El asesinato por la espalda de Rafael Nahuel en Villa Mascardi continúa impune. El juez Gustavo Villanueva, que ahora deja su cargo, dilató la causa desde el primer día y no procesó a ningún prefecto, ni siquiera al cabo Pintos, dueño del arma que disparó la bala que mató al joven mapuche. El juez Moldes […]
El asesinato por la espalda de Rafael Nahuel en Villa Mascardi continúa impune. El juez Gustavo Villanueva, que ahora deja su cargo, dilató la causa desde el primer día y no procesó a ningún prefecto, ni siquiera al cabo Pintos, dueño del arma que disparó la bala que mató al joven mapuche. El juez Moldes regresó al juzgado Federal y solicitó la captura internacional de Fausto Jones Huala y Lautaro González, los únicos imputados. La familia sigue luchando para que se haga justicia.
Pasó exactamente un año de aquella tarde en que una bala disparada desde un subfusil MP5 terminó con la vida -y los sueños- del joven de 21 años llamado Rafael Domingo Nahuel en Villa Mascardi, Bariloche. ¿Pero qué sucedió en esos 365 días que el caso aún sigue impune?
Nuestras Voces estuvo en Bariloche a los pocos días del asesinato y realizó un seguimiento permanente del caso a lo largo de este año. Si algo está claro es que la investigación estuvo medida siempre con distintas varas: la de eximir de culpa a los asesinos y la de cargar las culpas a la víctima.
En todo este tiempo el Ministerio de Seguridad, conducido por Patricia Bullrich, se encargó de sostener -con el aval de algunos medios- la teoría del enfrentamiento. Desde aquella primera versión de que todo sucedió a 400 metros de la ruta con «gritos que aparentaban ser gritos de guerra» pasasron a la de que había «15 y 20 personas encapuchadas, con máscaras antigases de tipo militar y banderas con lanzas que en sus puntas tenían atados cuchillos».
Con la inspección ocular del 7 de diciembre de 2017 en Villa Mascardi se demostró que los únicos que dispararon armas de fuego fueron los agentes de Albatros. En el peritaje del que fueron parte más de 100 personas junto al juez Gustavo Villanueva encontraron vainas servidas de 9 milímetros y postas de goma de cartuchos anti-tumulto: fueron 114 disparos en total.
La teoría de la Ministra Bullrich se desmoronaba pero en todo momento contó con complicidad de la fiscal Silvia Little para seguir adelante con la afirmación de que los mapuche tenían armas y, de esa manera, justificar el asesinato de Rafael Nahuel.
Las eternas pericias
Recién en marzo de 2018 se conoció un informe del Departamento de Caracterización del Centro Atómico Bariloche (CAB) que confirmó que Rafael Nahuel no tenía restos de pólvora en sus manos. Eso indicó que el joven mapuche no disparó armas de fuego el día que fue asesinado por la espalda por un agente Grupo Albatros. De todos modos esos informes fueron enviados al Laboratorio Regional NOA del Cuerpo de Investigaciones de Fiscales del Ministerio Público Fiscal de Salta y hubo que esperar varios meses más.
En esos días el Grupo Clarín se abocó a reinstalar la teoría del enfrentamiento. Para indignación de los científicos del Centro Atómico Bariloche los informes de Salta decían que tanto Rafael Nahuel como Fausto Jones Huala y Lautaro González -que bajaron de la montaña el cuerpo sin vida del joven asesinado- tenían restos de pólvora en sus manos.
La querella alegó que a Salta sólo llegaron filmaciones y datos digitalizados de la pericia realizada en el Centro Atómico de Bariloche y los especialistas sostuvieron que las partículas correspondientes a las manos de Rafael Nahuel analizadas en las cintas de carbono no son compatibles con pólvora.
Cuando en el mes de junio se supo que la bala que había matado a Rafael Nahuel fue disparada del subfusil MP5 perteneciente al cabo Francisco Javier Pintos se pensó que, tal vez, el caso estaba resuelto. El Prefecto fue citado a declarar y negó ante el juez haber usado el arma que le pertenecía. Para confusión del Tribunal dijo que su compañero Juan Ramón Obregón fue quien utilizó un MP5 esa tarde del 25 de noviembre.
Ni Pintos ni Obregón -que luego fue citado a declarar- fueron detenidos con prisión preventiva como esperaban los abogados y familiares de Rafael Nahuel. En cambio si le fue revocada la libertad a Fausto Jones Huala y Lautaro González por un fallo de la Sala III de la Cámara de Casación.
La ausencia
A principios de octubre Nuestras Voces volvió a Bariloche y visitó en su casa del barrio Nahuel Hué a Graciela Salvo y Alejandro Nahuel, los padres de Rafael.
Peón de albañil y changarín sin opción, Alejandro Nahuel dijo: «Lo único que queremos es que vaya preso el que mató a Rafita, el que le tiró por la espalda, ¿por qué lo mató? ¿por qué? Un pedazo de tierra no vale más que la vida de Rafita».
«Como somos una familia pobre ellos piensan que nos vamos a cansar de pedir Justicia. No investigan, nos mienten, nos dicen que Rafita estaba armado, inventan mentiras para no meter preso al que lo mató por la espalda, pero nosotros no vamos a parar hasta que el que nos mató a Rafita vaya preso», dijo Graciela Salvo que pasó toda su vida limpiando casas de familias de «los kilómetros». Una zona de clase media alta donde empezó a ganarse la vida fregando pisos desde los 13 años.
«Él quería cambiar de vida, quería vivir en la montaña, tener una huerta y estar con los peñis», afirmó Graciela sobre las decisiones de su hijo de reconocerse en las tradiciones mapuches, en la identidad que lleva desde su apellido pero que la sociedad marca como una cruz, un estigma para los que descienden de los originarios que fueron masacrados en la Campaña del Desierto y que continúan siendo el enemigo del Estado argentino.
«Vamos a poner toda la fuerza y vamos a seguir luchando por la Justicia para Rafita. Mi señora llora por las noches y yo me mareo de tanto extrañarlo y pensar en él pero no vamos a quedarnos con los brazos cruzados», sostuvo el padre.
Soplan vientos oscuros
Tras terminar su mandato en el Consejo de la Magistratura se sabía que el juez Leónidas Moldes volvería a ocupar su cargo en Bariloche en lugar del subrogante Gustavo Villanueva que -por presiones y decisiones propias- nunca fue a fondo en la investigación.
Villanueva se encargó de dilatar permanentemente los avances de la investigación y su última medida fue pedir nuevamente una pericia sobre la bala que mató a Rafael Nahuel. ¿Con qué fin?, se preguntan los abogados defensores y la APDH de Bariloche (a quién el mismo juez les negó la posibilidad de ser querellantes en la causa).
En el mientras tanto Moldes retomó funciones y su primera medida no fue contra los que asesinaron sino con los compañeros de Rafael Nahuel, los que bajaron el cuerpo sin vida de la montaña.
El juez, que en 2001 condenó a Marina Schifrin a tres meses de prisión en suspenso por una protesta de dos horas a la altura del ingreso a Bariloche que junto a 300 manifestantes reclamaba la apertura de copas de leche y el aumento salarial para docentes, emitió un alerta roja y dio aviso a Interpol para pedir la captura internacional de Fausto Jones Huala y Lautaro González.
Para los que reclaman Justicia por Rafael Nahuel el regreso de Leónidas Moldes es una mala noticia. «Si bien con Villanueva no se logró meter preso a quien disparó el subfusil sabemos al menos de donde partió la bala y tenemos esa prueba contundente», dice a Nuestras Voces una fuente cercana al expediente.
En la lof Winkul Mapu los mapuche resisten ante las amenazas de desalojo y ocupan una porción de tierra de la que el Estado argentino se apropió durante la denominada Campaña del Desierto.
La figura y el recuerdo de Rafael Nahuel siguen intactas en una bandera y una foto en la entrada a la lof que lo recuerdan con una de sus últimas imágenes. El pedido de Justicia para que se condene al prefecto que mató por la espalda al joven mapuche no cesará; como tampoco el reclamo por el derecho legítimo a la tierra.