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Televisión Española: tres actos en la misma farsa

Fuentes: Cádiz Rebelde

Ilusa, utópica, cuando no ingenua, antigua y rancia, pueden ser alguno de los adjetivos que merezca la persona que ose pensar, que algún medio de comunicación de titularidad pública aplica criterios de pluralidad, información no muy sectaria (no vamos a decir objetiva porque, afortunadamente, es imposible) y democrática. I. Los unos. Ilusa, utópica, ingenua, antigua […]

Ilusa, utópica, cuando no ingenua, antigua y rancia, pueden ser alguno de los adjetivos que merezca la persona que ose pensar, que algún medio de comunicación de titularidad pública aplica criterios de pluralidad, información no muy sectaria (no vamos a decir objetiva porque, afortunadamente, es imposible) y democrática.

I. Los unos.

Ilusa, utópica, ingenua, antigua y rancia, quizás, pero seguro olvidadiza la persona que no recuerda los avatares de la época en que el PSOE fue quien gobernó la televisión pública hasta 1996. Directores de la independencia de José María Calviño, María Antonia Iglesias o Jordi García Candau, que fueron fieles soldados en la maquinaria de poder del felipismo, y que por ello dejaron una huella de gratitud en no pocos corazones (y bolsillos) progresistas. En su quehacer, no sólo la mentira y la difamación, cuando no el silencio más miserable contra todo lo que se atreviera a criticar al régimen, eran normas habituales de la casa. Su labor canallesca en el referéndum sobre el ingreso de España en la OTAN, la información denigrante de todo lo que no fuera PSOE, o la multiplicación por muchos dígitos de la deuda del ente, junto a la colocación definitiva, cual funcionarios, de varios cientos de militantes/simpatizantes del partido, fue un hecho habitual, que ni siquiera era noticia. ¿Se acuerdan?.

II. Los otros.

Pero la reprobación casi unánime, que cosechó luego la política que aplicó el Partido Popular en la Radio Televisión Española, era más que justificada. La permanente presencia en los informativos y programas varios, de Aznar, sus ministros y su cohorte, resultaba tan patética, como los personajes que ponían el rostro a tamaño sectarismo reaccionario: Alfredo Urdaci, Carlos Dávila, Luis Herrero… . Una caterva de noticias manipuladas, inventadas, sacadas de contexto, junto a la presencia constante de invitados militantes del opus, del belicismo atroz, del nacionalismo patrio más chirriante, del ideario medieval más contumaz, eran la constante del período en que el PP estuvo gobernando.¿Se acuerdan?.

III. La vuelta de los unos.

Ahora todo es diferente, el nuevo talante, surgido de las urnas con el nuevo gobierno del PSOE, esta empeñado en demostrarnos que se puede hacer una televisión pública al servicio de la gente. La ecuanimidad de los fichajes estrellas, Julia Otero o El Señor Gran Wyoming, resiste cualquier análisis. Ironías aparte, imagino a mucha gente decepcionada comprobando como la lealtad al poder lleva a situaciones patéticas, donde todo lo que no lleva la etiqueta del partido, de moderno, de progresista (o lo que entiende el actual poder político que es moderno o progresista) es vilipendiado o llanamente ignorado. Las personas más desmemoriadas, o en su caso que no vivieron la primera parte del gobierno del PSOE, y que en lo personal no tienen que agradecerle nada al partido, deben estar asistiendo abochornadas y con vergüenza ajena, al intento de convencimiento televisivo más falaz, según el cual, los dos sindicatos mayoritarios, el partido, sus aliados, sus artistas, sus hermanos de PRISA y sus afines, son lo progresista, in y moderno, la objetividad llevada a las ondas y el cable, pero sobre todo, la única alternativa comunicativa-política al neofascismo que encarna el PP.

De la farsa de hacer creer que ellos no son tan serviles al capitalismo como los otros, viven desde 1982, y en esa supervivencia tiene mucho que ver el uso escandaloso de la televisión pública. ¿Nos acordaremos?.