Mientras su organización, Reporteros sin fronteras (RSF), se encuentra bajo la lupa, en Washington, del Government Accountability Office (GAO), por ser uno de los principales beneficiarios del Center for a Free Cuba implicado en un gigantesco desfalco, Robert Ménard anuncia en París que abandona su puesto de secretario general «por ganas de hacer otra cosa»
«Voy a encontrar otro modo de continuar el combate que llevo para los derechos humanos», declara Ménard en un cable complaciente de la AFP. El colaborador asiduo de la inteligencia norteamericana añade haber preferido irse «una vez que la campaña acerca de China fuera terminada» -una referencia a los ataques contra los Juegos de Beijing que desarrolló en los últimos meses por cuenta del gobierno de Taiwán.
Ménard deja su puesto justo unas semanas después de que el Congreso norteamericano ordenara a la Agencia de Desarrollo Internacional (USAID) «congelar» los fondos del Center for a Free Cuba, una criatura de Freedom House manejada por el agente de la CIA, Frank Calzón. Se mantendrá esta situación hasta que se complete una amplia auditoría de las operaciones de su Programa Cuba.
USAID dispone este año de un presupuesto de 45 millones de dólares para realizar su trabajo de propaganda y de espionaje, a través de una red de supuestas ONG, todas vinculadas de una forma u otra al dispositivo anticubano de los servicios especiales estadounidenses.
Desde la publicación, en el 2004, del Plan Bush de Anexión de Cuba, RSF -identificada en el documento- no tuvo otro remedio que reconocer su colaboración con el departamento de Estado, fuertemente remunerada no solo a través del aparato de Calzón, sino también por el National Endowment for Democracy (NED) y el Internacional Republican Institute (IRI).
Llama la atención que, durante los últimos años, el ahora nuevo jefe de RSF designado por el propio Ménard, Jean-François Julliard, se dedicó con cartas abiertas y declaraciones escandalizadas a negar tales lazos entre el grupo parisino y los fondos gubernamentales norteamericanos puestos a disposición de operaciones de la CIA.
DE ESTO NO HABLA LA PRENSA FRANCESA
El escándalo del desfalco en la USAID provocó la renuncia del propio jefe del organismo para América Latina, el mafioso Adolfo Franco, y de Felipe Sixto, el ayudante principal del jefe del Center for a Free Cuba, quien confesó haber desviado medio millón de dólares.
Casualmente, Ménard también perdió hace poco su brazo derecho de muchos años, Régis Bourgeat, que manejó de manera muy particular las operaciones de RSF contra Cuba, al punto de acompañar a su amo en Miami en el curso de una visita a los cabecillas de la mafia anticubana.
Con el caso de Calzón, la auditoría no solo del GAO, sino de los propios auditores asignados por ley a la USAID, pudiera estallar en un escándalo de gran proporción, en el cual RSF tuviera que revelar su contabilidad secreta, para la cual Ménard dispuso de contadores y de una cuenta secreta en Virginia, casualmente a unos minutos del cuartel general de la CIA.
Si Julliard y su jefe tuvieron finalmente que confesar, en el 2006, las entradas ilegítimas que reciben del Estado norteamericano, a través del Centre for a Free Cuba y el IRI, no han hablado hasta ahora de su conexión con Freedom House, otro mecanismo secreto de difusión de ayuda económica a los colaboradores del imperio.
Freedom House es técnicamente una organización privada, aunque recibe 75% de su presupuesto del Departamento de Estado y solo 25% de otras contribuciones.
Esta organización repite en sus informes que distribuye sus fondos a «periodistas, activistas de derechos humanos, y otras asociaciones». RSF cabe totalmente en tales pretensiones.