Frente a las debilidades políticas e ideológicas de la derecha, los grandes monopolios privados de los medios de comunicación asumen la función de dirigentes de la derecha latinoamericana. No es novedad para nosotros. Fueron esenciales para preparar el clima del golpe militar de Brasil en 1964, cuando con excepción del diario Ultima Hora, cerrado por […]
Frente a las debilidades políticas e ideológicas de la derecha, los grandes monopolios privados de los medios de comunicación asumen la función de dirigentes de la derecha latinoamericana. No es novedad para nosotros.
Fueron esenciales para preparar el clima del golpe militar de Brasil en 1964, cuando con excepción del diario Ultima Hora, cerrado por la dictadura militar, toda la prensa privada brasileña pidió el derrocamiento del gobierno elegido democráticamente, convocando a las FF.AA. a instaurar la dictadura militar que victimizó al pueblo durante más de dos décadas.
Actualmente, los grandes grupos oligárquicos que dominan la prensa del continente vuelven a desempeñar ese papel. Las diversas elecciones latinoamericanas han tenido en común a un monolítico frente mediático contrario a los candidatos que se oponen a las oligarquías: Lula, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, López Obrador enfrentaron ese bloque opositor. Probablemente Kirchner deberá encarar el mismo problema.
Es un bloque que constituye un frente continental, solidario en la defensa de sus intereses corporativos que chocan frontalmente con la construcción de democracias en el continente. Nunca tendremos democracias sin que exista un proceso democrático de construcción de opinión pública que sea transparente, pluralista, público.
Uno de los instrumentos de la dictadura mediática privada es la apropiación monopólica del espectro radioeléctrico, un bien limitado de carácter público. Actualmente el 80 por ciento de los canales de televisión abierta y de las emisoras de radio en Venezuela pertenecen al sector privado, cuyas opciones políticas son ampliamente minoritarias en el país, conforme lo demuestran las elecciones certificadas -en cuanto a su corrección- por todos los organismos internacionales presentes en las votaciones que reeligieron a Hugo Chávez para la presidencia del país.
De 709 radios, 706 pertenecen a empresas privadas y 3 a entidades estatales.
De los 81 canales de televisión, 2 son estatales 79 privados. En cuanto a los diarios, de los cuales 12 tienen carácter nacional y 106 son regionales,todos son privados.
El gobierno ha terminado el contrato de concesión de uno de los principales representantes de la oligarquía privada de los medios venezolanos -Radio Caracas Televisión- que participó activamente en el golpe militar de abril de 2002 -apoyado por el gobierno de Estados Unidos y por diversos medios brasileños y de otros países-, frustrado por la decidida acción popular. En reunión con el efímero jefe del gobierno golpista, Pedro Carmona, los magnates de los medios privados, entre ellos Marcel Granier propietario de RCTV, le dijeron que «podían garantizar el apoyo de los medios».
Un apoyo que fue mucho más que eso: ese medio privado fue un gran incitador del golpe, dio toda su cobertura al derrocamiento del gobierno legítimamente elegido por el pueblo, dio amplia cobertura a la reunión de los golpistas en el palacio presidencial y suspendió cualquier cobertura, que sustituyó con dibujos animados norteamericanos, a la entrada del pueblo en escena para restituir al presidente que había elegido democráticamente.
Siguiendo la misma orientación de informar sólo lo que a ellos les interesa y de la manera como les interesa, los medios de prensa brasileños anunciaron una supuesta gran marcha de la oposición venezolana para el 19 de mayo pasado. La manifestación fue un fracaso. Los propios órganos de la oposición venezolana que la convocaron, y que vaticinaron cientos de miles y hasta un millón de manifestantes, tuvieron que limitarse esta vez a hablar de «decenas de miles». Como fue un fracaso, los medios brasileños no volvieron a mencionar la manifestación, a pesar de que varios de ellos tienen corresponsales en Caracas.
El gobierno venezolano no actuó inmediatamente después del fracasado golpe de 2002. Esperó cinco años, hasta que terminara la concesión de RCTV para no renovarla, sustituyendo a ese canal por una TV pública que comenzó sus transmisiones a las cero horas del 28 de mayo, con el nombre de TVes, Televisora Venezolana Social.
Con esto avanza en el pluralismo; se debilita la dictadura de los monopolios privados de la comunicación: al contrario de lo que sostienen en cada uno de los países las expresiones nacionales de ese oligopolio que, como siempre, reflejan la realidad cabeza abajo, cuando se afecta directamente su posición monopólica