Supongo que varias semanas de ausencia de España han podido condicionar que me haya quedado más impresionado al volver a ver un informativo español. El caso es que el pasado 10 de septiembre esto es lo que me llamó la atención de un noticiero de Tele 5. En Nacional, ante la prohibición de una manifestación […]
Supongo que varias semanas de ausencia de España han podido condicionar que me haya quedado más impresionado al volver a ver un informativo español. El caso es que el pasado 10 de septiembre esto es lo que me llamó la atención de un noticiero de Tele 5.
En Nacional, ante la prohibición de una manifestación en San Sebastián, el presentador afirma que «la izquierda abertzale tenía la consigna de desafiar la prohibición de manifestarse». Ahora se llama así hacer uso del derecho de manifestación: «consigna de desafiar la prohibición de manifestarse».
Ya en Internacional encontramos una noticia que nos descubre que el nazismo no es delito precisamente en Israel. Al parecer no existe ninguna legislación contra ellos en lo que es el único estado judío del mundo. Y es que la denuncia contra el holocausto y sus defensores sólo la utilizan para acusar en el resto del mundo.
En Sociedad, observamos que en Barcelona 12.000 personas escuchan previo pago de 20 euros una conferencia del Dalai Lama. Total, 240.000 euros de ingresos, eso sí, para «proyectos que lleve a cabo el Dalai Lama». Faltaría más.
En la sección de Deportes, sin incluir siquiera en la web y con un tono casi simpático, recogen las imágenes de cómo un enviado de televisión es burlado y humillado por hinchas de rugby, le ponen cuernos mientras envía la crónica, le empujan y al final le tiran al suelo y le patean, todo ante las cámaras de sus compañeros. La noticia termina diciendo que así los aficionados hicieron honor al nombre de su equipo, «Los Broncos». Busco en Internet y no encuentro tampoco que ningún medio recoja la noticia. Imaginemos si eso lo hubieran hecho unos militantes chavistas en Venezuela con el corresponsal de Tele 5 en lugar de unos hinchas de rugby.
También en la sección de España presentan un reportaje sobre la delincuencia común en Barcelona. Vemos a los periodistas acompañando a los policías que persiguen a unas muchachas rumanas que, según el reportero, se dedican a robar carteras al descuido. La policía les registra delante de las cámaras a cara descubierta de las jóvenes. No les encuentran ningún objeto robado pero dice el periodista que «el día anterior sí». Después, siguen acompañando a los policías que ahora buscan a unos marroquíes que también «han robado a unos viandantes», dice el periodista que los ladrones «se han escapado en bicicleta», lo que parece que demuestra la gran envergadura de esta banda internacional de delincuentes, de modo que la policía termina cacheando y registrando a otros magrebíes. Total, son todos emigrantes africanos, qué más da que sean esos los ladrones. Sobre los rumanos y marroquíes que trabajan de albañiles o en invernaderos no hay noticias.
Y con perlas así, nos informamos en España de la actualidad diaria, porque las otras televisiones no son muy diferentes. Y menos mal que me perdí la gran noticia de la semana pasada: que la infanta no lloró en su primer día de clase.