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Hugo Chávez atrajo para el Banco del Sur a varios socios fundadores importantes

Se agudizan las contradicciones con el Fondo Monetario y el Banco Mundial

Fuentes: La Arena

  El malestar poco disimulado de la administración Bush para con el gobierno argentino fue atribuido a la realización en Buenos Aires del acto de Hugo Chávez. Pero también pesa el disgusto por el avance de las negociaciones para conformar el Banco del Sur.Desde un ángulo, el FMI no tendría que criticar tanto a Néstor […]

 

El malestar poco disimulado de la administración Bush para con el gobierno argentino fue atribuido a la realización en Buenos Aires del acto de Hugo Chávez. Pero también pesa el disgusto por el avance de las negociaciones para conformar el Banco del Sur.

Desde un ángulo, el FMI no tendría que criticar tanto a Néstor Kirchner. Al fin de cuentas, con los 10.000 millones de dólares de enero de 2006, el patagónico pagó toda la factura pendiente con la entidad. El conjunto de los acreedores debería tener ese mismo sentimiento de gratitud pues en el mensaje legislativo del 1 de marzo último se consignó que el actual gobierno lleva pagados 27.000 millones de dólares de deuda externa.

Pero esos pagos, con ser algo esencial, no lo son todo. El Fondo regenteado por Rodrigo Rato mantiene la inquina con las autoridades argentinas porque éstas presentaron ese pago como parte de la «liberación». Demonizaron a la entidad como paradigma de la usura mundial y co-responsable de los dramas que hicieron eclosión en diciembre de 2001.

Incluso en el mensaje mencionado, Kirchner no se privó de hacer mención a los operativos como el megacanje y el blindaje en los que tuvo participación el FMI.

De allí el resentimiento y algunas consecuencias prácticas. Por ejemplo, el directorio del Fondo tiene prácticamente cortada la línea de diálogo directo con la ministra de Economía argentina. Felisa Miceli no pudo reunirse con Rato en 2006, en la última asamblea anual del FMI y el Banco Mundial.

Otro ejemplo, la negociación de nuestro país con el Club de París para formalizar un plan de pago de los 6.500 millones de dólares pendientes, no arriba a buen puerto porque meten la cuchara Rato y los gobiernos de Japón e Italia. Estos tienen representación en el directorio y están malquistados con Argentina por los bonistas de sus nacionalidades que quedaron afuera del acuerdo de canje.

El Tesoro estadounidense, que ronca más fuerte en ese ámbito, habría decidido no ayudar a Argentina en esa negociación. Mantiene que para renegociar la deuda con los 19 socios del Club de París se debe contar con el visto bueno el Fondo y firmarse previamente un compromiso con éste.

Descartando esa exigencia, el patagónico expresó: «de acá que vamos a firmar un acuerdo con el Fondo». Esto fue como echar más leña al fuego.

Otra señal de que las cosas no andan bien entre el gobierno K y el mundillo financiero internacional lo dio un comunicado del Instituto de Finanzas Internacionales. Allí se señaló que las políticas económicas de Kirchner «no amigables con el mercado», los impuestos distorsivos a las transacciones financieras y las exportaciones, más «el no haber acordado con los acreedores privados de una suma de 21.000 millones de dólares», podrían afectar la recuperación argentina.

El IFI -aclaraba Reuters el 24/2- «es un grupo de lobby formado por 340 bancos privados de todo el mundo».

Amigo venezolano

Desde que en marzo de 2005 el presidente Kirchner y su entonces ministro Roberto Lavagna anunciaron con triunfalismo que se había cerrado con éxito el canje de los papeles en default, se pudo intuir que los organismos financieros internacionales y grupos de lobby como el IFI buscarían cerrar las canillas de nuevos créditos. No iban a premiar al país que impuso una relativamente alta tasa de corte al valor nominal de los viejos títulos.

En esas entidades resonaba fuerte el reclamo de los bonistas que se quedaron afuera y demandaban en tribunales neoyorquinos y de otras latitudes. Estos tienen a estudios argentinos como socios: caso del bufete de Pérez Alati, Benítez, Grondona (h) y Martínez de Hoz (h), que defiende a los fondos buitres encabezados por el ex banquero italiano Nicola Stock. Estos bonistas han querellado al país ante jueces como Thomas Griesa y ante el tribunal arbitral del Banco Mundial, llamado CIADI.

Eso no significa que los bancos extranjeros no hayan hecho muy buenos negocios en La City porteña. Lo hacen, al punto que prosiguió la desnacionalización y concentración del negocio bancario que se consolidó en 1997.

Pero préstamos a Argentina no hubo. Sí puntualmente a determinadas empresas: Aceitera General Deheza fue premiada con un crédito del Banco Mundial y la CFI.

Esa sequía fue una forma de castigar al país por una política con algunos condimentos heterodoxos que con sus regateos podía dar ínfulas a otros deudores del Tercer Mundo.

Eso hizo que la administración Kirchner se fuera volcando de más en más hacia negocios con Hugo Chávez. No lo hizo tanto por afinidad ideológica porque es obvio que en Buenos Aires no se aplica el modelo antiimperialista de Caracas. Fue por razones concretas o «efectividades conducentes», como diría Hipólito Yrigoyen.

En la visita que el patagónico hizo a Puerto Ordaz el 21 de febrero último, se acordó que el anfitrión adquiriría 778 millones de dólares en bonos Boden 2015. Estos se sumaron a los 3.500 millones de títulos argentinos comprados con anterioridad. La República Bolivariana de Venezuela se ha convertido así en la prestamista número uno de nuestro país. Gracias a eso Kirchner puede saltar el cerco financiero de Rato y Paul Wolfowitz, mandamás del Banco Mundial.

El Banco del Sur

Casi desde el momento en que Chávez, asesorado por Fidel Castro, lanzó Telesur, empezó a difundir la idea de un Banco del Sur. Corría marzo de 2005. Han transcurrido dos años y ahora esta segunda idea está más cerca de su materialización, si bien aún faltan muchos acuerdos políticos, leyes y estatutos, autoridades, aportes, etc. Lo que no se discute es que habrá para el capital inicial, pues Venezuela cuenta con 35.000 millones de dólares de reservas y el respaldo de su riqueza petrolera lista a la certificación internacional de que la faja del Orinoco es la primera reserva mundial de crudo.

La idea chavista es formar un Banco «que sea nuestro», formado con una parte de las reservas de los socios, para prestar para obras que hagan al desarrollo de la región y el mejoramiento del bienestar de su gente. Al prestar, no pondrá los requisitos de política interna «ortodoxa» (léase neoliberal) que caracteriza al modus operandi del FMI y el Banco Mundial.

Al actuar de ese modo, los países miembros estarán avanzando hacia un modelo de integración y unidad. Horacio Verbitsky, este domingo en Página/12, sostuvo que el venezolano quiere construir un Comecon como el que tenía la ex URSS con sus socios de Europa oriental. El bolivariano, crítico de esa experiencia europea, no admitiría la comparación.

La otra ventaja de lo pergeñado en Caracas es que permitirá atesorar las reservas internacionales de los países que lo nutran, en vez de dejarlas en depósitos de las grandes potencias.

La entidad en formación apuntaría al proyecto estratégico del Gasoducto del Sur, que uniría Venezuela con Argentina pasando por Brasil. Pero también a muchos otros proyectos menores, de resultados más inmediatos. Así, a su paso por la región de Bolivia que sufrió fuertes inundaciones con saldo trágico en vidas y pérdidas materiales, el mandatario venezolano prometió ayuda para el plan de reconstrucción del Beni. Incluyó el impulso al sector agroalimentario, la reconstrucción de caminos, la edificación de viviendas y de «una carretera que interconecte a Bolivia con Sudamérica hacia el Norte, el Sur, el Este y el Oeste».

El presidente argentino ha dado su consentimiento en general a la creación del banco sudamericano. El canciller brasileño Guido Mantega, a su paso por Buenos Aires y tras reunirse con Miceli también dio el okey de Lula da Silva. Evo Morales y el ecuatoriano Rafael Correa se han sumado a la idea. De Cuba no hace falta decir nada porque está allí desde el inicio: el Banco del Sur, en la óptica de Chávez y su amigo Fidel, sería una creación de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA).

Pero éste puede ser justamente el motivo de diferencias. Ni Kirchner ni Lula son parte del ALBA pues lo consideran un espectro muy confrontativo con Washington y las clases dominantes de la zona. El patagónico acuerda con el banco como una creación independiente por fuera de ese espacio. Y su colega paulista ha dicho que lo prefiere surgir de una refundación de la Corporación Financiera Andina o del Fondo para la Cuenca del Plata, dos entidades que arrastran una existencia poco visible.

Que el Banco del Sur, se viene, se viene. Pero aún hay debates políticos y financieros entre la izquierda (Chávez, Fidel y Evo) y el centrismo (Kirchner y Lula) sobre qué clase de parto será ese y qué criatura saldrá de allí.