Qué fácil es criticar e insultar a Karadzic, uno de los malos oficiales de la «comunidad internacional». El guión está casi escrito, pero aún hay un pequeño hueco para que los redactores de la prensa capitalista desplieguen sus dotes expresivas y conmuevan al lector con las «fechorías», «crímenes» y «atrocidades» del malvado serbio. Momento perfecto […]
Qué fácil es criticar e insultar a Karadzic, uno de los malos oficiales de la «comunidad internacional». El guión está casi escrito, pero aún hay un pequeño hueco para que los redactores de la prensa capitalista desplieguen sus dotes expresivas y conmuevan al lector con las «fechorías», «crímenes» y «atrocidades» del malvado serbio.
Momento perfecto también para demostrar la veneración que nuestros medios tienen por el cumplimiento de la ley. «Los crímenes contra la humanidad nunca prescriben ni se olvidan», dice el ABC, excluyendo por tanto de la «humanidad» al millón largo de iraquíes que han muerto gracias a las tropas de Estados Unidos y sus aliados. ¿O es que alguien ha leído alguna vez en la prensa el calificativo «carnicero» para Bush? ¿dónde están nuestros osados periodistas a la hora de analizar lo que pasa en Irak? ¿qué periódico ha pedido que juzguen a Bush?
No, no me olvido de la larga lista de criminales que ha sido apoyada fraternalmente por nuestros «estados de derecho» y su «prensa libre e independiente». Tienen nombres propios como Sadam Husein, Carlos Andrés Pérez, Suharto, Duvalier, Marcos, Mobutu, Kissinger, Sharon, Somoza, Clinton, Blair, así en plan desordenado e improvisando, y un largo etcétero con el que no quiero aburrir al lector. Algunos están muertos, otros siguen viviendo, algunos acabaron siendo repudiados, otros no, alguno incluso tiene un premio Nobel de la Paz. Todo muy coherente, como puede verse, según se desprende del principio de legalidad.
¿Que los crímenes contra la humanidad nunca prescriben ni se olvidan? Hagamos una pequeña comparación para ver el contraste. Hace poco hubo la cumbre del G8. Allí la élite política se saludó efusivamente y como corresponde a su categoría se dieron un lujoso banquete:
«Entre las 18 variedades de los 8 platos principales aparecieron una sopa de Mushroom, cangrejo, caviar, cordero, erizo de mar, salmón ahumado, atún y otros platos occidentales de lujo, a los que se sumaron 5 tipos de champañas y vinos de uva transportados por avión desde Estados Unidos y Europa» (1)
También hablaron, claro. Concretamente se mostraron muy preocupados con el cambio climático y el precio de los alimentos, aunque no tanto como para no darse un atracón de manjares transportados en avión miles de kilómetros. Pero lo que nos interesa aquí es ese principio sagrado de los «crímenes contra la humanidad nunca se olvidan». Porque el cambio climático y el hambre en el mundo están provocados en buena medida por los países que esos fantoches representan. Y no es cosa de broma o de estadísticas o de futuros hipotéticos sino de millones de víctimas cada año (2)(3) Así lo recogen los informes oficiales, lo reconocen los propios políticos y lo transmiten sin ningún problema los medios de comunicación.
Bien, pues tras no llegar a ningún acuerdo para reparar los propios crímenes, ¿qué ha dicho la prensa? Si leemos los editoriales, por supuesto no veremos la palabra «carnicero» ni «criminal». Sólo expresiones del tipo «ocasión perdida», «magros resultados», «promesas», etc. Hasta ahí llega el compromiso de la prensa con la humanidad.
Notas:
(1)http://spanish.china.org.cn/international/txt/2008-07/11/content_15994
(2)http://www.aporrea.org/internacionales/n117356.html
(3)http://www.elmundo.es/elmundo/2008/04/28/solidaridad/1209401904.html