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Propaganda de guerra y derechos humanos

Fuentes: http://domenicolosurdo.blogspot.com

Es preciso un suplemento de conciencia y vigilancia crítica contra la industria de la manipulación y la falsificación, que es un aspecto central de la máquina de guerra del imperialismo.

El cierre de filas mediático es tan fuerte que para contrastarlo he pensado que podía hojear algunos periódicos, sacar de ellos varias informaciones y limitarme a comentarlas. La primera pregunta que me hago, junto con ustedes, es esta: «A ver: ¿cuál es el contencioso? ¿Cuáles son los objetivos que se proponen los supuestos campeones de la intervención humanitaria?».

De entrada debo decir que para tratar de entender estos problemas me atendré exclusivamente a fuentes prooccidentales, a fuentes férreamente anticomunistas, es más, a fuentes férreamente proimperialistas.

Empezaré, por ejemplo, con el International Herald Tribune, que como saben es el diario internacional del New York Times. En un artículo del 9 de febrero de este año (el autor es Efraim Halevi, luego les diré cuáles son sus altísimas credenciales), este autor dice:

«A estas aturas no cabe duda de que Siria es el talón de Aquiles de Irán. La derrota de Asad, la derrota del actual régimen de Siria, significa no sólo cortar los vínculos entre Siria e Irán, sino sobre todo cortar los vínculos entre Siria e Hizbulá en el Líbano y entre Siria y Hamás. Así las cosas ―prosigue el articulista que estoy citando― el problema central es que Irán deje de ejercer cualquier influencia sobre Siria. Cualquier otra cosa que se aparte de este objetivo no nos interesa. (…) Aunque Asad se fuera, si la influencia de Irán siguiera sintiéndose en Siria, no habría servido de nada.»

¿Ven cuál es el problema? De derechos humanos no se dice ni una palabra, todos pueden leer este artículo. El problema, entonces, es simplemente romperle el espinazo al régimen de Asad en Siria para debilitar a la vez a Irán, Hizbulá y Hamás. Creo que es un análisis muy importante porque el autor de este artículo, Efraim Halevi ―lo pone en el diario que estoy citando― ha sido Consejero de Seguridad israelí, luego ha sido embajador y más tarde director del Mossad de 1998 a 2002. De modo que tiene información de primera mano sobre los objetivos que se persiguen.

Bueno, alguien podría decir: de acuerdo, estos son los objetivos que persiguen Israel y Occidente. Pero ¿este Asad es tan brutal en su ataque contra una población civil? Porque ese es el hilo conductor de la propaganda de guerra que hoy se ha desatado. Y entonces, desde este punto de vista, voy a citar una vez más fuentes por encima de toda sospecha. Por ejemplo, cito el periódico La Stampa. Ibrahim Refat desde El Cairo, el 28 de diciembre de 2011, dice que «según fuentes cercanas al espionaje israelí, Catar está preparando ya en Antioquia, cerca de la frontera entre Turquía y Siria, un destacamento de 2.500 hombres».

Tengan presente la fecha, 28 de diciembre, eso ya fue hace tiempo: desde el principio no han sido ni mucho menos unas manifestaciones pacíficas, ha habido un intento de desestabilización y un ataque lanzado también desde el exterior.

Si queremos profundizar más en este análisis, entonces cito el Corriere della Sera del 10 de febrero de 2012. El autor es Guido Olimpo y ya en el título se dice que los rebeldes sirios cuentan con el respaldo de fuerzas especiales de Qatar, Arabia Saudí y Occidente.

Por supuesto, no debemos olvidar la dimensión interna del conflicto. No quiero detenerme mucho en esto. Es indudable, por ejemplo, que entre los rebeldes hay fuerzas que sólo pueden llamarse fundamentalistas. Se habla claramente de Al Qaeda y, al respecto, citaré una vez más La Stampa de Turín, en este caso un artículo del 17 de febrero escrito por Lucia Annunziata (también en este caso la fuente es intachable): «El desarrollo de los hechos nos convierte a los occidentales en aliados de hecho de los «terroristas» a los que perseguíamos ayer». Terroristas está entre comillas, pero las comillas no cambian nada. «Estamos en el mismo bando ―sigo citando a esta señora― que los sunitas post-Sadam, que los Hermanos Musulmanes e incluso que Al Qaeda».

Poder mediático

Podemos hacer una primera consideración. El imperialismo estadounidense no es fuerte sólo en el plano militar. Podríamos afirmar, incluso, que esta fuerza militar es inferior a la fuerza que puede ejercer en el plano mediático. Me atrevería a decir que es capaz de obrar milagros. ¿Por qué? Porque basta con que el inquilino de la Casa Blanca decida que unos hombres armados son freedom fighters, «combatientes por la libertad», para que los terroristas de ayer se conviertan en combatientes por la libertad. Si más tarde estos combatientes por la libertad se vuelven indigestos para la política de Washington, un nuevo milagro de transubstanciación ―creo que así lo llaman los teólogos católicos― hace que los combatientes por la libertad vuelvan a ser terroristas.

Ocurrió en tiempos de la guerra en Afganistán contra la Unión Soviética: según Reagan eran freedom fighters, combatientes por la libertad, después se tornaron terroristas, ahora en Siria, otra vez, vuelven a ser combatientes por la libertad, pero lo que sean en el futuro lo decidirá, como siempre, el inquilino de la Casa Blanca.

Tracemos un panorama general de la situación en Siria. También en este caso voy a citar fuentes y periódicos que no pueden considerarse sospechosos.

En este caso cito el Frankfurter Allgemeine Zeitung (como sabrán, este periódico es como el Corriere della Sera alemán), es un artículo del 19 de febrero de 2012 de un tal Jürgen Todenhöfer. (Mi documentación es bastante variada por un motivo circunstancial: esta temporada paso bastante tiempo en los aeropuertos y allí puedo leer la prensa internacional. La leo también normalmente, pero esta temporada lo hago más a menudo.) Como decía, es un artículo titulado «La tragedia siria» y en él se dice claramente que no se trata de democracia, se trata de un gran juego político que se desarrolla no sólo en el plano militar, sino también en el mediático. Cito, pues, del Frankfurter Allgemeine Zeitung: «Junto a las operaciones militares hay una gigantesca campaña mediática a la manera de Pinocho», eso dice el periodista, a la manera de Pinocho, la nariz larga por las mentiras. Y pone varios ejemplos de los embustes sistemáticos que se difunden. Son imágenes que muchas veces corresponden a Iraq 2007 o a Líbano 2008. «El canal de televisión estadounidense ABC tuvo que disculparse por haber hecho pasar por imágenes de Siria unas imágenes tomadas en Líbano». El autor de este artículo dice que ha pasado un mes en Siria tratando de verificar la autenticidad de las informaciones horripilantes que se transmitían, y dice: «Por lo menos una de cada dos informaciones era falsa».

Los civiles

¿Y los civiles? El mismo artículo menciona el informe de los observadores de la Liga Árabe. Como saben, esta delegación de la Liga Árabe no era precisamente favorable a Asad. Pues bien, de este informe que rápidamente se ha silenciado se desprende una realidad mucho más complicada de la que hoy se nos quiere presentar. El informe, según recuerda el periodista, menciona graves ataques de los rebeldes contra los civiles. En este caso los que lanzan graves ataques contra los civiles, según este informe de la propia comisión de la Liga Árabe, son los rebeldes. Por ejemplo, y sigo citando el Frankfurter Allgemeine Zeitung, una bomba contra un autobús que mató también a mujeres y niños.

La conclusión sobre este aspecto del artículo del Frankfurter Allgemeine Zeitung se la leeré con especial énfasis porque merece ser destacada: «Desde hace algún tiempo en Siria ya no está claro si los que matan más civiles son las fuerzas de seguridad o los rebeldes». También habla de Homs, donde ha estado dos veces: «Aún se ven muchos retratos de Asad y en el 70 % de Homs la vida sigue su curso normal».

¿Y en lo que respecta a la oposición siria? De nuevo cito esta fuente intachable: él no la llama oposición siria sino, para ser más preciso, «la oposición siria en el exterior, que a veces lleva muchos años viviendo fuera de Siria y ya ni siquiera les enseña el árabe a sus hijos, pues estos forman parte de Occidente». Y el texto que les estoy citando concluye con un elogio de Rusia. No habla de China, sólo de Rusia, y dice: «Las propuestas más sensatas las ha hecho Rusia, que ha tratado de convocar en Moscú a las partes enfrentadas para llegar a un acuerdo que solucione el conflicto».

La guerra contra Irán ha empezado ya

Como ven, el panorama que se perfila es bastante interesante. He tratado de reconstruirlo partiendo de fuentes prooccidentales y es un panorama que desmiente totalmente la campaña en curso, a la que se ha sumado servilmente buena parte del periodismo occidental y ante la cual, todo hay que decirlo, ciertos intelectuales situados normalmente a la izquierda se muestran vacilantes, confusos.

Mientras esta campaña se recrudece en Siria, la guerra contra Irán en realidad ha empezado ya, y también en este caso acudo a las mismas fuentes, como por ejemplo un artículo del International Herald Tribune del 13 de enero, una corresponsalía desde Washington, donde se dice, sí, el modo de hacer la guerra contra Irán «no es una guerra tradicional que podría provocar sentimientos de lealtad patriótica y unir a la oposición con el régimen», estoy citando el International Herald Tribune. No, la mejor manera de hacer la guerra contra Irán es «seguir como hasta ahora», sigo citando, «es decir, con acciones encubiertas, el asesinato de científicos, el terror que esto provoca entre los científicos que por ahora no han sido asesinados, el sabotaje, pero también el intento de atizar a ciertas minorías nacionales contra el régimen, contra el gobierno central». De estas fuentes periodísticas se desprende siempre la fuerte presencia del Mossad en estos intentos de atizar a las minorías nacionales. Acciones encubiertas, muy encubiertas, pero no tanto como para que no sepamos que estas acciones son avaladas por el premio Nobel de la Paz que está en Washington.

¿Qué objetivos se persiguen? El objetivo geopolítico es evidente, pero en fin, está la cuestión de la temida bomba atómica iraní. En el colmo de la hipocresía, un país armado hasta los dientes con bombas atómicas, y no me refiero sólo a Estados Unidos, también, evidentemente, a Israel, se erige en juez de la supuesta bomba atómica iraní. Pero lo más interesante es un aspecto que, entre otras cosas, sale a relucir en otro artículo del International Herald Tribune del 17 de enero firmado por Roger Cohen ―como indica su apellido, probablemente también de origen judío―. En él se dice claramente que para Israel el casus belli no es el armamento nuclear de Irán. Aunque Irán no fabricase ninguna bomba atómica pero se desarrollase tanto en el plano tecnológico como en el del conocimiento y fuese capaz de fabricar la bomba atómica, aunque no fabricase ni una sola, ya el acceso al conocimiento tecnológico es más que suficiente para que Israel desencadene la guerra contra Irán. Es entonces cuando el marco imperialista y colonialista se muestra en toda su desnudez: no se trata únicamente de reforzar la presencia de Israel y de Estados Unidos.

Los derechos humanos

¿Y los derechos humanos? De ellos, en los artículos citados no se habla mucho que digamos, es más, por lo general no se habla nada. Pero la cuestión de los derechos humanos, en realidad, sí se plantea. ¿Por qué? Si con el derrocamiento de Asad en Siria se produce efectivamente un debilitamiento radical de Irán y un debilitamiento radical tanto de Hizbulá como de Hamás, la situación de los derechos humanos del pueblo palestino no mejoraría sino que empeoraría aún más, y empeoraría de un modo catastrófico. Así que, en realidad, cuando se dice que el objeto de esta campaña son los derechos humanos, esta afirmación se puede tomar en serio si se añade que la campaña va dirigida a pisotear aún más los derechos humanos del pueblo palestino, a atormentar aún más a un pueblo mártir desde hace décadas y décadas. Por otro lado, arremeter contra Hizbulá significa arremeter contra un gran movimiento de liberación nacional que, no lo olvidemos, con su lucha logró acabar con la ocupación israelí de una parte considerable del territorio libanés.

Pero los derechos humanos también están implicados por otro motivo, y para explicar este otro motivo no quiero citar ahora a Marx ni a Lenin, quiero citar a un presidente de Estados Unidos que no es el actual (Dios nos libre) sino Franklin Delano Roosevelt, el presidente que gobernaba Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

Antes de intervenir en la Segunda Guerra Mundial, que ya había estallado pero Estados Unidos no había entrado en ella, Franklin Delano Roosevelt pronuncia un discurso que se hizo famoso, el discurso de las Cuatro Libertades, en el que dice que una libertad fundamental que debe existir si realmente se quieren reconocer los derechos humanos es la «libertad de no tener miedo», freedom from fear. Cuando hace esta afirmación, Franklin Delano Roosevelt critica directamente a Hitler, porque Hitler siembra el miedo y el terror no sólo en los países ya bombardeados e invadidos, sino también en los países que corren peligro de ser bombardeados e invadidos, que viven sometidos al terror de la superpotencia militar. Ni que decir tiene que hoy el país que liquida la libertad de no tener miedo no es la Alemania hitleriana sino el país que era de Franklin Delano Roosevelt, luego fue gobernado por Bush hijo y hoy por Obama, sin que haya grandes diferencias en el paso de un gobierno al otro.

El argumento de los derechos humanos es particularmente ridículo, por no decir particularmente repulsivo, por otro motivo: ¿quién puede hablar de derechos humanos? ¿Por casualidad han visto, han seguido la actitud de Alemania y Francia frente a Grecia? Desplacemos ligeramente la atención; pero este desplazamiento nos servirá para entender hasta qué punto estos campeones de los derechos humanos se toman en serio sus propias declaraciones.

Para abordar el asunto una vez más cito un periódico por encima de toda sospecha, esta vez cito el Corriere della Sera del 13 de febrero de 2012. El artículo es de Marco Nese. Les leo el principio, no todo.

«Los griegos pasan hambre pero tienen los arsenales militares repletos. Y siguen comprando armas. Este año quemarán el 3 % del PIB (producto interior bruto) en gastos militares. Sólo Estados Unidos, en proporción, se puede permitir algo semejante. ¿Qué es lo que empuja a Atenas a hacer ese gasto desmesurado? ¿El miedo a los turcos? No, es la voracidad de Merkel y Sarkozy. Los dos dirigentes europeos llevan meses poniendo al gobierno griego entre la espada y la pared: si queréis ayuda financiera, si queréis permanecer en el euro, tenéis que comprar nuestros carros armados y nuestros estupendos barcos de guerra. (…) El verano pasado, según revelaba el Wall Street Journal, Berlín y París impusieron la compra de armamento como condición para aprobar el plan de salvataje de Grecia.»

Así que tenemos dos países, Francia y Alemania, y me detengo especialmente en Francia porque, como saben, este país con Sarkozy desempeña un papel napoleónico en defensa de los derechos humanos; pero si Sarkozy trata así a un aliado, a Grecia, sometiéndolo por hambre para obligarle a comprar armamento francés; si incluso con un aliado no vacilan en aprovechar una situación difícil para obligarle a comprar armas y empobrecer aún más a un pueblo que, como el griego, ya está exhausto, ¿qué no harán Merkel y Sarkozy con sus enemigos? Si tratan así a un país ensalzado como cuna de la civilización occidental, ¿con qué cinismo suplementario tratarán Merkel y Sarkozy ―y Obama, por supuesto― a los que consideran bárbaros y ajenos a la civilización occidental?

Resurgir del colonialismo

Tenemos que darnos cuenta de lo que está pasando, de que hay un resurgir del colonialismo, y para entenderlo tener presente este aspecto fundamental: durante la guerra contra Libia, Occidente fue capaz de matar a miles y miles de libios sin sufrir una sola baja. Esto nos retrotrae a las páginas más negras de la historia del colonialismo. Recordemos la Guerra del Opio, la Primera Guerra del Opio de 1840, cuando la flota inglesa se acerca a la costa china y es capaz de bombardearla; cientos y cientos de barcos son capaces de bombardear el territorio chino, sembrando la muerte, sin que los chinos puedan alcanzar los barcos que les bombardean. He aquí una página clásica del colonialismo: gracias a su superioridad tecnológica, Gran Bretaña, la potencia colonial hegemónica de la época, impuso a China la compra de opio.

Tampoco en este caso faltó un autor ilustre, un filósofo ilustre, John Stuart Mill, que hablaba de la Guerra del Opio como de una guerra de la libertad, una guerra por la libertad del comercio de opio, a favor, decía, del comprador antes que de los vendedores.

La falsificación legitimada

Pero esta desproporción de fuerzas no se advierte únicamente en el plano militar, también se advierte en el plano mediático, pues hoy, a través de internet, a través de las nuevas tecnologías, Occidente puede envenenar a la opinión pública sin que exista una capacidad real de resistencia.

Al respecto quisiera hacer una breve reconstrucción histórica antes de llegar a la conclusión. ¿Se acuerdan de Timisoara, en Rumania? No se trata de defender a Ceaucescu, no es eso, estoy hablando de las técnicas que se usan. Se dijo que se estaba cometiendo un genocidio en Rumania, y esta campaña desatada contra el genocidio que se estaba cometiendo fue lo que posibilitó el golpe de fuerza.

Para comentar lo sucedido en Timisoara citaré otra vez una fuente intachable. Es un filósofo ilustre, interesante, se llama Giorgio Agamben; no me atrevería a decir que es progresista, pero su análisis sobre lo ocurrido en Timisoara es muy interesante y sobre todo muy atinado. Cito a Agamben:

«Por primera vez en la historia de la humanidad, unos cadáveres recién enterrados o colocados en las mesas de las morgues, de los obitorios, se desenterraron a toda prisa y se martirizaron para simular delante de las cámaras de televisión el genocidio que debía legitimar el nuevo régimen. Lo que todo el mundo veía en directo como la verdad verdadera en las pantallas de los televisores era la «no verdad» absoluta. Y aunque la falsificación era bastante evidente, el sistema mundial de los medios la autentificaba como verdadera, para que quedara claro que lo verdadero ya no era más que el movimiento necesario de lo falso.»

Está hablando de la televisión de 1989, pero la de 2012 quizá sea peor que la de 1989.

No se trata únicamente de Europa oriental. A veces la propia prensa occidental justifica estas falsificaciones vergonzosas; quiero citar al respecto el Corriere della Sera para que se vea a qué extremos puede llegar el afán de falsificación y manipulación. Es un artículo de Vincenzo Trione de julio de 2009. Por entonces había en Irán manifestaciones contra Ahmadineyad:

«Desde hace días circula en Twitter una imagen de procedencia desconocida (…). Ante nosotros, un fotograma de profundo valor simbólico: una página de nuestro presente. Una mujer con pañuelo negro que viste un jersey verde y unos vaqueros: extremo Oriente y extremo Occidente juntos. Está sola, de pie. Tiene el brazo derecho levantado y el puño cerrado. Enfrente, imponente, el morro de un todoterreno por cuyo techo asoma ―hierático― Mahmud Ahmadineyad. Detrás, los guardaespaldas. Impresiona el juego de los gestos: de desesperada provocación el de la mujer; místico, el del presidente iraní.»

Luego sigue: «Se trata de un fotomontaje». Pero añade el Corriere della Sera: «Un fotomontaje que, sin embargo, parece verosímil, por lo que logra condicionar con más eficacia ideas, creencias». Es la justificación y legitimación de la falsificación. También en este caso, aunque se trate de 2009, podemos extrapolarla perfectamente a 2012.

Llamamientos

Llego a la última parte de mi intervención. Como saben ustedes, hace algún tiempo publiqué un llamamiento contra la guerra contra Irán y Siria que se estaba tramando y se sigue tramando. El texto apareció parcialmente en Il Manifesto del 20 de enero de 2012. Pero junto a este llamamiento había otro, mejor dicho, antes de nuestro llamamiento se había publicado otro, «No a la represión en Egipto y Siria», firmado por personalidades ilustres que merecen todo nuestro respeto como Luisa Morgantini, Vittorio Agnoletto, etcétera. ¿Qué decía el llamamiento? Veamos:

«En las plazas de Egipto y Siria, como en otros países árabes, miles de personas se manifiestan para acabar con unos regímenes autoritarios e ilegítimos (…). En Siria, el régimen de Bashar El Asad reprime con violencia desde hace meses las manifestaciones de la oposición. Miles de muertos documentados por testigos independientes, miles de detenciones de disidentes.»

La violencia no sólo parece horrible, sino que está toda de un lado. Y decían los firmantes: no, no queremos una intervención militar, nos basta con una investigación de la ONU. Pero mientras tanto, en realidad, este llamamiento reforzaba el clima de guerra contra Siria. Por otro lado, alguien podría decir: ¿por qué no piden ustedes, por ejemplo, la misión de la ONU en Washington? Porque es evidente que los drones, por ejemplo, están sembrando la muerte, perpetrando diariamente ejecuciones extrajudiciales.

Pero quisiera hacer hincapié sobre todo en la ingenuidad. Dice este llamamiento que los miles de muertos causados por la represión de Bashar al-Asad se conocen gracias a la «documentación de testigos independientes». No dice quiénes son esos testigos independientes y eso, naturalmente, despierta mi curiosidad. Uno se pregunta: ¿dónde han ido a buscar a esos testigos independientes, a la Luna, a Marte? Porque si han ido a buscarlos a la Tierra, se me ocurren un par de cosas.

¿Quiénes son esos testigos independientes? En Italia tenemos un gobierno técnico que, evidentemente, no hace política, que es totalmente independiente de la política. Tenemos un ministro de Exteriores tan independiente de la política que ni siquiera me acuerdo de cómo se llama. De lo que sí me acuerdo es de sus desaguisados: compra armas sofisticadas a Estados Unidos en una situación desastrosa para las masas populares italianas y apoya cuanta iniciativa de guerra se presente. ¿Son esos los testigos independientes?

¿O los testigos independientes son las llamadas organizaciones no gubernamentales? Porque si son las ONG, entonces sugiero, y esta sí que es la conclusión, sugiero a Morgantini y a Agnoletto que lean un libro. Lo tengo aquí, lo he traído. El autor, Niall Ferguson, es un ilustre historiador que publica con frecuencia en el Corriere della Sera y escribe regularmente en el Wall Street Journal, así que también es un historiador intachable. Y ha escrito un libro, Coloso: auge y decadencia del imperio americano (él lamenta esa decadencia), y ya en la Introducción, cuando habla del imperio (norte)americano, dice ¿cómo se sostiene el imperio? Se sostiene con la fuerza militar, pero también se sostiene con sus empresas y… con las organizaciones no gubernamentales. Eso es lo que dice, el que quiera puede leerlo en la página 11.
Pero vamos a ver: si nadie se toma en serio las agencias de rating, las agencias que deberían certificar la solvencia económica de tal o cual país, de tal o cual industria, ¿quién puede tomarse en serio las agencias de rating moral, que desde Washington deciden quién respeta más los derechos humanos y quién los respeta menos?

Termino diciendo que es hora de desarrollar la lucha contra la guerra, y que esta lucha contra la guerra sólo podrá ser eficaz si el movimiento pacifista, si la izquierda, si todos los demócratas tienen en cuenta un hecho fundamental: es preciso un suplemento de conciencia y vigilancia crítica contra la industria de la manipulación y la falsificación, que es un aspecto central de la máquina de guerra del imperialismo estadounidense y occidental.

Traducción: Juan Vivanco.

Fuente: http://domenicolosurdo.blogspot.com/2012/03/lintervento-di-domenico-losurdo-al.html