La gran victoria de Chávez, ha señalado Luciano Wexell Severo [1], abre las puertas a un largo camino «hacia la consolidación de un país independiente, soberano e industrializado». El gran espectáculo democrático de todos los venezolanos (que hemos vivido con entusiasmo y alegría en muchos países del mundo), prosigue LWS, «debería ser suficiente para abrir […]
La gran victoria de Chávez, ha señalado Luciano Wexell Severo [1], abre las puertas a un largo camino «hacia la consolidación de un país independiente, soberano e industrializado». El gran espectáculo democrático de todos los venezolanos (que hemos vivido con entusiasmo y alegría en muchos países del mundo), prosigue LWS, «debería ser suficiente para abrir los ojos de los desinformados» y debería ser suficiente también «para ridiculizar a los grandes medios de comunicación, que niegan lo que es innegable». Ganó Chávez de nuevo, concluye, ganó la democracia en Venezuela.
¿Y los derrotados?, ¿quiénes fueron los derrotados? La élite liberal y privatizadora, las transnacionales del petróleo y del gas, los poderosos medios de comunicación, la CIA, el Departamento de Estado de los Estados Unidos y así siguiendo.
Tiene razón Luciano Wexell Severo: los poderosos medios de incomunicación, de intoxicación ideológica, de manipulación y violentación de las consciencias, han sido derrotados, fuertemente derrotados. En el caso de España, El País, el diario global-imperial, un diario que decía ser el independiente de las mañanas, ha sido derrotado en toda regla. Por goleada popular.
Si tienen tiempo, después de celebrar con sus amigos, con sus familiares, con sus organizaciones políticas y sindicales, repasen las «informaciones», los artículos, los editoriales del diario imperial-global. Lean lo dicho sobre el presidente Chávez y sus partidarios y, sobe todo, el estilo en que ha sido formulado. Escriban a Maye Primera y Luis Prados si tienen un momento y, con la máxima cortesía, le recuerdan que la primera obligación de un periodista es informar con veracidad y con la máxima objetividad, sin menoscabo de sus posiciones políticas e ideológicas, e incluso de su propia concepción del mundo. Algunas de las perlas de la pareja: «Como un nuevo Mesías…», «como un telepredicador en estado de éxtasis», «como una estrella de rock en un concierto apoteósico», «el presidente venezolano hizo una exhibición del caudillo populista que conecta con el pueblo al margen de las instituciones» [2]. No es necesario seguir.
El País ha tomado neta posición -la reaccionaria de casi siempre: recuerden su papel en el frustrado golpe de estado de hace una década- es esta contienda electoral de gran alcance político no sólo para Venezuela y ha sido derrotado. La ciudadanía popular venezolana le ha ganado por goleada. Ha sabido ver claramente, a pesar de las mentiras y tergiversaciones a las que se ha visto sometida, quien era uno de los suyos, quien apoyaba y abonaba las finalidades y necesidades del pueblo trabajador y quien era un adversario falaz que aprovechaba cualquier circunstancia para hablar del «régimen venezolano», término que jamás usaría para hablar (esta vez sí con razón) del régimen político español o del régimen usamericano y para señalar, sin mayor documentación, para arrojar insidia sobre insidia, que en muchas empresas venezolanas se había pasado lista para controlar quienes iban a acudir a la manifestación central de apoyo al presidente Chávez. Comparen con lo dicho sobre el candidato opositor Capriles en todas sus crónicas para calibrar el tamaño de la infamia pseudoinformativa.
Así pues: ¡viva la revolución bolivariana! ¡Viva el internacionalismo! ¡Viva el socialismo del siglo XXI! ¡Viva el presidente Chávez!
Ni que decir tiene que todo triunfo exige un análisis y que todo proceso de transformación social, por exitoso que sea, pide -exige incluso- rectificaciones y mejoras. Y sobre todo, estar atentos ante el oportunismo y burocratismo que a toda revolución democrática y popular acecha.
Notas:
[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=157296
[2] El País, 5 de octubre de 2012, p. 8.
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