Si tengo que describir la escena, tal vez lo que quiero contar resulte demasiado extenso y los tres mil y pico de caracteres que me aconsejaron los que saben de redacciòn, se consumirán en el intento. Lo cierto es que tenemos con mi compañera un momento libre. Cuando hay hijos de por medio a veces […]
Si tengo que describir la escena, tal vez lo que quiero contar resulte demasiado extenso y los tres mil y pico de caracteres que me aconsejaron los que saben de redacciòn, se consumirán en el intento. Lo cierto es que tenemos con mi compañera un momento libre. Cuando hay hijos de por medio a veces suele ser un espacio conquistado. La opción es ver la tele o buscar una película. Video del barrio, mirada cómplice de José que al vernos entiende que la crìa dio respiros. Mariana busca que ver, es especialista, desarrolla toda su intuición y una gráfica en blanco y negro deja ver «Trelew» en el estuche que trae en sus manos.
Pienso en Glayzer- y su «cine militante». De pronto Rubén Pedro Bonet penetra en nuestras vidas, irrupción de su imagen sin acuerdo previo, directa, con el estilo del talentoso director desaparecido por los genocidas militares. Me quedo con su mirada frente a la cámara, es transparente, no tiene dudas, traduce la determinación de quien actúa por lo que la necesidad del momento impone. Esta junto a sus compañeros. Rodeado por la Marina, en un aeropuerto del sur. Es conferencia de prensa no pautada por asesores de imagen para político en campaña. Los periodistas no deglutirán sándwichs ni otras vituallas a su finalización.
Explica Bonet que estar allí es un episodio de la lucha revolucionaria, y nos dice que ella no es otra cosa que las múltiples maneras en las que el pueblo trabajador expresa su búsqueda de libertad, desprendiéndose de estructuras productivas y sociales injustas que lo oprimen. Agrega que ese proceso debe ser entendido en sentido amplio, como una guerra al Capital, no buscada por los trabajadores, sino generada por la violencia que la burguesía despliega de múltiples maneras sobre el conjunto de los explotados y que esta insita en ese modo de producción-
Pensando en los sucedido, en el fusilamiento ulterior de Bonet y el resto de los compañeros en una base naval, que el filme retrata con datos específicos, desde nuestro aquí y ahora, desde el nosotros mirando esa película oculta en algún anaquel de un perdido y bohemio video de barrio en una tarde noche, se me ocurre pensar en que no hemos podido continuar aquellos objetivos, porque si bien no dejamos de luchar, abandonamos la construcción subjetiva del sujeto social del cambio como tarea militante.
Esta claro que las desapariciones físicas se extendieron desde entonces hasta nuestros días y en ese sentido Bonet y el resto de los compañeros fusilados, se corporizan en los caídos en puente Pueyrredón y en cualquier otra persona que victima de la criminalizaciòn de la protesta social da con sus huesos en algún oscuro calabozo de Comisaría o sufre el gatillo fácil de las fuerza represivas, siempre y en todos los casos con esa leal compañera de ruta que tiene el Capital: LA IMPUNIDAD.
Todo esto es así y a veces parece sobreabundante decirlo, pero hay entre aquellos hombres en conferencia de prensa obtenida fusil en mano, rodeados por tanques de la armada, explicando el porque de la lucha, que esta no era ajena a la lucha del conjunto de los trabajadores por derrotar a la dictadura del Capital y nosotros los de aquí y ahora una diferencia cualitativa que debemos revertir partiendo de la base de su constatación.
Los sectores dominantes obtuvieron a fuerza de muerte, manejo ideológico mediático y otras artimañas un éxito cultural fundamental. Consiguieron que dejara de estar planteada en la comprensión colectiva y como labor militante, la construcción del sujeto social del cambio. Transformaron el papel del individuo en la historia cambiando su contenido. Consiguieron que se pasara, del arquetipo que corporizan Bonet y el resto de los compañeros en Trelew y todos aquellos caídos en la lucha revolucionaria, al modelo del militante político correcto, pragmático, posibilista y utilitarista.
El abandono dentro de la tarea militante de la construcción del sujeto revolucionario, emergente de la clase social explotada y consciente de la necesidad de la transformación de las estructura existente, es el dato más relevante de nuestros tiempos.
Estamos ante un nuevo 22 de agosto. Hay que luchar para que esa fecha eche raíces en cada uno de nosotros. No basta con poner las fotos de los caídos y recordar sus nombres. No basta con señalar a los responsables de esa matanza que aún hoy continúan impunes. Es necesario un punto de encuentro con la vital idea subyacente en todos y cada uno de los caìdos en la lucha. Transformar las estructura económicas, transformándonos en ese mismo proceso en sujetos del cambio, en hombres nuevos con determinación para esa labor histórica con las herramientas que las particulares condiciones de la lucha de clase nos indiquen, procesadas desde la orientación estratégica y táctica de un partido revolucionario de los trabajadores.