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Tratar de discernir lo verdadero de lo falso al hilo de la información…

Fuentes: Daniel Vanhove

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

La concentración de los medios de comunicación dominantes en manos de algunos grupos privados es un verdadero peligro para la democracia. Y si bien algunos ciudadanos comienzan a comprenderlo, no es menos cierto que estos medios empiezan a ser muy influyentes en función de los intereses que persiguen. Intereses económicos la mayoría de las veces, pero también interés ideológico puesto que por medio de la perennidad de su ideología se podrán desarrollar tanto más fácilmente los intereses económicos que persiguen.

Así, en estos últimos meses, ¡qué no leemos, oímos o vemos en estos mismos medios a propósito de Oriente Medio! Entre las (supuestas) amenazas de un Irán nuclear y las amenazas (reales) de la importante deflagración que supondría atacar a este país; la retirada de Iraq del ejército estadounidense que «sólo» deja ahí 50.000 hombres a pesar del recrudecimiento de los atentados en un país en ruinas; Pakistán devastado por las inundaciones pero socorrido por medio del lanzamiento de paquetes humanitarios por parte de los mismos que los siguen bombardeando con [aviones teledirigidos] drones; el peligroso percance a causa de un árbol en la frontera libanesa o incluso la polémica suscitada por la reanudación de conversaciones directas entre un primer ministro sionista aliado a una extrema derecha profundamente racista y un presidente palestino que actúa sin mandato… ¿Cómo arreglárselas con todo?

Ante el tropel de informaciones aparentemente contradictorias, el objetivo de todas estas puestas en escena (porque es de eso de lo que se trata) es, sin embargo, el mismo: sentar y reforzar todavía más y siempre la ley del más fuerte, del pensamiento dominante y tratar de humillar , con el único fin de sacar el máximo de beneficio, la voz de los pueblos que aunque son mayoritarios están privados de medios equivalentes.

Así, cuando en el espacio de unos días se explota la imagen de la joven Aisha desfigurada, la de Sakineh en peligro de ser lapidada o más recientemente la de Ebrahim, un joven homosexual amenazado con ser colgado, para movilizar a la opinión pública en contra de regímenes políticos que utilizan estos métodos, ¿no habría que preguntarse por la ausencia de movilización de esta misma opinión pública ante las masacres cotidianas actuales a las que se entregan las «fuerzas coaliadas» en estos mismos países que ellas pretenden «liberar» y que sólo son objeto de una reseña en los medios? Más allá de los dramas que constituyen, esta focalización en estos casos particulares, escrupulosamente identificados, ¿acaso no es una manipulación para darnos buena conciencia e indicarnos así que, a pesar de nuestras intervenciones a golpe de armas de destrucción masiva contra unas poblaciones desprovistas de lo elemental (agua, electricidad, comida, alojamiento, medicamentos, atención médica), no habríamos perdido nuestro sentido altruista y que, a decir verdad, hace desaparecer así nuestra mentalidad siempre impregnada de un espíritu colonial? ¿Preocuparnos de pronto de estos casos en medio de los miles de casos anónimos que ignoramos la mayor parte de las veces acaso nos redimiría de nuestros fechorías y de nuestra habitual indiferencia? ¿Nos salvaría lo que nos queda de alma? ¡Qué buen negocio! Y sobre todo, qué hipocresía magistral: efectivamente, es más fácil blandir estos casos articulares e ignorar la ley de la gran cantidad que se sigue avasallando y masacrando con nuestras temibles tecnologías ….hasta el punto de que después sea imposible explotar en una de las revistas sensacionalista unos cuerpos destrozados, pulverizados, irreconocibles … Henos aquí que de este modo hemos logrado estigmatizar sin pestañear la «barbarie» de uno u otro caso… para ocultar mejor la nuestra que prosigue con sus lanzamientos de bombas de fragmentación, de fósforo, de uranio empobrecido, cuando no son las minas antipersona las que seguirán matando inocentes una vez que nuestros «chicos» hayan hecho las maletas y vuelto su país como héroes, orgullosos del «trabajo hecho». ¡Sentir que uno pertenece a esta sociedad ya no tienen que ver con un mal sueño, sino con una auténtica pesadilla!

Otro acontecimiento que debería atraer nuestra atención en la manipulación de la información es el último ataque de la resistencia palestina contra cuatro colonos israelíes de la región de Hebrón, al sur de Cisjordania. Como siempre ocurre en un caso similar, la información que se nos ha revelado de forma continua subraya lo salvaje de la agresión frente a la pena inconsolable de la comunidad enlutada. En ninguna parte oirán ustedes que unas horas antes un grupo de colonos de esta misma región de Hebrón había ametrallado a una decena de palestinos que trabajaban en sus tierras. Después de todo, este suceso es corriente si no cotidiano. Y, ¿qué son estos palestinos, en otras palabras, estos árabes, en comparación con los piadosos israelíes establecidos ahí para expiar nuestros crímenes y «porque Dios les ha dado esta tierra»? Tampoco se señala en ninguna parte que Hebrón es la ciudad palestina donde hacen estragos los colonos probablemente más violentos que se pueda encontrar en Palestina, ¡unos verdaderos dementes, en realidad! Cualquier persona que haya estado en la región puede dar testimonio de ello. Como tampoco recuerdan en ninguna parte estos medios de comunicación tan conscientes que la ONU considera ilegales TODAS estas colonias. En cambio, no hay que esperar mucho para que estos medios insistan en el apoyo a esta acción por parte de las diversas acciones de la resistencia, (tratadas, no hay ni que decirlo, de «terroristas») y, la mismo tiempo, su condena por parte de las autoridades oficiales… que se abstienen de censurar la presencia de estos colonos en este entorno.

Y, ¿qué pueden hacer los palestinos leyendo estas repetidas condenas?

– No pueden ni fomentar los atentados suicidas a causa del riesgo de matar civiles; sólo nosotros estamos autorizados a hacerlo con nuestras armas temibles… con el pretexto de aportar la «civilización» a países bárbaros;

– Tampoco pueden enviar a ciegas cohetes debido al mismo riesgo de matar civiles: sólo nosotros estamos capacitados para hacer este tipo de operación y con la ayuda de nuestros drones … nosotros sólo dejamos «daños colaterales»;

– No pueden oponerse al robo de tierras para que se siga construyendo el Muro, considerado ilegal por una gran mayoría de países, vía la Corte International de Justicia de La Haya en 2004… pero cuya orden de detención seguimos siendo incapaces de dar;

– Tienen prohibido armarse para defenderse de una ocupación que, sin embargo, la comunidad internacional reconoce que es ilegal a través de múltiples Resoluciones de la ONU…sin aplicar;

– Por no hablar de Gaza, este laboratorio en el que están enjaulados como ratas y donde el ocupante experimenta lo peor, obligándoles a excavar galerías para sobrevivir sin que ningún Estado occidental tenga el valor de condenar sin la menor ambigüedad a la entidad sionista por la ignominia de sus crímenes;

– Todo lo más, pueden desfilar pacíficamente, y aún así, evitando arrojar la menor piedra al ejército de ocupación… so pena de acabar en las cárceles israelíes para algunos años;

– Y se les pide además que garanticen la seguridad del ocupante y se acosa a todas aquellas personas que quieren resistirse a él, tarea a la que se dedican muy afanosamente los representantes de la Autoridad Palestina del no elegido presidente palestino Abbas… transformados así en colaboradores activos.

Mientras tanto, ¿a qué estamos asistiendo? A nada que no sea a cómo la entidad sionista prosigue cotidianamente la colonización de Palestina, a una enésima ronda de negociaciones de la que todo el mundo sabe que los dados están trucados de antemano. El asno palestino de Abbas empuja, pues, su viejo morro hacia el buey sionista del que él sabe que no debe esperar nada. ¿Por qué asno?, me dirán ustedes. Porque sólo a un asno se le hace avanzar con una zanahoria en una mano y el palo estadounidense en la otra. Entonces, ¿por qué el buey? Porque me parece que el primer ministro Netanyahu tiene una actitud grosera. Pero esta vez, estos dos no se inclinarán sobre un recién nacido. Sólo podrán constatar el aborto programado de un Estado comparsa que no se establecerá NUNCA sobre las pocas parcelas desperdigadas que le destina el obtuso ocupante desde la punta de sus napias.

Daniel Vanhove -Observador civil, autor de La Démocratie Mensonge, 2008, Ed. Marco Pietteur – colección, Oser Dire.

Fuente: http://www.mondialisation.ca/index.php?context=va&aid=20884