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Simón Bolívar, ética y periodismo

Fuentes: Rebelión

Exposición presentada en el evento internacional «Comunicación y ética en tiempos de globalización», celebrado en la Facultad de Contabilidad de la Universidad Garcilaso de la Vega el martes 29 de septiembre del 2015 por iniciativa de la embajada de la República Bolivariana de Venezuela en el Perú.

El primer elemento a considerar tiene que ver con el personaje que nos convoca: don Simón Bolívar

Habitualmente, cuando hablamos de Simón Bolívar nos referimos a él como un guerrero, El Libertador. Y lo imaginamos espada en mano, conduciendo un caballo encabritado. Lo asociamos, así, a la acción militar y al uso de las armas. Pero Bolívar no fue sólo un hombre de armas. Fue también un hombre de ideas.

Luchó con el fusil y con la Imprenta. A ella, la consideraba «la artillería del pensamiento», y la juzgaba tan necesaria, que la incorporaba en todas sus operaciones militares.

Ya en 1810, cuando visitó Londres para hablar en torno a la Independencia de América, juzgó de primera importancia conseguir una Imprenta, para editar sus materiales.

En 1817, en el mismo fragor de la guerra por la Independencia de América, le envió una carta a Fernando Peñalver. Allí le urgió «Sobre todo, mándeme de un modo u otro, una imprenta; que es tan útil como los pertrechos«.

Aquí se registran dos conceptos: la urgencia de recibir la imprenta; y la importancia de ella, comparable tan solo a los fusiles, a las balas, o a las bayonetas es decir, a los pertrechos.

Fue para él -diría uno de sus principales adversarios, José Domingo Díaz- «la primera arma». «De ella -añadía- ha salido ese incendio que ha devorado América»

 

Y es que Bolívar luchó con el fuego, pero también con la pluma. Supo volcar sus ideas en el papel y así produjo la célebre Carta de Jamaica, escrita en Kingston el 6 de septiembre de 1815 y conocida como «la contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla». Y muchísimos otros documentos de inestimable valor.

El segundo elemento a considerar tiene que ver con el carácter de la guerra. La Independencia fue una acción militar. Pero también fue una acción ideológica.

Había que combatir en el campo de batalla, pero también preparar la conciencia de los hombres para resistir esa confrontación y vencer en ella. Pero, además, ganar esa conciencia de millones a fin que asumiera la Independencia como un fenómeno nuevo, un peldaño superior en el proceso de la historia. Una etapa distinta en la evolución humana.

No se trataba sólo de ganar una batalla, por importante que fuera. San Martín, Bolívar, y los hombres que los acompañaban, tenían ante sí la tarea de construir un mundo nuevo; de acabar con la colonia y abrir paso a un sistema de gobierno y de vida inédito entre nosotros, un proceso que ellos sabían cuándo y cómo comenzaba, pero nadie sabía cómo ni cuándo habría de terminar.

Un tercer elemento nos lleva a considerar que Bolívar fue también un periodista notable. En su formación, siguió el itinerario de Francisco de Miranda, uno de los más grandes precursores de la Independencia Americana.

Miranda tradujo al español por primera vez la célebre Carta a los Españoles Americanos, escrita por nuestro compatriota -Juan Pablo Viscardo y Guzmán- y publicada en Livorno en 1790, apenas un año después de la Revolución Francesa.

De ese modo, Miranda y Juan Pablo, abrieron la mente de millones de hombres y mujeres de América y crearon la base para que fructificara la semilla que recogiera el Libertador..

La primera experiencia periodística de Bolívar, fue en «La Gaceta de Caracas». Era esta una publicación casi oficial, de quien gobernara en la ciudad. En 1813, aún era realista. En 1814, cuando Bolívar la liberó, pasó a ser vocero de los Independentistas. Después la perderían, y luego volverían a ganarla.

Pero allí en sus páginas, en 1814, Bolívar publicó su primera entrega periodística. Y opinó no sólo en torno al contenido de la publicación, sino también a su estilo, a su forma, a su manera de entregar las noticias. Y abrió una crítica dura, condenando las distorsiones, el poco apego a la verdad, las exageraciones y las deformaciones en las que incurrían quienes hacían uso de ella.

En 1818, Bolívar fundó un diario de gran importancia: «El Correo del Orinoco», que bajo su orientación se publicó con gran éxito entre junio de 1818 y marzo de 1822: «Somos libres, escribimos en un país libre, y no nos proponemos engañar a nadie», dijo en sus páginas, mostrando el perfil del periodismo que practicaba. Años después, ya en el Perú, fundaría «El Peruano», que subsiste hasta hoy.

Durante toda su vida, Bolívar fue un asiduo lector de la prensa de la época. Estaba suscrito a distintas publicaciones y seguía atentamente la orientación de ellas, criticando acerbamente a las que resistían la ola republicana.

Su concepción referida al papel de la prensa estuvo resumida en el Proyecto de Constitución, presentado ante el Congreso de Angostura, en 1819. «El derecho de expresar sus pensamientos y opiniones de palabra, por escrito o de cualquier otro modo, es el primero y más inestimable don de la naturaleza. Ni aún la ley misma podrá jamás prohibirlo…»

El Libertador era consciente de aquella célebre frase de Montesquieu: «Un pueblo soberano, es como un caballo indómito. Puede pronto derribar a su jinete».

Desde esta óptica en la que ética y periodismo se fundían en sólo crisol, podemos acudir a nuestro tiempo, para abordar el tema «Etica y periodismo, en tiempos de globalización»

Podemos constatar la actitud que la «prensa grande» tiene frente al proceso venezolano de nuestro tiempo. Es igual que el que tuvo la prensa realista ante Bolívar hace 200 años: hostil al extremo. Y mentirosa. Empeñada en deformar los hechos porque no le interesa la verdad. Lo que busca, es convertir en verdad, aquello que responda a sus intereses. Ahí radica la esencia de sus ataques al proceso bolivariano.

Como no es la oligarquía la que gobierna, ni los partidos que la secundan los que deciden el destino del país, ni éste se inclina ante la voluntad del Imperio; entonces en Venezuela «no hay democracia». Eso, es «una dictadura». No les importa saber que hubo elecciones siempre, y que virtualmente todas, las ganaron los bolivarianos. Tampoco, que hubo sucesivas consultas a la población para temas puntuales, como la nueva Constitución. Ni siquiera reparan en el hecho que las medidas que aplica el gobierno se cumplen no porque los soldados están en la calle, sino porque las ejecuta un pueblo consciente y organizado.

Lo que ocurre es que en Venezuela, como en Ecuador y en algunos otros países, los intereses que defienden las fuerzas ligadas al Imperio, están atadas también a los sectores golpistas que buscan hacer retroceder la historia. Lo hicieron en Chile, en 1973, cuando derribaron al Presidente Allende bombardeando el palacio de La Moneda, encarcelando y asesinando al pueblo. Y creen que puede hacer lo mismo hoy en Venezuela.

Para lograr sus objetivos en Chile minaron al gobierno de la Unidad Popular creando el caos económico: desaparecían productos esenciales de los mercados, generaban la inflación, bloqueaban los circuitos de comercialización, desabastecían los grandes almacenes, sembraban la duda, la desconfianza, el pánico, entre las amas de casa y la población. Ahora buscan eso en Venezuela. Y la Prensa Grande es su instrumento.

Ella, los vincula directamente a los golpistas. Así ocurrió en abril del 2002, cuando derrocaron al Presidente Chávez, democráticamente electo, para imponer un régimen de facto, el de Pedro Carmona Stange, que fuera derribado por el pueblo en apenas 48 horas.

El Golpe de Carmona fue apoyado abiertamente por «la prensa grande» en Venezuela, en el Perú, y en todos los países. En la circunstancia, la democracia quedó en el desván de los trastos viejos. Lo importante, era acabar con Chávez y el proceso bolivariano, a cualquier precio. Por eso el «Demócrata» Capriles se sumó a los golpistas, apoyados, además -no hay que olvidarlo- por la Sociedad Interamericana de Prensa, la misma SIP que lamenta hoy los supuestos «atentados con la libertad de prensa» en Venezuela. Y Leopoldo López anduvo en lo mismo. Y todos juntos, también, en la ofensiva golpista de febrero del 2014. En nombre de la ·»Democracia» y de la «Libertad».

Ellos conocen de memoria el libro de Curzio Malaparte «La técnica del Golpe de Estado». El secreto, «es dominar las comunicaciones». En tiempos de globalización, eso es decisivo.

La Libertad de Prensa, en este marco, es un mito, Paul Sethe, en 1965, en una conocida carta a la revista alemán «Spiegel», dijo: «La libertad de expresión, es la libertad de 200 ricos a difundir sus opiniones».

Esa es la experiencia de nuestro tiempo. En Venezuela, en el Perú y en América Latina. En todas partes, para ellos, rige el principio del célebre doctor Joseph Goebbels, el siniestro jefe de la propaganda hitleriana: «Miente mil veces, y lograrás que la mentira sea tomada como verdad».

Así, El Comercio», Canal N, América TV, Radio Programas, Perú 21, Correo, Ojo, El Trome, Radio Capital; repiten hasta el cansancio y a toda hora: «Venezuela es una dictadura». Y logran que, como papagayos, algunos repitan; «Venezuela es una dictadura».

¿Es periodismo, eso? ¿Es uso ético de los medios de comunicación? No hay que olvidar que todos estos medios, tienen un sólo propietario, que acumula el 78% de la capacidad de expresión que existe en el país.

Todos los ataques que lanzan hoy esos medios, son iguales a los que se lanzaban contra Cuba desde el inicio de la Revolución Cubana. Fue la misma monserga: la dictadura, un pueblo que muere de hambre, un régimen que se derrumba. Hoy, el mundo reconoce los éxitos de Cuba, sus grandes avances científicos, en materia de salud, educación, tecnología.

Jorge Bergoglio ha sido el tercer Papa que ha visitado Cuba. Los tres últimos Papas han considerado indispensable llegar a la Patria de Martí, donde han sido recibidos calurosamente por su pueblo y su gobierno. Cuba acaba de abrir paso a la paz en Colombia. Y en la Asamblea General de Naciones Unidas ha dicho un mensaje que ha llegado al mundo. En octubre, la Asamblea General de la ONU votará la Moción de Condena al bloqueo contra Cuba, ese bloqueo que ha defendido siempre la «prensa grande». Y esta vez ni siquiera Estados Unidos podrá votar por su moción. Cuba tiene el apoyo del mundo.

Algo similar sucede en la patria de Bolívar. Venezuela fue electo miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La UNESCO, la Organización Mundial de la Salud, la FA0, han saludado los avances de Venezuela en materia de educación, salud, agricultura y alimentación. Pero nada de eso publica aquí la «Prensa Grande». Podríamos citar apenas unos cuantos datos:

De acuerdo con los resultados del informe 2013 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe-Cepal, Venezuela figura como el país con la mayor reducción del porcentaje de pobreza hasta el año 2012. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística-INE, la pobreza se ha reducido de un 28.9% en 1998 a un 19.6% en el 2013; mientras que el porcentaje de hogares en pobreza extrema ha disminuido del 10.8% en 1998 al 5.5% en el 2013.

La inversión del Gobierno en programas sociales desde 1999, se ha multiplicado respecto a la década anterior. La inversión social ha aumentado desde el año 1999 al 2013, un 64.1%

Venezuela es el país de la región que más ha luchado contra la desigualdad. El coeficiente Gini es 398, el más bajo de América Latina. Es el país menos desigual entre los países de la región (INE), debido al mejoramiento de la distribución de los ingresos en beneficio de los sectores más pobres.

La tasa neta de escolaridad primaria se ubicó en el 2013 en 95.90%. La Revolución Bolivariana permitió el incremento de la matrícula (inicial, primaria y media) en un 29%, garantizando una educación gratuita y de calidad.

Para el período 2012-2013, Venezuela alcanzó 7.878.538 de estudiantes dentro del sistema escolar. La matrícula universitaria alcanzó los 2.629.312 estudiantes. Convirtiendo a Venezuela en el segundo país en América Latina y el quinto en el mundo en matrícula universitaria. La Unesco declaró a Venezuela «Territorio Libre de Analfabetismo», luego de implementar en el año 2005, el Programa «Yo Si Puedo», alfabetizando a más 1.5 millones de ciudadanos, convirtiéndose en el segundo país de la región en conseguirlo. La evolución de la desnutrición infantil en menores de 5 años pasó de 7.70% en 1990 a 2.53% en el 2013. Eso convirtió a Venezuela en el quinto país de Latinoamérica con menor Índice de Desnutrición Infantil, mereciendo un reconocimiento de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura-FAO.

Cifras similares podríamos obtener en salud, empleo, seguridad social, desarrollo humano y otros indicadores fundamentales, pero ¿se han enterado de eso a través de los Canales de la Tele, los editoriales de los diarios, o los informes radiales? ¿Alguna vez ha dicho algo de eso cualquiera de los «comentaristas», «analistas» u «Opinólogos» invitados de manera cotidiana por los «grandes medios»?

Con absoluta seguridad que ninguno de ellos ha dicho una sola palabra de todo esto. Pero es más, ¿acaso ellos permiten que digan eso quienes conocen realmente la realidad venezolana o latinoamericana? Ellos, no solo faltan a la verdad, sino que, además, denigran a quienes no piensan como ellos. Y si no lo creen, léanlos o véanlos, y ustedes mismos sacarán sus experiencias y sus conclusiones. Para los «grandes medios», ética y periodismo son incompatibles, contradictorios, no tienen entre sí, vinculo alguno.

Formalmente, se admite que los 5 «principios» del periodismo son: verdad y precisión; Independencia; Equidad e imparcialidad; Humanismo y Responsabilidad.

Ninguno de estos principios norma la prensa peruana y latinoamericana en manos del Gran Capital. Al contrario. Es la mentira y la imprecisión; la Dependencia a los intereses de los poderosos; la inequidad y la parcialidad; la falta de sentido humano en la información y la irresponsabilidad; lo que guía la conducta cotidiana de los hombres de prensa, en países como el nuestro.

Para ellos, lo que manda es la idea de Karl Bucher: el periódico «es un texto que se redacta para vender espacios publicitarios», o una noticia.

La mentira, el escándalo, el culto a la violencia, el afán de denigrar la honra de las personas y la calumnia constante; constituyen expresiones cotidianas en un medio como el nuestro.

Hay que darles la batalla y derrotarlos con la verdad en la mano, convencidos que la ética, es la bandera de los pueblos.

Gustavo Espinoza M. es Presidente de la Asociación Amigos de Mariátegui/ Director de «Nuestra Bandera»

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