La explotación del litio en la puna argentina es un imán para las mineras y automotrices multinacionales que se suman al millonario mercado de las baterías. Desde los sectores industrias argentinos sostienen que el mineral debe trabajarse en la cadena de valor nacional, mientras que las comunidades locales reclaman mayor participación en la toma de […]
La explotación del litio en la puna argentina es un imán para las mineras y automotrices multinacionales que se suman al millonario mercado de las baterías. Desde los sectores industrias argentinos sostienen que el mineral debe trabajarse en la cadena de valor nacional, mientras que las comunidades locales reclaman mayor participación en la toma de decisiones.
A mediados de junio, sin demasiada prensa, se conoció que la Unidad de Gestión Ambiental jujeña le dio luz verde a la firma Sales de Jujuy (de la australiana Orocobre) para avanzar en su proyecto de extracción de litio en la salinas de la puna argentina. Una vez estabilizada, se estima que la empresa logrará una producción anual de 16,400 toneladas anuales, lo que a cotización actual del mineral representaría unos 100 millones de dólares.
La iniciativa se desarrolla en conjunto con Toyota, que ingresó en el negocio con un desembolso de unos 4,5 millones de dólares (subsidiados a bajo costo por el Gobierno japonés), los cuales se volcaron a completar los estudios de factibilidad del proyecto. Además del litio, la explotación de Orocobre en el Salar de Olaroz dejará unas 36 mil toneladas de potasio.
El auge del litio es un capítulo que recién está comenzando, traccionado en gran parte por la generación de automóviles eléctricos, que funcionan a partir de baterías de litio-ion. Entre el sur boliviano y el norte argentino y chileno se encuentra cerca del 85% de la reserva mundial de este mineral; lo que motivó hace dos años a la revista Forbes a caratular a este triángulo geográfico como «la Arabia Saudita del litio».
El mineral fue adquiriendo en estos últimos años un lugar estratégico en término energéticos, dado que muchos analistas sostienen que será la renovación o alternancia de la excesiva dependencia industrial al uso de petróleo.
Entre los sectores industriales argentinos denuncian que la explotación del mineral consiste meramente en su extracción por parte de grandes multinacionales que luego lo exportan para procesarlo en Europa o Asia.
El Proyecto Olaroz
Mediante el Acta 266 de la Unidad de Gestión Ambiental Minera de Jujuy, el 14 de junio la firma Orocobre Limited recibió el visto bueno para comenzar a explotar el Salar de Olaroz, ubicado a unos 4.000 metros sobre el nivel del mar, donde se prevé una producción de 16,400 toneladas anuales, con una reserva ciertamente extensa capaz de sustentar el proyecto por unas cuatro décadas.
«El estudio preliminar indica que el Proyecto Olaroz tiene el potencial de ser un proyecto muy atractivo, con retornos de inversión fuerte y bajo riesgo técnico», destaca la propia firma australiana, promocionándose a sus inversores.
Los minerales, así como se extraen, se exportarán directamente por el puerto chileno de Antofagasta, a unos 550 kilómetros de Olaroz, según lo reconoce la misma compañía. Incluso, además de Olaroz, Orocobre ya tiene iniciado un proceso de exploración y está cerca de la explotación de las Salinas Grandes, conocidas por su atractivo turístico, así como también del Salar de Cauchari otro gran yacimiento de litio jujeño.
Radiografía del mercado del litio
En el año 2000 se consumía en el mundo el equivalente a unas 70 mil toneladas de carbonato de litio y, a grandes rasgos, la mayoría de los pobladores de la puna andina desconocían que bajo sus blancos desiertos de sal descansaba un mineral con ese nombre. El boom de las tecnologías móviles colocó bruscamente el tema en agenda, dado que para 2010 el consumo había pegado un salto hasta las 120 mil toneladas.
La industria del vidrio y cerámicos son las principales consumidoras actualmente del litio, condensando el 30% de la demanda, seguidas por la producción de baterías algunos pocos puntos porcentuales detrás. De todas formas, para antes que finalice este decenio, todos los analistas esperan que esa relación se invierta.
La explicación es obvia: 9 de cada 10 computadoras portátiles y 6 de cada 10 celulares utilizan baterías con litio. El mercado mundial de estas baterías mueve unos 4.000 millones de dólares anuales. Sumando las baterías de litio-ion para automóviles y otras industrias, todo indica que en cinco años este mercado se va a multiplicar por cinco.
De todas formas, en lo que a precios se refiere, el grueso de los analistas aseguran que permanecerá rondando los 6.000 dólares la tonelada y que quizás a partir de 2016 los valores encuentren cierta presión por demanda y se verifique algún aumento.
Tanta previsibilidad en los precios, por estos días de agitación de mercados, ciertamente llama la atención, pero en el caso del litio es necesaria la aclaración de que es un bien que no figura dentro de una bolsa de commodities, por lo que los precios se negocian entre productores y consumidores finales, con algunas intervenciones gubernamentales, lo cual garantiza -o al menos propone- un horizonte más o menos definible.
Otros actores
Además de Orocobre, el mapa del litio en la región está integrado por otros pocos grandes actores multinacionales, que concentran la exportación del mineral y se reparten entre sí la explotación de las salinas, donde se encuentra la reserva del carbonato de litio.
Los pedidos de cateos y explotación se multiplican constantemente y las informaciones oficiales escasean. Las poblaciones locales denuncian que no conocen los detalles de los proyectos, ni quiénes son las compañías que desembolsan sus inversiones millonarias y sus repentinas promesas de fuentes laborales.
Entre las firmas de mayor peso, sin dudas, figura Talison Lithium Limited: Actualmente, se posiciona como el actor de más alto nivel de producción mundial de litio, con proyectos en Australia y Chile. Maneja un ritmo de extracción de 50 mil toneladas anuales, pero una reciente inversión expandió su capacidad a unas 110 mil toneladas. De lograrse ese salto y con una cotización de 6.000 dólares por tonelada de litio, la empresa estaría generando una facturación anual de 660 millones de dólares. Uno de sus mayores compradores es China, que utiliza el mineral para la generación de baterías.
Otra de las compañías que está operando en la Argentina es Lithium One, la cual maneja el proyecto Sal de Vida, en el Salar del Hombre Muerto, en Catamarca (la fuente de más del 16% de la producción mundial de litio), de donde además extrae potasio, en conjunto con la firma estadounidense FMC Lithium Corp y un consorcio de empresas coreanas.
Le sigue también la firma Lithium Américas Corp que, al igual que Orocobre, está trabajando sobre los salares jujeños de Olaroz y Cauchari y, sumando otras exploraciones en otros tres lagos salteños, posee permisos sobre unas 165 mil hectáreas de la puna argentina. Y un poco más atrás se encuentra también Dajin Resources Corp. con permisos sobre 100 mil hectáreas.
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