La cadena de televisión TeleSUR (Televisión del Sur), inició sus actividades el 24 de julio del pasado año bajo el lema «Nuestro Norte es el Sur». Se conformó como un proyecto con financiación pública que transmite desde Latinoamérica vía satélite y en castellano. Su objetivo: coadyuvar al proceso de integración latinoamericano. Impulsada por el gobierno […]
La cadena de televisión TeleSUR (Televisión del Sur), inició sus actividades el 24 de julio del pasado año bajo el lema «Nuestro Norte es el Sur». Se conformó como un proyecto con financiación pública que transmite desde Latinoamérica vía satélite y en castellano. Su objetivo: coadyuvar al proceso de integración latinoamericano. Impulsada por el gobierno venezolano, esta sociedad anónima de capital público está participada en su accionariado por los Estados de Venezuela, con el 46 por ciento, Argentina con el 20, Cuba con el 19, Uruguay con un 10 y Bolivia con un 5 por ciento .
El devenir de los medios de comunicación en América Latina está directamente vinculado con el futuro de sus democracias. En la actualidad la dictadura mediática pretende suplantar lo que alguna vez fueron las dictaduras militares, son los grandes grupos económicos los que usan a los medios de comunicación y deciden quién tiene y quién no tiene la palabra, así como quién es el protagonista y quién el antagonista ante los importantes procesos de transformación social que se están dando en el continente. Los sectores oligárquicos que más gritan contra los cambios económicos, sociales y políticos que se están dando en las sociedades latinoamericanas, son quienes logran más pantallas en las televisiones al uso, mientras que las grandes mayorías siguen afónicas sin voz y sin imagen.
Es un hecho difícil de cuestionar el que el modelo comercial que nos llega permanentemente a través de la información, la publicidad o las series de televisión y la cultura de masas, es un envase con un lacito de colores que disfraza y distorsiona la realidad y que conlleva también un discurso ideológico agresivo y limitante de las libertades ciudadanas.
Una necesidad hecha realidad
TeleSUR forma parte de un viejo sueño común de los comunicadores sociales progresistas en América Latina. Teniendo en cuenta que mucha gente que luchó por tener un mecanismo de integración comunicacional fue detenida, torturada, asesinada y desaparecida en el continente, este proyecto se erige también como un homenaje contra la represión a la que fueron sometidos todos estos impulsores de un nuevo modelo de información alternativo e independiente en la región. Dicha quimera no se basó en la creación de una televisión, sino en el intento de desarrollar una gran agencia de noticias alternativa que hiciera frente a las agencias norteamericanas y europeas. Hoy, esa realidad ha llegado de forma diferente, ha llegado en el formato televisivo y no ha sido fruto de la casualidad, se ha decidido conscientemente que lo más útil en el plano de la comunicación hoy en día en América Latina es un canal de televisión.
El hecho de que TeleSUR haya salido adelante tiene que ver con esta nueva América Latina que se está gestando en los últimos diez años. Una década atrás, nadie podía pensar que un país que no pagara su deuda externa no sería invadido por los marines o que no se le hiciera quebrar su sistema financiero. Nadie podía pensar hace cinco años que Estados Unidos perdiera cuatro votaciones consecutivas en la OEA y que ni siquiera pudiera poner al frente de ésta a su candidato a secretario general preferido.
Estos nuevos gobiernos progresistas latinoamericanos, distintos entre ellos y cada uno a su manera, están recuperando el Estado en cada uno de sus países, Estados a los que se intentó privatizar y desmantelar durante más de 30 años de gobiernos neoliberales, lo que dejó como siniestro resultado a un 40 por ciento de la población marginada y en la absoluta pobreza (personas carentes de documentación, sin acceso a la educación y a la salud, que dejaron de existir como ciudadanos).
Por 514 años la población del continente fue obligada a verse siempre con ojos extranjeros, las noticias provenían de agencias de comunicación extranjeras. Proyectos como TeleSUR están haciendo posible que América Latina comience a verse con sus propios ojos, comience a conocerse y mirarse al espejo, descubriendo su diversidad cultural, su diversidad étnica y su identidad.
La palabra en este continente fue secuestrada por dictadores, por políticos corruptos y por asesores económicos que quisieron convencer a sus diferentes sociedades de que con el neoliberalismo y la globalización todo iba a ser mejor. El resultado no pudo ser más catastrófico, por ello TeleSUR encarna esa necesidad de rescatar la memoria del continente, sus tradiciones y su historia, en definitiva, rescatar su palabra.
Retos para un nuevo modelo comunicacional
Mientras la televisión comercial apunta a la creación de consumidores para los productos que quiere imponer o al adoctrinamiento ideológico bajo la premisa del libre mercado, los proyectos audiovisuales alternativos, entre ellos TeleSUR, apuntan a la creación de ciudadanía.
Se pretende que al ciudadano le llegue una información objetiva con distintos puntos de vista de un mismo tema, para que sea él mismo el que tenga la oportunidad de crearse su propia opinión. No es sólo una cuestión de formas, se necesita crear ciudadanos críticos para que Latinoamérica pueda asumir las transformaciones que sus poblaciones tanto anhelan, según indican los diferentes resultados electorales que se van dando país tras país. Esto es un esfuerzo extra, porque tanto TeleSUR como los demás proyectos de comunicación alternativa que se están dando en el continente, tienen la obligación moral de rescatar la ética. Esa ética es lo que transversalmente hace posible un proyecto que pueda ir de la mano de la gente y también hacia la gente.
TeleSUR es un proyecto político y también estratégico. Es un proyecto político porque surge de los Estados nacionales con la intención de ayudar al proyecto de integración regional. También es un proyecto estratégico, dado que es el primer proyecto de comunicación de masas en América Latina que surge como alternativa al mensaje hegemónico que viene desde las transnacionales mediáticas. Se ha comenzado a desalambrar los latifundios mediáticos, y esto no se realiza desde la marginalidad que ha caracterizado la intervención de todos los que hemos militado en la comunicación alternativa, sino desde una lógica de medio de masas, competitivo tanto en su elaboración técnica como en su calidad.
Según decía Aram Aharonian, director general de TeleSUR, en su última conferencia en Madrid : «Nos habían convencido de que alternativo significaba marginal, nosotros podíamos ser alternativos si teníamos una pequeña revista, una pequeña radio o un pequeño canal de televisión. Conseguíamos financiación de ONG tanto de Canadá, como de Nueva Zelanda, Holanda u otras partes del mundo para tener ese pequeño espacio, ese pequeño nicho, pero nunca para tener la osadía de hacer una red, de juntarnos, de tener fuerza. Así nos podían seguir dominando y podíamos seguir siendo marginales. Nosotros hemos entendido que para ser realmente alternativos, tenemos que ser masivos y competitivos, y no competitivos en el carácter comercial de la palabra, si no en lo que se refiere a tener un mensaje de por lo menos igual calidad técnica, igual calidad de imagen dentro de la televisión, y con mucha mejor calidad de contenidos. Esa es la única forma de ser realmente alternativos».
El 28 de enero de 2005 se aprobó el decreto que permitió la conformación de la compañía anónima La Nueva Televisión del Sur, entidad jurídica de TeleSUR. El canal comenzó sus transmisiones de forma satelital el 24 de julio en emisión experimental y el 31 de octubre del año pasado desde sus propios estudios en transmisión 24 horas a través del satélite NSS806 que posibilita que pueda ser visto en toda América, Europa y el noroeste de África. En 9 meses exactos quedaba construido el proyecto mediático más ambicioso de Latinoamérica.
No hay forma de medir su audiencia salvo como audiencia potencial. En una transmisión por cable no hay mecanismos de control. TeleSUR tiene una audiencia de entre 3 y 30 millones de personas, los 3 millones los garantiza la emisión por televisión abierta, los 30 millones por ahora son potenciales, son los que tienen la posibilidad técnica de verlo, no hay de momento forma exacta de medirlo. Lo que sí es una realidad es que TeleSUR tiene picos altos de audiencia en los noticieros centrales, en tan sólo un año de existencia ha pasado a ser un referente de la información alternativa.
¿Y los contenidos?
Pero una nueva televisión sin nuevos contenidos realmente sirve para poco. El mayor problema con el que se enfrenta TeleSUR y cualquier otro proyecto audiovisual latinoamericano es que no existe en estos países una industria audiovisual que sea capaz de generar contenidos.
Necesariamente hay que conformar una industria de contenidos que abastezca no solamente a TeleSUR, sino a todas las televisiones en América Latina, así como que sea capaz de generar productos para la exportación. Por eso el proyecto más dificultoso con el que se enfrenta la contrainformación audiovisual a medio y largo plazo es la creación de una buena factoría latinoamericana de contenidos. Ante este reto se imponen lógicas creativas y búsquedas de formas de financiación nuevas.
Un proyecto como TeleSUR que es la negación total a la publicidad consumista, tiene la necesidad imperante de conseguir contenidos nuevos, rigurosos en su información y realizados con una calidad alta, no existirá una televisión nueva de no ser así, y ese es uno de los mayores problemas con los que se encuentran hoy.
Un ejemplo claro del despropósito existente en este sentido es que durante el año 2004 se inscribieron 643 documentales en los diferentes festivales audiovisuales del continente, de ellos se difundieron masivamente solamente 21, dato que evidencia que no se incentiva la producción latinoamericana. Las televisiones del continente suelen emitir lo que les envían desde la productoras y televisiones de Estados Unidos y Europa (es más barato y es más fácil), dejando a todo ese material audiovisual que se hace en la producción independiente latinoamericana sin cabida en los canales convencionales.
Otro de los problemas que enfrentan este tipo de proyectos es que más del 85 por ciento de la información periodística proviene de agencias de Estados Unidos, que sumada a la que proviene de agencias europeas sitúa el baremo en que el 98 por ciento de la información que hay en el mundo esté manejada desde los países del llamado primer mundo. De igual manera, en América Latina la información está manejada por cuatro transnacionales de la información. Esto conlleva la necesidad de crear nuevas y propias fuentes de información desde la comunicación alternativa. No es tarea baladí, esto significa dar crédito, profesionalizar y apoyarse en redes de información alternativa a la vez de crear corresponsalías. En este sentido TeleSUR cuenta ya con 10 oficinas (corresponsalías) distribuidas en Buenos Aires, La Paz, Brasilia, Bogotá, La Habana, Caracas, Puerto Príncipe, Managua, Ciudad de México y Washington, y colaboradores en el resto de países de América Latina, como mecanismo para paliar esta necesidad y poder ofrecer información propia hacia América Latina y el resto del mundo.
Lamentablemente aún se está lejos de poder acceder a toda la información necesaria, y esto hace urgente crear una agencia de noticias que pueda cubrir todo lo que sucede en el conjunto del continente. De igual manera se hace necesaria una agencia de imágenes que permita la independencia de las imágenes procedentes del Norte, en este sentido TeleSUR estableció acuerdos de coutilización de imágenes con el canal de televisión qatarí Al Yazira.
Un año después de su creación, TeleSUR debe afrontar todos estos nuevos retos, no es fácil su subsistencia como un medio de comunicación alternativo y de masas, sin embargo el reto al que se enfrenta es fundamental para el avance de un nuevo modelo comunicacional proveniente de los países del Sur que pretende rescatar la ética periodística de la información, a la vez que esos viejos géneros del periodismo que la televisión instantánea, el fast news, ha hecho olvidar, como son la crónica, el reportaje, la investigación periodística, el análisis y el debate de ideas.
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Decio Machado es Sociólogo, miembro del Consejo Editorial del periódico Diagonal y responsable de proyectos de cooperación en Centroamérica de la ONG Paz con Dignidad.