El secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, anunció una campaña para influir sobre la cobertura periodística internacional de lo que hace su país, lo cual desencadenará, sin duda, un nuevo debate sobre la libertad de prensa. El gobierno de George W. Bush prepara una cruzada para difundir y defender las posiciones de Washington, […]
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, anunció una campaña para influir sobre la cobertura periodística internacional de lo que hace su país, lo cual desencadenará, sin duda, un nuevo debate sobre la libertad de prensa.
El gobierno de George W. Bush prepara una cruzada para difundir y defender las posiciones de Washington, en especial la «guerra contra el terrorismo», dijo Rumsfeld ante el Consejo de Relaciones Exteriores, institución académica conservadora con sede en Nueva York.
El funcionario mencionó como antecedente y modelo dos iniciativas propagandísticas de la Agencia de Información de Estados Unidos en tiempos de la guerra fría, Radio Europa Libre y Radio Libertad.
Es probable que la campaña, como ocurrió con esfuerzos similares en los últimos cinco años, se proyecte en dos áreas principales: los medios de comunicación estadounidenses y los del mundo islámico, en los que Washington desea ejercer una influencia estratégica…
Rumsfeld dijo el martes que el Pentágono está «revisando» su práctica de pagar la difusión de noticias favorables sobre Iraq en los medios estadounidenses. Esas declaraciones contradecían afirmaciones anteriores sobre la suspensión del polémico plan de propaganda.
La nueva campaña se suma a una larga lista de decisiones del gobierno cuestionadas por activistas de derechos civiles, como el registro –sin aval judicial– de comunicaciones de ciudadanos, la inspección de registros bibliotecarios y la compilación de bases de datos sobre personas que discrepan con las políticas del gobierno.
Estas medidas, sostienen, están llevando al país por un camino autoritario, paradójicamente no muy diferente al de los regímenes de Medio Oriente contra los que combate.
Además, afirman que los principales medios de comunicación de Estados Unidos ya tienden a hacer una interpretación conservadora de los hechos, con escasa atención a los puntos de vista que la contradicen.
Las voces conservadoras predominaron notoriamente sobre las liberales en los programas periodísticos dominicales de los últimos nueve años, según un estudio divulgado este mes por el centro independiente de investigación sobre periodismo Media Matters for America («La prensa importa a Estados Unidos»).
El estudio analiza el contenido de programas como «Meet the Press», de la cadena NBC, «Face the Nation», de CBS, y «This Week», de ABC, considerados por muchos el pináculo del buen periodismo televisivo.
Los investigadores clasificaron a cada uno de los cerca de 7.000 invitados que aparecieron entre 1997 y 2005, como miembros del gobernante Partido Republicano, del opositor Partido Demócrata, conservadores, progresistas o neutrales.
El estudio concluyó que a los invitados críticos al gobierno de Bush se les concedió nada más que el espacio necesario para mantener cierta imagen de imparcialidad y precisión.
La mayoría de los legisladores opuestos a la guerra en Iraq, por ejemplo, estuvieron ausentes de los programas dominicales, sobre todo en las vísperas de la invasión, lanzada en marzo de 2003.
«Si el dominio conservador en este importante campo de la formación de opinión pública continúa como en los últimos nueve años, podría tener graves consecuencias para los futuros debates y elecciones», afirmó el presidente de Media Matters for America, David Brock.
«Este estudio debería servir como un llamado de atención a todos los que piensan que ven un discurso equilibrado los domingos por la mañana, y a los responsables de producir esta programación poco ecuánime», añadió.
El plan de Rumsfeld seguramente fortalecería este tipo de coberturas. En su discurso, el secretario de Defensa usó terminología de guerra para referirse a la prensa.
«Algunas de las batallas más críticas no se producen en las montañas de Afganistán ni en las calles de Iraq, sino en las salas de prensa, en lugares como Nueva York, Londres, El Cairoà», afirmó.
Para Jim Naureckas, editor de Extra!, revista del grupo independiente Fairness and Accuracy in Reporting (Justicia y Precisión al Informar), el gobierno de Bush considera que «mutilar la información que llega al público es parte de su estrategia de guerra».
«Creo que es muy peligroso que los militares hagan ese trabajo en una democracia. Cuando las personas hablan del ‘frente interno’ no se dan cuenta cuán siniestras implicancias tiene. El público es visto como otro frente con el que los militares deben pelear», añadió.
Rumsfeld anunció su intención de integrar más a la prensa en la «guerra contra el terrorismo», incluso capacitando a personal militar en las diversas técnicas de comunicación. El secretario señaló que contratará expertos en periodismo del sector privado.
Mientras, el Departamento de Estado (cancillería) también redobla sus esfuerzos propagandísticos.
La semana pasada, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, pidió 74 millones de dólares para ampliar sus campañas de transmisión televisiva, difusión de sitios en Internet e intercambio de estudiantes en Irán, destinadas a desestabilizar el gobierno del presidente Mahmud Ahmedinejad.
Para el Pentágono, «difundir información sólo tiene el propósito de alcanzar objetivos militares. No es en honor a la verdad. Una vez que empiezas a mirar los hechos de esta manera, la diferencia entre una declaración verdadera y una falsa es muy pequeña», dijo Naureckas.