La guerra mediática mantenida por Washington contra la Revolución Bolivariana de Venezuela no sólo se mantiene sino que está aumentando. Con elecciones presidenciales a la vista para el próximo diciembre, en las que ya se ve una clara tendencia ganadora por parte del actual presidente Hugo Chávez, la arremetida del gobierno republicano de Bush se […]
La guerra mediática mantenida por Washington contra la Revolución Bolivariana de Venezuela no sólo se mantiene sino que está aumentando. Con elecciones presidenciales a la vista para el próximo diciembre, en las que ya se ve una clara tendencia ganadora por parte del actual presidente Hugo Chávez, la arremetida del gobierno republicano de Bush se encamina a entorpecer en todo lo posible esa reelección.
La estrategia de la Casa Blanca es seguir reforzando la matriz de opinión internacional por la que el proceso que vive Venezuela sea visto como una dictadura antidemocrática, donde su población se mantiene en la miseria y en la que reina la más campante inseguridad ciudadana. Y en lo tocante a Latinoamérica, la imagen de Chávez es presentada como la de un autócrata que se intromete groseramente -petrodólares por medio- en los asuntos internos de los países del área solidificando un ‘eje del mal’ regional. Por cierto que con tan repetidos argumentos, por cansancio se terminan imponiendo esas ‘verdades’.
Esto no es nada nuevo en la geopolítica imperial; pero vale la pena citar a título de ejemplo uno de los tantos editoriales que por allí circulan. Pero en este caso, no surgido directamente de las entrañas del monstruo sino de un país centroamericano, a través de su diario más prestigioso, cuyo director es justamente directivo de la Sociedad Interamericana de Prensa, y quien reclama a voz en cuello hasta el hartazgo por la supuesta falta de libertad de expresión padecida en el país caribeño.
Sólo para ejemplificar la guerra en la que la Revolución Bolivariana debe moverse, permítasenos presentar un editorial típico de esta batalla mediática (ver más abajo), el que fuera valientemente respondido por el Embajador venezolano en el país donde apareció: Guatemala.
La historia no es nueva. Pero vale la pena dejar plasmado con un interesante ejemplo cómo la llamada ‘prensa libre’ se mueve en esta lucha. Y cómo, también, a través de un acertado servicio exterior, la revolución sabe responder. De saber dar esa batalla -para el presente caso, con el necesario tacto diplomático- dependerá el avance del proceso y su triunfo final.
Editorial del diario Prensa Libre, Guatemala, aparecido el 12 de mayo de 2006
Hugo Chávez y las elecciones
Para cualquier observador de la política latinoamericana constituyen una fuente de preocupación las declaraciones del presidente venezolano, Hugo Chávez, a quien sus palabras poco diplomáticas, respaldadas por la fuerza que le otorga la riqueza generada para su país a consecuencia de los actuales precios estratosféricos del petróleo, lo han convertido en un personaje que debe ser tomado muy en cuenta.
Los métodos que ha utilizado Chávez para mantenerse en el poder son, en muchos de los casos, demasiado cuestionables, por decir lo mínimo. Para nadie es un secreto que el proceso de consolidación de su poder real, que actualmente alcanza el calificativo de omnímodo, no sólo es producto de la fragmentación de los opositores políticos, sino de un plan que podría mantenerlo en la Presidencia por varios lustros más, lo que tiene pocas probabilidades de ser positivo no sólo para el pueblo venezolano, sino para muchos países de este continente.
El presidente venezolano ha expresado opiniones inaceptables dentro del respeto a los asuntos internos de los países. En el caso peruano, por citar el ejemplo más reciente -pero no el único- se ha manifestado abiertamente a favor de Ollanta Humala, lo que provocó una lógica reacción de molestia del otro aspirante a la Presidencia de Perú, el ex mandatario Alan García, quien ahora parece estar dispuesto a convertirse en el dirigente contrario a lo que se podría llamar la intromisión chavista en los procesos electorales.
Este fenómeno ya se está viendo en Nicaragua, donde Chávez es partidario de Daniel Ortega.
Por eso no peca de suspicaz quien piensa en la posibilidad de que lo mismo ocurra en Guatemala, país donde termina el ciclo de elecciones de este y el año entrante. En México, donde los comicios son dentro de pocas semanas, se ha mencionado abiertamente la posibilidad de que haya dinero venezolano financiando campañas. Es, entonces, un secreto a voces.
Un financiamiento parcial o total de fondos de Venezuela para un partido político guatemalteco es un elemento que disturba el proceso. Convertiría al beneficiado en un candidato de enorme fuerza económica y por ello con grandes posibilidades de lograr los votos a través de campañas donde se gaste a manos llenas.
Sobre todo, se trataría de un favor que luego sería pagado de maneras no necesariamente beneficiosas para el país. Venezuela se convertiría en el eje de un poder político latinoamericano basado en la presión del precio del petróleo y sus derivados.
La posibilidad de que haya dinero extranjero de origen dudoso o con un propósito determinado hace que sea válido preguntarle directa y abiertamente al mandatario venezolano no sólo si estaría interesado en financiar alguna campaña política en Guatemala, sino si ya ha habido algún político que se le haya acercado con ese propósito, a fin de conocer de quién se trata. No es una consulta que cabe dentro de la diplomacia tradicional, pero sí en la que incluye un lenguaje de franqueza total que le gusta utilizar a Chávez.
Respuesta de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Guatemala
Ciudad de Guatemala, 12 de mayo de 2006
Ciudadano
Gonzalo Marroquín G.
Director Editorial de Prensa Libre
Ciudad
Señor Director:
Me dirijo a usted en ocasión de referirnos al Editorial publicado el día viernes 12 de mayo del corriente titulado «Hugo Chávez y las elecciones».
Editorial que rechazamos de la manera más enérgica y contundente por estar lleno de tendenciosas y manipuladas falacias que no tienen otro fin sino el de sumarse al coro de calumnias mediáticas, dictadas desde otras latitudes, que pretenden, como ha sido una costumbre a través de la historia latinoamericana, desestabilizar, desacreditar y satanizar a los procesos de integración y a los gobiernos que asumen la defensa de los más sagrados intereses de sus pueblos, a través de programas orientados a cancelar la deuda social acumulada que tenemos para con nuestros ciudadanos.
A los lectores de su diario, a quienes pretenden convencer a punta de cíclicas calumnias, que se suman a las campañas internacionales contra nuestro país, recomendamos la lectura del libro «La Fruta Amarga». Ahí van a encontrar valiosos documentos y testimonios que desenmascararán perversos caprichos ideológicos de la «moderna guerra fría». Ayer fue Jacobo Arbenz, hoy es Hugo Chávez. Usted pretende pero jamás lo logrará, frustrando a sus patronos, tapar con un dedo los grandes avances y consolidados logros alcanzados por la Revolución Bolivariana. Logros que, como usted menciona, como única verdad del escrito, han producido la «fragmentación de los opositores políticos».
Venezuela defiende con absoluta determinación los principios de soberanía; de libre determinación de los pueblos y de no intervención en los asuntos internos de los Estados. La Constitución Bolivariana, que es nuestra guía filosófica y política fundamental, consagra, entre sus principios, la cooperación pacífica entre las naciones, impulsar y consolidarla integración de nuestros pueblos. Somos amantes de la paz y de la coexistencia entre las naciones.
En defensa de estos principios se nos va la vida. Por eso, el Gobierno del Presidente Hugo Chávez Frías defiende con tanta pasión el derecho que tiene nuestro pueblo a construir su propio modelo político, económico y social. Nadie nos hará torcer el rumbo que hemos tomado para edificar un nuevo modelo de país, de naturaleza verdaderamente democrática, basado en la justicia social, la libertad, la igualdad, la solidaridad, y forjada con la participación protagónica de todos los venezolanos y venezolanas
Reiteramos nuestra disposición de mantener relaciones amistosas con todos los países del orbe, siempre y cuando se respete la soberanía y la dignidad de la nación venezolana y sus líderes.
El gobierno venezolano ha reiterado una y mil veces su posición principista de no intervenir en los asuntos internos de ningún Estado .Igualmente ha ratificado su legítimo derecho de responder a las agresiones que se lancen contra nuestro país.
Nosotros estamos adelantando las políticas de integración sustentadas en cuatro principios fundamentales: en vez de competencia, complementación económica; en vez de competencia para establecer dominio de unos sobre otros, solidaridad; en lugar del incremento de la concentración del capital, cooperación; en lugar de invadir e imponer condiciones sobre los más débiles, estricto respeto a la soberanía de nuestras naciones.
Cuatro principios elementales: complementación, cooperación, solidaridad y respeto a la soberanía de nuestras naciones. Es por ello, que en base al mandato que nos otorga el poder popular a través del Artículo 153 de nuestra Constitución Bolivariana de 1999, que se han activado programas de cooperación como PETROCARIBE. Programa que están abiertos a la adhesión de cualquier nación latinoamericana y/o caribeña, sin que prive para ello, en lo absoluto, ceder espacios y, menos aún bajo condiciones violatorias de sus legislaciones internas o externas. La manipulación y el chantaje no tienen cabida en el actual Estado venezolano.
La cooperación venezolana contribuye a la estabilidad y gobernabilidad democrática de los países amigos. Por tanto, las objeciones a esos programas de cooperación, además de verse mezquina y egoísta por sectores neoliberales, solo podrían entenderse a la luz de lineamientos internacionales que promueven sectores foráneos, que se orientan -como lo han hecho ya con el golpe de Estado y el sabotaje petrolero- a confrontar el proceso democrático revolucionario que se lleva a cabo en Venezuela.
Félix Alfredo Méndez Correa
Encargado de Negocios a.i.