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Familiares de las víctimas de otra masacre repudian la designación de Juan José Álvarez

Un duhaldista se encargará de la Seguridad de los Porteños

Fuentes: Prensa de frente

Alberto santillán y Vanina Kosteki, padre y hermana de Darío y Maxi Familiares de las víctimas de otra masacre repudian la designación de Juan José Álvarez Alberto Santillán y Vanina Kosteki, representantes de la Comisión Independiente por el Juicio y Castigo a los Asesinos del Puente Pueyrredón, repudiamos la reciente designación de Juan José Álvarez, […]

Alberto santillán y Vanina Kosteki, padre y hermana de Darío y Maxi
Familiares de las víctimas de otra masacre repudian la designación de Juan José Álvarez

Alberto Santillán y Vanina Kosteki, representantes de la Comisión Independiente por el Juicio y Castigo a los Asesinos del Puente Pueyrredón, repudiamos la reciente designación de Juan José Álvarez, ex secretario de Seguridad Interior del gobierno de Duhalde y uno de los máximos responsables de la Masacre del 26 de junio de 2002, como secretario de Seguridad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Esa designación, destinada a dar a la población una imagen de «seriedad» con la que se intenta frenar la indignación popular contra los gobiernos porteño y nacional, es el fruto de un acuerdo entre Néstor Kirchner y su aliado estratégico, Eduardo Duhalde, el principal responsable de los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

Paradójicamente, el gobierno de Aníbal Ibarra, responsable directo de la muerte de más de 180 jóvenes en los sucesos del 30 de diciembre del local «República Cromagnón», termina premiando a quien fuera uno de los responsables de la planificación, ejecución y justificación de los crímenes de Avellaneda. La «idoneidad y los conocimientos en la materia» argumentados por Ibarra en la reciente designación, no puede menos que generarnos indignación y el más absoluto repudio a dicho nombramiento. Así, se termina delegando la máxima función en materia de «seguridad» para la juventud en la Ciudad, en uno de los asesinos de Darío y Maxi.

Mientras acompañamos el dolor de los familiares y amigos de las víctimas, exigimos con la misma fuerza con que peleamos por el juicio y castigo a los asesinos de Maxi y Darío, que todos los responsables terminen en el lugar donde tienen que estar: tras las rejas. Y caiga quien caiga.

Alberto Santillán (Padre de Darío)- 15-5025-4525
Vanina Kosteki (Hermana de Maxi)- 15-5105-4665


Quién es Juan José Alvarez, el duhaldista que se encargará de la Seguridad de los Porteños
De la coordinación represiva en la Masacre de Avellaneda al control de la protesta después de la tragedia de Once

En momentos en que la conmoción social por el crimen de 185 personas, en su mayoría jóvenes humildes, reavivó en las calles céntricas de la Ciudad el repudio a la clase política expresado en los cantos de las movilizaciones al grito de «que se vayan todos», Aníbal Ibarra designó en el cargo más sensible en estos momentos a uno de los políticos repudiados que siempre vuelven. Con su gestión en crisis ante la bronca popular, el Jefe de Gobierno busca apoyo en el viejo y desprestigiado aparato del PJ bonaerense, nombrando a Juan José Álvarez, como el resultado de un nuevo designio táctico de dos aliados estratégicos: Néstor Kirchner, cuya gestión también fue duramente cuestionada por la tragedia, y Eduardo Duhalde, el principal responsable de otra masacre, los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, el 26 de junio de 2002, durante la represión en Avellaneda. Los antecedentes sobre la «sapiencia» de Álvarez en los temas de «seguridad ciudadana» tienen este origen:

«Juanjo Álvarez», sus antecedentes durante el Gobierno de Duhalde, la Masacre de Avellaneda

El 26 de junio de 2002, más de 40 personas fueron heridas con munición de guerra en Avellaneda y eran asesinados Darío Santillán y Maximiliano Kosteki como resultado de un operativo represivo a su cargo. Juan José Álvarez, desde que había asumido el cargo de Secretario de Seguridad en diciembre de 2001, había impulsado el accionar conjunto de las cuatro fuerzas de represión interior, que bajo su coordinación se puso en marcha el 26 de junio.

El viernes 7 de junio anterior, a menos de tres semanas de los crímenes de Avellaneda, Álvarez había anunciado que el gobierno «estaba decidido a impedir» las protestas que cortaran los accesos a la ciudad. Sobre el diálogo que aquel día el funcionario mantuvo con la prensa, informó la Agencia DyN: «Cuando se le preguntó si el gobierno actuaría con mano dura para controlar los piquetes, Álvarez sostuvo que no se trata de ‘dureza o blandura, sino de una decisión política. A la Ciudad no se la puede bloquear’, insistió Álvarez y sostuvo que ‘habrá operativos conjuntos de las fuerzas de seguridad para hacer frente a este tema». Una masacre se desató bajo su mando como consecuencia de la «decisión política» suya y del gobierno que integraba.

Durante la trágica jornada Álvarez dirigió el operativo desde su oficina, en permanente comunicación con los Jefes de la Policía Federal. Bajo sus órdenes se habían impedido, aquella misma mañana, otros tres bloqueos de Puentes, y sólo faltaba evitar «a cualquier costo» el corte del Puente Pueyrredón.

Inmediatamente después de los asesinatos, y hasta que se conocieron públicamente las fotografías que incriminaban a la Policía, Álvarez se convirtió en vocero oficial repitiendo los mismos argumentos que planteaba el Comisario Fanchiotti. Aquella primera noche después de los asesinatos, el Gobierno de Duhalde empezó a mentir en forma pública a las 21.30 horas, en la conferencia de prensa que organizó Juan José Álvarez en la Quinta de Olivos. «Los que manifestaron son otros (respecto a los cortes anteriores). Esta vez lo han hecho de una manera absolutamente violenta e irracional. Hubo personas dentro de la manifestación que pedían el auxilio de las fuerzas policiales porque veían correr peligro su propia integridad», sostuvo ante micrófonos, grabadores y cámaras de televisión. Durante esa conferencia y en los días siguientes, Álvarez insistió en mencionar -cada vez que pudo- la existencia de armas de fuego entre los manifestantes. No le importó que la policía no hubiera secuestrado ni una sola arma a pesar de las 160 detenciones y ningún efectivo hubiera sido herido por los disparos. «Se han visto agresiones con una honda, con escopetas, armas y bombas molotov», dijo.

En el trabajo de Investigación «Darío y Maxi, dignidad Piquetera», publicado en forma de libro por el MTD Anibal Verón en el Frente Darío Santillán, se analiza la actitud de Álvarez: «¿Sabía el secretario de Seguridad que estaba mintiendo o en su buena fe reprodujo información falsa? Como dijimos, no hubo ni hay ningún informe que certifique sus palabras. Después de ejercer como intendente de Hurlingham en el Gran Buenos Aires y como funcionario en áreas de seguridad en la provincia de Buenos Aires o en el gobierno nacional, Juan José Álvarez aprendió con precisión lo que somos los movimientos de desocupados, nuestros alcances y limitaciones. No desconocía el tema. Era consciente que estaba mintiendo para justificar los crímenes. Tan bien conocía lo que había pasado aquel día en Avellaneda que, antes de terminar la conferencia, cometió el fallido que lo delató. Refiriéndose a la denuncia del chofer al que le incendiaron el colectivo en la avenida Mitre al 1.300, a trece cuadras del Puente y cuando ya no quedaban manifestantes, lo hizo en estos términos: «Como ha denunciado un chofer de colectivos, lo ha bajado del mismo personal que estaba con escopetas». Con su acto fallido Álvarez no hizo más que confirmar lo que cualquiera que estuvo en Avellaneda aquella tarde sabía: que portando escopetas, armas de fuego, Itaka, el 26 de junio sólo hubo personal policial.»

Su carrera política

De 49 años, Álvarez construyó su carrera haciendo gala de una imagen legalista en materia de seguridad, distinta de los halcones del PJ que predican la represión indiscriminada, como Ruckauf o Atanasof. Sin embargo, la práctica lo encontró compartiendo y justificando el trabajo sucio a la par de hombres como Oscar Rodríguez. Los roles que el vicejefe de la SIDE y el secretario de Seguridad del gobierno de Duhalde jugaron en la planificación, ejecución y justificación de los crímenes de Avellaneda, lejos de ser antagónicos, fueron complementarios: para disparar sistemáticamente sobre los manifestantes, había que montar el escenario de saturación de fuerzas represivas que Álvarez dispuso.

Juanjo Álvarez dio sus primeros pasos políticos en los convulsionados años 70, militando en la derecha sindical peronista. Entre los años 91 y 93 fue el director más joven en la historia del Banco Provincia. Como gran parte del elenco duhaldista, conoce el menemismo desde adentro: fue subsecretario de la Presidencia de la Nación hasta 1995, especializándose y brindando seminarios sobre Modernización Pública, forma elegante de definir la política de privatizaciones que destruyó el patrimonio nacional. Fue electo intendente de Hurlingham en 1995 y 1999, cargo que abandonó el 26 de octubre de 2001 para hacerse cargo del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.

Dos meses después de asumir, durante la rebelión popular que terminó con el gobierno de De la Rúa, Álvarez jugó un rol destacado en las maniobras tendientes a que el aparato político del duhaldismo se quedara con el gobierno: «Ustedes, si quieren darles a los comercios chicos, denle p´adelante, basta que no se metan con los hiper», dice el diputado provincial Luis D´Elía que le dijo el entonces ministro de Seguridad de la provincia, en el marco de los saqueos del 19 de diciembre.

Una vez caído De la Rúa, Álvarez -desde el ministerio provincial- volvió a aportar su visión ágil y efectiva para desactivar lo que días antes había ayudado a activar. Una impresionante campaña de acción psicológica se montó durante las madrugadas del viernes 21 y sábado 22 de diciembre, con el fin de retraer el estado de efervescencia popular que habían generado los saqueos y el derrocamiento de un gobierno antipopular por la resistencia masiva en las calles. Con estas maniobras, Álvarez demostró su influencia y capacidad de manejo sobre el aparato político provincial y la bonaerense. Asumido Rodríguez Saá, fue designado para el mismo cargo pero en el Gobierno Nacional, por pedido expreso de Ruckauf.

En diciembre del 2001, en el marco de la estrategia del PJ para neutralizar la movilización popular y hacerse cargo del gobierno, Álvarez puso sus capacidades en función del mismo objetivo que compartía con quienes pregonan métodos menos sofisticados de represión. Mientras Oscar Rodríguez y Quindimil planteaban el enfrentamiento en términos de «disputarle la calle a los piqueteros y los zurdos», Álvarez apelaba a operaciones de acción psicológica basándose en un manejo inteligente de los medios periodísticos. La misma lógica se dio el 26 de junio de 2002.

Con la designación de Álvarez como responsable del área de Seguridad de la ciudad, el gobierno en crisis de Ibarra parece estar preparándose para apelar a los mismos mecanismos sucios de represión y acción psicológica que caracterizaron al Duhaldismo.