del periodismo y del trabajador de prensa en Argentina es complicada. Aunque no sea titular en los principales medios del país, en muchos de éstos se están llevando adelante diferentes luchas contra la precarización, la flexibilidad, los despidos y por mejoras salariales. También, desde hace unos años se puso en juego la calidad, la credibilidad, el poder y la concentración de los grupos mediáticos.

Es una realidad que el periodismo se encuentra en una crisis, o una resignificación, en todo el globo. El trabajador gráfico, que desde la irrupción de los medios de comunicación fue la estrella, es el principal afectado en este particular momento. La irrupción de Internet, sumada a una cada vez mayor concentración de parte de verdaderas corporaciones mediáticas, cambió todo el panorama. Esto se tradujo en cierres o «achicamientos» en diarios de todo el mundo; en una peor calidad de la información, donde reina la primicia, la especulación, la sobreinformación y la superficialidad; en nuevas formas de censura; en menor compromiso con la sociedad; y, a su vez, en nuevas formas de crear contenidos y de difundir información.

La degradación en la calidad del periodismo es lo más cercano y palpable. Apresuradamente, se puede relacionar esta situación con la crisis que atraviesa la prensa gráfica. En un momento, el papel marcó la diferencia. Los periodistas realizaban un verdadero trabajo intelectual y político, ganando prestigio o, por el contrario, detractores.

Desde el primer momento, la prensa representó intereses políticos e ideológicos. Sin embargo, no fue un impedimento para que se desarrolle un rico trabajo, por el contrario, hoy podemos rescatar gran parte de esa etapa. Convivían los que defendían e intentaban sostener cierto status quo, con los que intentaban demostrar las miserias e injusticias de ese orden e invitaban a subvertirlo.

Ya en el siglo XXI, queda poco de esa estructura mediática. La información no se presenta en profundidad, con buena calidad de escritura, con las correcciones y observaciones necesarias. La primicia o la urgencia superan la calidad. Tampoco queda algo de ese prestigio, de esa credibilidad o fidelidad de los lectores; los medios gráficos quedaron en un margen del amplio mundo de los medios de comunicación y ahí, en estas empresas, «los empleados ya no son periodistas sino trabajadores mediáticos, personas anónimas», según reflexiona el periodista Aram Aharonian, en su interesante texto Vernos con nuestros propios ojos. A demás, reconoce que ya «no existe el orgullo de lo personal ni la responsabilidad personal».

La información también fue mutando. Para el reconocido periodista español, Ignacio Ramonet, en la nueva era digital, «la lógica de la información online es la de lanzar una noticia en bruto (en ocasiones, incluso aproximada) para después corregirla, modificarla o enriquecerla de forma permanente y en cualquier momento». Aharonian sostiene que la revolución tecnológica significó un cambio para la noticia, se convirtió en un nuevo negocio, diferente, presentada como espectáculo, como show .

Ambos periodistas coinciden en que los principales medios del globo están en manos de un puñado de grupos económicos. Directores de grandes corporaciones mediáticas son empresarios que nada tienen que ver con el periodismo. Esta concentración es determinante a la hora de entender la lógica de los medios. «Las empresas mediáticas no sólo aspiran a agrupar en su seno a todo tipo de medios (edición, fotografía, prensa, radio, cine, televisión, Internet) sino también pretenden realizar todas las actividades pertenecientes a tres grandes esferas -la cultura de masas, la comunicación y la información- que hasta el momento eran autónomas», explica Ramonet en el Prólogo de su libro La explosión del periodismo. Internet pone en jaque a los medios tradicionales .

Por supuesto, para grandes grupos económicos y corporaciones, adquirir estos medios tiene su razón de ser. La forma de hacer periodismo fue reemplazada por la lógica empresarial.

El poder, la influencia y la manipulación que ejercen ciertos grupos económicos, a través de las diferentes empresas mediáticas que controlan, completa cientos de páginas en libros y estudios sobre el tema. Sin embargo, parece necesario remarcar una y otra vez la relación entre estos intereses y el estado del periodismo. «Los grandes grupos mediáticos -dice Ramonet-, preocupados por mantener sus gigantescos imperios y por conquistar nuevos mercados (lo que les obliga a cortejar a los otros poderes), no se proponen el objetivo cívico de convertirse en ‘cuarto poder’, ni denunciar los abusos contra el derecho, ni corregir las disfunciones de la democracia, y muchos menos actuar como un contrapoder».

El poder mediático es el aparato ideológico de la globalización. En esto coinciden Aharonian y Ramonet, así como tantos otros periodistas, estudiosos de la comunicación, intelectuales y analistas. Sobran ejemplos para fundamentar esta definición. Los medios defienden sus privilegios y, por lo tanto, al propio sistema que avalan constantemente. Las estrategias son variadas: deformación, ocultamiento y hasta censura de ciertos aspectos de la realidad. También, se utiliza el bombardeo de información, la especulación y la mentira, el montaje y la apuesta por llenar los medios con información de lo más superficial y alejada de los problemas que hacen al mundo globalizado.

A este momento, Ignacio Ramonet lo define como Información contaminada: «Debido al estallido, multiplicación y sobreabundancia de información, ésta se encuentra literalmente contaminada, envenenada por mentiras de todo tipo, intoxicada por los rumores, las deformaciones, las distorsiones y las manipulaciones». Por su parte, Aharonian sostiene que se consumen grandes dosis de información sin siquiera saber que es falsa. Según el fundador de la cadena teleSUR, hoy alejado de ésta, «la clave es un sistema de instantaneidad que nadie puede verificar y que en muchas ocasiones es una aviesa manipulación de laboratorios y estudios de cine o televisión».

El director de Le Monde diplomatique en español, propone «descontaminar» la información y exige contrarrestar la sobreinformación con menos caudal de noticias, pero con mayor calidad. Descontaminar es también desalienar.

Argentina. Periodismo en crisis

En el mundo globalizado, ningún país puede escapar a esta lógica capitalista de los medios de comunicación. En Argentina, los principales grupos mediáticos responden a varias (o todas) de las características desarrolladas más arriba. Los principales comprometidos por este orden son tres: el periodismo, que se ve cada vez más perjudicado y desestimado; los ciudadanos, que ven restringido su acceso a información de calidad o, directamente, no tienen acceso a la misma; y los trabajadores de prensa, que sufren cada día la precarización, la pérdida de poder adquisitivo por salarios que son miserias, los puestos de trabajo que desaparecen y la flexibilidad laboral.

A casi un mes de cumplirse cinco años de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, puede comprobarse que la concentración sigue presente, en algunos casos sólo cambiando de manos, en otros se profundiza aún más. Para los medios sin fines de lucro, esa reserva del 33 por ciento que se levantó como bandera durante la discusión, tampoco hubo avances significativos. Los derechos de los trabajadores y la regulación de la publicidad oficial son los grandes ausentes en la ley, algo muy notorio al momento de analizar la situación medios.

En el último tiempo, en las principales empresas mediáticas del país existen conflictos de todo tipo. Los trabajadores del diario Página/12 acaban de lograr un avance después de meses de lucha, denunciando a la patronal y la complicidad de la conducción de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utpba). En Perfil también llevan meses resistiendo intentos de despidos y el ajuste. La empresa de Jorge Fontevecchia fundamenta las medidas por una supuesta crisis, los trabajadores, por otro lado, denuncian que tal situación es inexistente. El empresario, que recientemente inauguró un nuevo medio en China, inició acciones legales contra los delegados de la comisión interna y un miembro de la junta electoral.

Los trabajadores de diferentes medios del Grupo Veintitrés (Infonews, Miradas al Sur, Tiempo Argentino, Revista Veintitrés, entre otros) denuncian la falta de pago de sus salarios y la reiteración de esta situación. Por otro lado, el Grupo Indalo, liderado por el empresario Cristóbal López, despidió a veinte trabajadores del medio C5N. Días más tarde, la lucha de los trabajadores logró la reincorporación de los puestos de trabajo. A los pocos días, se conoció un despido en Radio 10, también del grupo, que responde a la misma lógica de ajuste de la empresa.

En todas estas luchas, y tantas otras, como la que atraviesan en Crónica o el Diario Hoy, se dan casos de persecución gremial, aprietes, amenazas y estrategias para dividir y desestabilizar la organización de los trabajadores.

La multifuncionalidad del periodista, la figura del «colaborador», los pasantes explotados, las redacciones externas, los bajos salarios, entre tantos otros atropellos contra los trabajadores, son la coincidencia que une a las empresas mediáticas argentinas.

Rosario, ciudad concentrada

La tercer ciudad más grande del país no podía ser la excepción de esta situación. En el mes de julio, el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) publicó un informe sobre el periodismo en Rosario. El trabajo describe la gran concentración de medios y las limitaciones que esto presenta para un buen desarrollo de la profesión.

Según el informe, los medios más grandes e influyentes de la ciudad son los diarios La Capital, El Ciudadano y Rosario/12; las radios LT8, LT2 y LT3; los canales de aire 3 y 5; y, en la televisión por cable, Cablehogar y la señal Somos Rosario de Cablevisión. A ellos hay que agregar el sitio digital Rosario 3, que es de canal 3.

«El poder de agenda de La Capital se considera el más influyente, y nadie duda tampoco que los medios de mayor alcance a nivel popular siguen siendo los dos canales de aire históricos, el 3 y el 5. El canal 3 es de la familia Gollán, y el canal 5 es de la empresa Telefónica (grupo Telefé). El grupo Gollán también es propietario de LT2, otra de las grandes radios rosarinas. Un tercer grupo empresario influyente es el de Orlando Vignatti, que posee el diario El Ciudadano, y también es accionista minoritario de La Capital», continúa detallando el informe Estado de situación del periodismo en Rosario.

También destaca la influencia del grupo periodístico más importante en la ciudad, el que está formado por los medios de Daniel Vila y José Luis Manzano, que tiene presencia en casi todas las provincias argentinas. «Son propietarios desde 1997 de la principal marca periodística de la ciudad, el diario La Capital, que tiene el primer sitio de noticias, lacapital.com.ar; participan del segundo diario de mayor venta, El Ciudadano, son propietarios de la radio LT8, y supuestamente se desprendieron de LT3 por exigencias de adecuación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual», agrega el trabajo.

Según Fopea, tanto La Capital como Canal 5, «a pesar de ser marcas periodísticas de enorme tradición e impacto en la ciudad, tienen una dimensión de redacción e inversión profesional muy por debajo de lo esperado». Los ejemplos son suficiente: el noticiero de Canal 5, siendo el más visto de la ciudad de Rosario, se hace con apenas diecisiete personas, entre periodistas, conductores, camarógrafos y técnicos. En el diario La Capital «se ha restringido casi en forma absoluta el ingreso de periodistas jóvenes».

Para Fopea, la crisis de renovación de la profesión va generado una caída en el «necesario diálogo intergeneracional que necesita una redacción, lo que entre otras cosas provoca una reducción de la innovación y de la toma de riesgos». También, explican como la escasa alternativa de fuentes de trabajo hace más conservadora la actitud laboral de quienes tienen un puesto estable en algún medio. «El pluriempleo de los periodistas es un factor adicional. De esa forma, el tiempo dedicado a hacer periodismo también se reduce. Hay realidades distintas de acuerdo al medio en que se trabaja, pero existen rasgos estructurales que abarcan prácticamente a todas las redacciones», continúa explicando el informe.

«Una ciudad donde los dueños de los medios no tienen vocación de hacer periodismo, o no dan los recursos necesarios para que sus redacciones se desarrollen, tiene una limitación estructural difícil de sobrellevar», concluye el apartado sobre los dueños de los medios. Toda esta situación guarda relación con lo descripto al comienzo.

Otro punto que aborda el trabajo de Fopea explica la relación entre el periodismo y las autoridades estatales. Según se desprende del informe, los gobiernos municipal y provincial, ejercen presión sobre contenidos, publicaciones, o sobre los propios periodistas, a través del manejo de publicidad oficial. Este punto es muy importante, ya que es una realidad que muchos medios dependen de esta pauta y la misma se utiliza en todo el país al antojo de las distintas autoridades.

Tanto la concentración mediática, la pérdida de puestos de trabajo, la falta de interés por un periodismo de calidad de parte de los dueños de los medios y el manejo de la pauta oficial y la influencia política, son los principales responsables de un estancamiento o de un retroceso en el periodismo, al menos en medios tradicionales, de la ciudad.

Otro periodismo

En estos análisis son discriminadas experiencias muy importantes. Nuevas formas de hacer periodismo, de organizarse. Los medios alternativos, comunitarios y populares, las cooperativas y todas las experiencias de autogestión son subestimadas u olvidadas a propósito en diferentes estudios.

Sin embargo, es imposible negar u ocultar la importancia y el peso de estas nuevas formas de hacer periodismo. Muchas de estas experiencias rescatan lo mejor de la profesión: calidad y compromiso social. Claro que se presentan muchas limitaciones. La principal es no poder contar con la masividad. Escribió Aharonian, en ¿Dónde está el periodista?: «Las voces alternativas no tienen la capacidad de ofrecer la misma accesibilidad que los medios masivos, a menos que se conviertan también en medios masivos, alternativos al pensamiento hegemónico».

El periodista Carlos del Frade, en una entrevista realizada recientemente, reflexionó sobre la masividad de los medios alternativos y consideró que ese punto es parte de un desafío político. «Podemos vivir toda la vida siendo minoría pero es un problema, porque a la larga la sumatoria va a ser chiquita y merecemos, por todo el trabajo que se hace en los medios de comunicación alternativos y comunitarios, que sean lo más masivos posible. Para eso hay que reafirmar el rol del trabajador de prensa: que sea lo más riguroso posible, lo más preciso posible, y al mismo tiempo que le agregue más información a lo que presentan los trabajadores de prensa de los medios del sistema. Necesitamos trabajar siempre tres o cuatro veces más, para llegar a la mayor cantidad de gente posible, lo que haría que fuéramos masivos. Además de comunitario, además de alternativo, que le llegue a la mayor cantidad de gente posible, es un problema político», dejó en claro el periodista rosarino.

Muchos de estos medios están en un proceso inverso al de los medios tradicionales: trabajos muy profundos, con investigaciones, análisis; un nivel estético interesante; gran nivel de escritura; aprovechamiento de los recursos y herramientas digitales; y, lo más importante, el compromiso con la sociedad.

Sin embargo, la gran mayoría atraviesa dificultades a la hora de producir: falta de tiempo, ya que generalmente el periodista tiene otro trabajo; pocos recursos económicos, que a veces son un gran limitante; el silenciamiento o la censura; y, un menor alcance que el de los medios tradicionales.

El camino para todas las experiencias que tienen una propuesta alternativa a la de los medios masivos es el de seguir con el compromiso de que otra comunicación es posible, pero reafirmando la convicción de que sin recuperar o crear un periodismo de calidad, el viaje es mucho más complicado y lento.

Lecturas:

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