Asegura el «Libro de Estilo» de El País, «EL PAÍS se esfuerza por presentar diariamente una información veraz, lo más completa posible, interesante, actual y de alta calidad, de manera que ayude al lector a entender la realidad y a formarse su propio criterio.» Bien, pues vamos a utilizar las últimas noticias publicadas en El […]
Asegura el «Libro de Estilo» de El País,
«EL PAÍS se esfuerza por presentar diariamente una información veraz, lo más completa posible, interesante, actual y de alta calidad, de manera que ayude al lector a entender la realidad y a formarse su propio criterio.»
Bien, pues vamos a utilizar las últimas noticias publicadas en El País sobre Venezuela, a ver qué tal nos sirven para «entender la realidad» y formar nuestro propio criterio. El martes 24 de julio de 2007 aparecen cuatro artículos relacionados con Venezuela, con los siguientes títulos:
1) «Chávez busca la reelección permanente»
2) Caracas compra armamento a Bielorrusia por 720 millones
3) Los balseros del aire. Miles de venezolanos huyen del país ante la inseguridad y la incertidumbre política
4) Chávez expulsará a los extranjeros que critiquen a su Gobierno
La primera parece una una medida dictatorial de un gobernante intentando perpetuarse en el cargo. ¿Es realmente así? Pasamos al texto y leemos el subtítulo, «El presidente venezolano reformará la Constitución para seguir en el poder más allá de 2012». ¿Cómo puede reformar la Constitución él solo? ¿no es el pueblo el que debe aprobar o rechazar cualquier reforma constitucional? Y una vez aprobada la reforma, ¿no podría el pueblo votar a otro presidente? Nos adentramos más en el texto y leemos,
«Chávez sostiene que el pueblo tiene derecho a seguir eligiendo a un gobernante todas las veces que lo considere conveniente si éste lo ha hecho bien.»
«Si producto de esa propuesta, ustedes, el pueblo, me echa de aquí, me voy; yo no tengo problema. Siempre lo he dicho: el día que el pueblo no me quiera, yo no me voy a poner a llorar, y me voy (…); si ustedes no quieren mando, yo tampoco quiero mando», dijo Chávez en su programa Aló, presidente.»
«Una vez que esté lista la propuesta, Chávez la presentará oficialmente ante el país y la entregará al cuerpo legislativo para que inicie un proceso de consultas y deliberaciones. El proyecto ya aprobado por la Asamblea Nacional tendrá que ser sometido a referéndum y sólo regirá si es aprobado por la mayoría del electorado que concurra a votar.»
Ahora vemos que los titulares no podían darnos una versión correcta de la realidad. Chávez no iba a reformar la Constitución sino a proponer una reforma, que luego podría ser aprobada por el pueblo o no. Tampoco la reforma sería para poder reelegirlo permanentemente a él sino a quien el pueblo quisiera. Es decir, un procedimiento democrático que llevaría a una situación como la que tenemos en España, donde no hay limitación de mandatos para el presidente.
Segunda información, la de la compra de armamento. ¿Qué clase de armamento es el que se compra? Según aclara el texto, se trataría de «sistemas automáticos para la dirección de tropas de defensa antiaérea y unidades del Ejército». ¿Algún problema con eso? ¿qué tiene de especial esta compra? ¿por qué considera El País que es un hecho noticiable? ¿Es Venezuela un país potencialmente más peligroso que otros? Si no lo es, ¿por qué se hace tal seguimiento de la actividad militar de Venezuela? Si lo es, ¿dónde están las pruebas de ello?
Tercer articulo, un reportaje sobre la emigración venezolana pero en términos que podrían inducir a confusión. ¿Por qué llamarlos «balseros del aire» como si se jugaran la vida como los «balseros del mar»? ¿por qué dice el diario que «huyen»? ¿acaso son perseguidos por las autoridades venezolanas? Se dan algunas cifras, como que en 1999 había 9.482 venezolanos empadronados en España y en 2006 nada menos que 52.178. Sin duda es un gran aumento, pero ¿es superior al de otros países del entorno? Por desgracia no se dan datos comparativos para «formarnos nuestro propio criterio». ¿Y qué significa tal aumento de la emigración? El País da su propia interpretación, «la inseguridad y la incertidumbre política», pero no ofrece ningún estudio serio o estadístico para confirmarlo, tan sólo la opinión Esther Bermúdez, la directora de una «web que se dedica a asesorar a la gente que quiere salir pitando de Venezuela». ¿Puede considerarse esto información «de alta calidad»? ¿es la expresión «salir pitando» propia de un periódico serio? Por otra parte, ¿cómo puede hablarse de «incertidumbre política» cuando hace sólo unos meses Chávez ganó abrumadoramente las elecciones? ¿no ha quedado ya bien definido el horizonte político venezolano al menos durante unos años?
Pero aún podemos sacar algo más en claro, a partir de las cifras que da El País. Dice que en los seis primeros meses de 2007 el número de empadronados ha ascendido a 52.916, con lo que el aumento respecto a 2006 sería de 738 empadronados. Pero en los siete años anteriores, siempre con los números que da el diario, habría aumentado en 42.696 personas, a una media de 6.099 por año o 3.050 cada seis meses. Por tanto, la emigración se reduciría en la primera mitad de 2007 de forma muy importante y contradiría que «la emigración venezolana está en auge», tal como se afirma.
El cuarto artículo parece el más fuerte, casi increíble, pues se habla de la expulsión del país por «criticar», por «opinar sobre asuntos internos». Esto significaría realmente pasar a una dictadura cerrada. Sin embargo, el artículo es el más escueto de los cuatro, apenas dos párrafos y en un estilo bastante aséptico. ¿No corresponderían aquí grandes titulares? ¿realmente considera El País que se producirán tales expulsiones o es posible que se trate sólo de un exceso verbal de Chávez que luego no se traduzca en nada, como ha ocurrido otras veces? El texto reproduce algunas de sus palabras: «Extranjero que venga a denigrar de los venezolanos [sic] y del Gobierno democrático, lo vamos a poner en el aeropuerto Maiquetía [el más cercano a Caracas] con su maleta y le vamos a decir que se vaya de este país». No dice «criticar» ni «opinar» sino «denigrar», es decir, algo que tiene que ver más con las injurias (según diccionario de la RAE) que con la mera expresión de opiniones. Aun así parece excesivo, pero en España acabamos de asistir al «secuestro» de una publicación precisamente por «injurias» a la familia real. ¿Podríamos presentar, entonces, un titular análogo para España, algo como «se secuestrará cualquier publicación que denigre la familia real»?
En definitiva, poco vemos de las declaraciones de intenciones del «Libro de Estilo». No se ofrecen apenas datos para comprender las informaciones, y menos aún las valoraciones, que a menudo se contradicen internamente, como hemos visto. Sí vemos un sesgo crítico hacia el actual gobierno de Venezuela, pero sin argumentarlo con nada sólido. Lo que es normal para cualquier otro país, se presenta de manera sistemática como anormal y «preocupante» en el caso de Venezuela. Así que difícilmente puede hablarse de información «veraz» o de «alta calidad» que permita al lector «formarse su propio criterio». El criterio y la opinión del diario se da mezclada con las informaciones, lo que implica una grave falta de rigor periodístico.
Sería muy ingenuo pensar que se actúa de buena fe, persiguiendo los nobles propósitos del «Libro de Estilo» y ¡ay! a veces cometiendo humanos errores. El Libro de Estilo no es más que un recurso publicitario para dar una buena imagen del diario, pero ésta queda rápidamente destruida con una simple lectura interna de sus artículos, tan rápidamente como afloran los verdaderos intereses que mueven a El País y que tienen que ver, como no podía ser de otro modo, con su posición dentro de la estructura económica de nuestra sociedad.