«La carrera de Repsol contra la recuperación de YPF y la expropiación de sus acciones parece haberse cortado en poco tiempo, justo cuando Exxon y Chevron se mostraron interesadas en participar en la nueva etapa» http://tiempo.infonews.com/2012/09/29/argentina-87147-repsol-no-pudo-bloquear-los-acuerdos-de-ypf.php El supuesto «gran hallazgo» del yacimiento «Vaca Muerta» resulta ser del tipo llamado amigablemente «no convencional» (shale oil también) […]
«La carrera de Repsol contra la recuperación de YPF y la expropiación de sus acciones parece haberse cortado en poco tiempo, justo cuando Exxon y Chevron se mostraron interesadas en participar en la nueva etapa» http://tiempo.infonews.com/
El supuesto «gran hallazgo» del yacimiento «Vaca Muerta» resulta ser del tipo llamado amigablemente «no convencional» (shale oil también) que se encuentra diseminado entre estratos (esquistos) a grandes profundidades y para su extracción se requiere una técnica conocida como «fracking» o fractura hidráulica, consistente en disolver esas capas de roca ligera mediante la aplicación de enormes cantidades de agua mezclada con químicos. Esa masa de líquidos que retorna a la superficie desde unos 3 a 5 mil metros de profundidad contamina todo a su alrededor, mucho más incluso que la mineria a cielo abierto, produciendo además pequeños movimientos sísmicos según han demostrado algunos estudios. Hay mucha información disponible en la web y no me propongo hablar del «fracking» sino como introducción de la cuestión «estatización» de YPF».
Si REPSOL no deseaba ser «estatizada» lo disimulaba muy bien. Desde la provocación de desabastecer-desprestigiar las estaciones de servicio de YPF- agravándolo en fechas turísticas sensibles, vg. fin de semanas largos, hasta girar dividendos superiores a las ganancias obtenidas (del orden del 135% de las mismas, en relación a su último ejercicio) en clara señal de desfinanciamiento-vaciamiento de la empresa, ante la vista de todos, eran grotescos comportamientos públicos incompatibles con los de este tipo de empresas cuyos laboratorios de «imagen» tienen más especialistas que los del rubro específico. Por lo bajo trascendían otros datos en la misma dirección. El especialista (insospechado de «ambientalista») Gualter Chebli dijo en una ronda de consultas en el Congreso Nacional que en promedio no más de diez pozos anuales se habían explorado durante el ciclo REPSOL, excepto en 2011, año en el cual se exploraron cerca de ¡90! No trascendió el resultado de tales exploraciones, aunque no resulta lógico pensar que tras decenas de fracasos, siguiera «invirtiendo» en otros con previsible idéntico final. Sobreviene la pregunta crucial: ¿Hubiera podido una empresa «extranjera» llevar adelante una actividad altamente contaminante como el «fracking», la cual además requiere miles de millones de dolares de «inversión»?
Hacía falta provocar una «estatización», con toda la carga simbólica que implica esa «recuperación» (del 51%) implicando también poner al estado en situación de colocar los dólares necesarios (que ya previó el Presupuesto nacional 2013). Cierre perfecto. Quien se oponga a seguir siendo el basurero mundial hablará en contra de la «soberanía». Desde el lado de «la inversón», corrige una anomalía. La historia (de)muestra que las grandes inversiones (centrales nucleares, represas, puertos, caminos, vias férreas, «pozos petroleros») sistemáticamente han quedado a cargo del erario público -mediante una u otra triquiñuela dscursiva- a cuyas arcas aportan millones de almas, para luego ser «concesionadas/entregadas» a los privados, reafirmando la absurda e incomprobada «teoría del derrame». Los acuerdos y transacciones «por lo bajo» entre REPSOL y las empresas que cuentan con el equipamiento para el «fracking» (norteamericanas) solo pueden imaginarse, aunque se acumulan indicios «graves, precisos y concordantes». La nota, mostrando que, concretados los pre-acuerdos con las empresas yanquis «La carrera de Repsol contra la recuperación de YPF y la expropiación de sus acciones parece haberse cortado» es, ciertamente, uno más para sumar a la lista. Otro es el silencio -cuando no el acompañamiento- de los socios de la SIP.
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