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En defensa de David Fernández

Un editorial que merece ubicarse en la historia universal de la infamia

Fuentes: Rebelión

«Matonismo» es el título de uno de los editoriales del global-imperial del pasado miércoles 13 de noviembre. «Las amenazas de diputados radicales a Rato dañan y desprestigian al Parlamento catalán» es el subtítulo. (Antes de proseguir vale la pena recordar el historial reciente de don Rato: ex ministro de Aznar, ex director gerente del Fondo […]

«Matonismo» es el título de uno de los editoriales del global-imperial del pasado miércoles 13 de noviembre. «Las amenazas de diputados radicales a Rato dañan y desprestigian al Parlamento catalán» es el subtítulo.

(Antes de proseguir vale la pena recordar el historial reciente de don Rato: ex ministro de Aznar, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, ex presidente de Bankia y flamante consejero asesor para Latinoamérica y Europa de la corporación dirigida por don César Alierta, Telefónica, la multinacional donde también «trabajó» don Iñaki Urdangarin y sigue «trabajando» don Eduardo Zaplana).

Lo que en el editorial de El País se cuenta en el tono subido y perdonavidas al que nos tiene acostumbrados merece, casi exige, ser comentado.

«Hay una conducta peor que intentar deslegitimar al rival: deslegitimarse a uno mismo y a la institución en que uno se incardina o representa», señalan de entrada» [1]. Pero no hablan de ellos mismos aunque lo parezca a primera vista. Sucede así, prosiguen, «cuando se utilizan los insultos, las amenazas y las gesticulaciones tabernarias en vez de los argumentos, las preguntas o las conclusiones, por más contundentes o radicales que puedan ser estos últimos». De argumentos, preguntas y conclusiones ellos van sobrados desde luego. No, por el contrario, de gesticulaciones tabernarias. De eso nada. Lean sus artículos sobre Cuba o Venezuela para tomar consciencia de ello.

Lo señalado es exactamente lo que ha sucedido en el Parlament de Catalunya en su opinión, «en la comisión de investigación sobre la crisis de las cajas de ahorros, a cuenta de la comparecencia del ex presidente de Bankia Rodrigo Rato». Aunque moralmente debiera acudir, recuerdan, don Rato, que sabe un rato de estas estrategias institucionales y de lo que en ellas toca decir, «no tenía obligación jurídica; asistió voluntariamente a la sesión por el impacto social de la entidad que dirigía». Siguiendo la estela de Platón pero con finalidades muy otras: Apología de RR., como si se tratara de un Sócrates postmoderno.

Sin embargo, llegó el escándalo y e desastre. Y no fue por la presencia de don Rodrigo. «Varios diputados correspondieron a su actitud con calificativos insultantes, desde el de pertenecer a una «élite carroñera» al de «gánster»». Destacó, señalan, en tal delicadeza el portavoz de la CUP, «quien aderezó los insultos blandiendo una sandalia mientras profería una pregunta abiertamente amenazadora». Vemos luego de qué iba la amenaza y, sobre todo, recordemos el peligro que representa «blandir una sandalia».

Más que la persona de Rato, sentencian los que siempre sentencian, «quien ha recibido de este incidente un daño difícilmente reparable es el prestigio del propio Parlamento catalán». ¿Por qué? Porque la sede «de la representación de la ciudadanía trabaja con discursos y normas; no con broncas ni gestos propios de riñas callejeras». ¿Desconocen los del global-imperial «broncas políticas» de mucho mayor alcance en centenares de parlamentos de todo el mundo? ¿No es bueno que, en ocasiones, irrumpan «broncas políticos» en las instituciones representativas? Nunca debe convertirse el Parlamento en espacio ni altavoz de amenazas y matonerías, añaden. Sin admitir desde luego la acusación, ¿no ha habido amenazas políticas en el parlamento español en mil quinientas ocasiones anteriores? ¿De qué matonerías hablan?

Además llueve sobre mojado aseguran los del global. Aquí aprieta el zapato. «El espectáculo de esta comisión parlamentaria forma parte de una secuencia de deterioro activo de las instituciones democráticas a cargo de prácticas inaceptables». ¿Cómo, por qué, prácticas inaceptables? ¿De qué hablan? Primero, afirman, «fue rodear la Cámara y los empellones a los diputados; ahora, con los representantes de esas fuerzas dentro del hemiciclo, se trata de convertirlo en una suerte de demagógico tribunal popular». ¿Se entiende? ¿Con los representantes de qué fuerzas? ¿Cuántos diputados sufrieron empellones? ¿Intervenciones políticas reconvertidas por el editorialista en tribunales populares, demagógicos por supuesto? ¿De qué tribunales están hablando? ¿Qué miedos intentan abonar?

Hay otros, aseguran (otros qué por cierto) que también tienen responsabilidad en el suceso: «quienes no han impedido sus excesos o no los han criticado con nitidez». Es el caso, incluso, de la presidenta de la comisión, doña Dolors Montserrat (del PP), y «de los que emplean una condescendencia benevolente y comprensiva hacia CUP, también cuando esta comete abusos institucionales». El activismo de los de Fernández -tomen nota de la expresión: «de los de Fernández. ¡A que mola, a que es muy equilibrada!- «nutre de jóvenes los actos independentistas y canaliza algunos de los sentimientos de protesta que expresó el 15-M, que tanta preocupación despertó en el nacionalismo convergente». Es obvio que están llamando la atención a CiU. ¡Se les va de madre!. Pero más allá de eso, situándonos en posiciones no independentistas, ¿qué hay de malo en que la CUP nutra de jóvenes sus actos independentistas (¿no es legal, no es legítimo?) y «canalice» (la expresión no es ni verdadera ni ajustada) los más que dignos y necesarios sentimientos de protesta, vindicación y rebeldía del 15-M?

Hay más, el editorial no deja nada en pie. «No es el Parlamento catalán el único lugar donde se suceden hechos preocupantes, en los que se comprueba el deterioro de las instituciones y la falta de consideración por parte de quienes más atentos debieran estar en su defensa». No, no sólo. «También en el Congreso de los Diputados se han oído expresiones de la zafiedad populista y de esa nefasta radicalidad polarizadora, tanto en boca de los unos como de los otros, incluida también la derecha más bienpensante». ¿Zafiedad populista? ¿Nefasta radicalidad polarizadora? A ver, a ver, de qué se está hablando. ¿Algún diputado o diputada ha hablado de pobreza, de desigualdades, de lucha de clases, de escandaloso beneficios empresariales, de explotación inhumana de las clases trabajadoras de Sefarad. ¿De eso se ha hablado? ¿Es eso lo que critica el imperial globalizado? ¿Y quiénes se salvan de tanta zafiedad? Ellos, por favor, sólo ellos.

Pero, ¿qué sucedió? Tomo pie en otra información no firmada del propio diario. Para que no se nos acuse de zafios o maleantes [2]:

PP y CiU critican los insultos a Rato en el Parlamento catalán». La entradilla: «Posada ve «inadmisible» que el diputado de la CUP le a «gánster» en la Cámara autonómica» .

Los insultos que escuchó el lunes el ex presidente de Bankia en la comisión que investiga el derrumbe de las cajas catalanas y la probable vulneración de derechos de los ciudadanos, por parte de diputados de ICV, ERC y de la CUP suscitaron ayer las críticas del presidente del Congreso y de sectores del PP se señala en la información. Duran i Lleida acusó incluso a David Fernández de romper la presunción de inocencia (¿Cómo, qué, de qué se está hablando?). Don Jesús Posada afirmó que no le gustó el trato dispensado a su amigo Rodrigo. «Fue una intervención amenazadora y con unos términos inadmisibles. Me dejó mal sabor de boca». ¡Mecachis con el mal sabor! Coincide con la más que veterana, casi eterna, diputada popular Dolors Montserrat. Castizamente señaló: «Ayer se pasaron tres pueblos, no hay manera de evitarlo». En el mismo sentido, el presidente del BBVA, Francisco González, calificó de «lamentable y sobre todo triste» lo ocurrido. ¡Triste! ¡Vágame Dios! Los vasos político-económicos comunicándose. ¿Temerá alguna comparencia suya en el futuro?

Josep Vendrell, diputado de ICV-EUiA, acusó a Rato de pertenecer a la «élite carroñera». ¿No es el caso? ¿No es un miembro de esa élite que está desolando el país y lo está conduciendo al abismo? Pere Aragonés, de ERC, «¿Es consciente de que sus huellas dactilares están en la trama del crimen de la crisis y que debería estar en la cárcel?». Se desconoce si hubiera dicho lo mismo en caso de tener delante a Isidre Fainé o a Félix Millet.

La intervención de la CUP fue la penúltima «tras sesiones de horas y horas en las que la inmensa mayoría de los comparecientes han negado tener responsabilidad en la gestión de unas entidades que han acabado nacionalizadas». Y eso, recuérdese, «pese a haber cobrado sueldos y pensiones de cientos de miles de euros». Una gestión que grupos parlamentarios como la propia CUP, ICV-EUiA, ERC -o incluso Ciutadans!- se encargan de recordar que es «la causante del sufrimiento de los miles de ciudadanos que compraron preferentes o hipotecas que luego no pudieron pagar». ¿Es a esto a lo que hace referencia el matonismo del título del editorial?

El momento más duro, se afirma en la información, durante la comparecencia de don RR, el más duro insisto se produjo cuando David Fernández blandió su sandalia y le preguntó a don Rato: «¿Tiene miedo?». «¿A quién, a usted?», respondió RR. «No, a perderlo todo como lo han perdido miles de familias de España. Nos vemos en el infierno, su infierno es nuestra esperanza. Hasta luego, gánster. Fuera la mafia».

De España, a David Fernández no le importó hablar de España. Se estaba refiriendo a gentes, a familias, a las que se siente muy próximo. ¿Rato, el ex del FMI, ha perdido algo? ¿El infierno (es obvia la metáfora) de Rato y de tantos otros, del sistema en su conjunto, no es acaso nuestra esperanza, la esperanza de las gentes más desfavorecidas y marginadas por la crisis-estafa a la que nos han conducido? ¿Dónde está el problema? ¿No hay que gritar ¡fuera la mafia!? ¿Don Rodrigo Rato no se ha comportado como un gánster económico, no ha formado parte de instituciones que alientan la actuación de estos individuos desalmados? ¿No ha leído don RR ni el editorialista la enorme y documentada bibliografía que hay al respecto? ¿Afirmaciones así no pueden sostenerse en el Parlament de Catalunya? ¿Esto no forma parte del debate político y de las necesarias denuncias políticas (no hay juicio alguno en ello ni ninguna alteración de normas procesales) ante estafas anti-obreras y anti-ciudadanas como las que se están investigando? ¿A qué aspiran? ¿A la armonía celestial cubierta de buenas, corteses y asignificativas palabras? ¿Al silencio de los rebeldes? ¿A encajar la indignación en sus propios cauces para convidarnos luego a una copita de cava y darnos un golpecito en la espalda por ser tan buenos y razonables?

Cayo Lara, desde luego, no tuvo su día más afortunado con su comentario.

 

PS1. Unas observaciones, excelentes en mi opinión de César Castañón Ares, pueden leerse en » La CUP-AE y la regeneración política» [3]. Un fragmento: «La segunda posible reacción frente a la actual situación consiste en entender que un Parlamento es un lugar destinado a la política. De hecho, es prácticamente el único lugar en el que actualmente se puede hacer política -aunque normalmente no se haga-, y la CUP-AE, consciente o inconscientemente, lo está aprovechando. Observemos que la única razón por la cual David Fernández ha podido estar cara a cara con Rodrigo Rato es por su condición de diputado; y que el único motivo por el cual ha podido enseñarle un zapato y llamarle gángster sin ser detenido y acusado de algo muy grave, es por su condición de diputado. ¿Significa esto que Fernández piensa cosas muy diferentes sobre Rato de las que pueden pensar Joan Herrera o Dolors Camats (lideres de ICV)? Seguramente no. La diferencia entre una y otra formación, en este caso, es que la CUP-AE no ha renunciado a hacer política en el Parlament de Catalunya; ni a la posibilidad de situar la política por encima de la economía, como se requiere en cualquier sistema para poder llamarlo democrático… No obstante, no me cabe ninguna duda de que lo que la CUP-AE está consiguiendo con su actividad parlamentaria, poco a poco, es la regeneración de la política y de la democracia; y estoy seguro de que los procesos de repolitización social, de reconstrucción de la conciencia de clase que se están dando en la actualidad en Catalunya se ven positivamente influenciados por esa actividad.

 

PS2: También ha escrito sobre el editorial Pablo Iglesias, «El matón de David Fernández» [4]. El final de su reflexión: » El ejercicio de cinismo del autor del editorial es digno de elogio, pues hasta para ser cínico hay que tener habilidades intelectuales y las suficientes agallas para que te rebata cualquiera. Por eso la pregunta debe ser otra: ¿Qué puede llevar a un profesional de la información a escribir así? Casilla 1: El editorialista no es un cínico y efectivamente piensa lo que escribe. En ese caso, le pido que acepte mis disculpas y me perdone por presuponerle la inteligencia y las agallas propias de los cínicos. Casilla 2: Telefónica es el mayor accionista español de El País (recuerden que el periódico está mayoritariamente en manos de fondos de inversión estadounidenses, bancos suizos y grupos de comunicación italianos) y hay que defender a sus directivos. Marquen la casilla que más les convenza»

 

Notas:

[1] http://elpais.com/elpais/2013/11/12/opinion/1384281920_009773.html

[2] » http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/11/12/catalunya/1384289758_168154.html

[3] http://castares.wordpress.com/2013/11/13/cup-regeneracion-politica/

[4]

http://blogs.publico.es/pablo-iglesias/614/el-maton-david-fernandez/

 

Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia).

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.