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Carta al director de El País, que no publicaron

Sobre el asalto a la flotilla humanitaria

Fuentes: Rebelión

Señor director. Estos días atrás, el mundo entero ha clamado contra el Estado sionista de Israel, por el abordaje sangriento de su ejército a una flota de barcos que llevaba ayuda humanitaria a Gaza, así como por el bloqueo a que tiene sometida, desde hace dos años, esa franja de tierra con un millón y […]

Señor director. Estos días atrás, el mundo entero ha clamado contra el Estado sionista de Israel, por el abordaje sangriento de su ejército a una flota de barcos que llevaba ayuda humanitaria a Gaza, así como por el bloqueo a que tiene sometida, desde hace dos años, esa franja de tierra con un millón y medio de personas hambrientas y deesperadas. Según el filósofo francés Bernard-Henry Lévy, en un artículo titulado ISRAEL-GAZA: ALTO A LA DESINFORMACÓN, publicado en su periódico el día 8 de este mes de junio, los millones de personas de todas partes que han levantado ese clamor se dividen en dos clases: una mayoría de desinformados y unos setecientos «tontos útiles [que] se embarcaron en una epopeya miserable, cayendo en la trampa de los fanáticos del Apocalipsis antijudío». Según el señor Lévy, que por supuesto no se considera desinformado ni tonto útil, Israel no sólo ha actuado con total corrección y pleno derecho al asaltar los barcos, sino que también ha actuado de manera impecable y estuvo legalmente asistido cuando impuso el bloqueo y durante los dos años que lo ha mantenido.

A mí no me importaría darle la razón, aún a sabiendas de que no la tiene, al ilustre filósofo en todo cuanto alega respecto a este caso concreto, siempre y cuando me permitiera situarlo en un contexto histórico. En un contexto que podríamos abrir en 1917, tras el Informe Balfour, en que iniciaron una lenta pero implacable colonización. Siguió en 1948, cuando Israel se proclamó unilateralmente como Estado y, a partir de ahí, arrasó cerca de quinientas aldeas palestinas, unas con sus habitantes dentro y otras vaciándolas de moradores, luego de robarles todos sus bienes, y enviándolos a campos de refugiados de Jordania, Siria y el Líbano, donde dos millones se hacinan desde hace sesenta y dos años, a pesar de que la ONU lo ha conminado varias veces a que los deje regresar a sus hogares. Y están también las decenas de miles de prisioneros sin juicio y los millones de asesinados, víctimas de una limpieza étnica abrumadoramente documentada en su libro «La limpieza étnica de Palestina«, por un profesor de Historia Contemporánea judío, Ilan Pappé, de la Universidad de Haifa.

Decir que el gobierno sionista ha actuado en algún momento correctamente, o lealmente o legalmente con los palestinos, a los que ha despojado de las tierras que habían habitado durante dos mil años es, simplemente, mentir. Desde el momento en que la ONU hizo una partición injusta en 1948, que los países árabes hicieron bien en no aceptar, hasta ahora, en que ya se han apoderado de casi todo el territorio -y las partes que no, las tienen ocupadas- Israel no ha tenido en ningún momento intención de portarse «correctamente» con los palestinos a los que, por el contrario, ha humillado. Ni con arreglo al derecho internacional.

No se comprende que haya personas que todavía crean que los sionistas están dispuestos a iniciar ningún proceso de paz ni a permitir la fundación de un Estado palestino. Todos los líderes sionistas han declarado, uno por uno, desde hace mucho, sus intenciones. David Ben Gurión, primer presidente del ilegal Estado, ya dijo: «tenemos que expulsar a los árabes y ocupar su lugar». Y así todos los demás.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR