Tengo entre las mano un libro que se presenta como brillante trabajo de investigación elaborado mediante «una peligrosa infiltración en las mafias cubanas» relacionadas con la droga. Su titulo es «Conexión Habana», de Santiago Botello y Mauricio Angulo, una obra ampliamente difundida y promocionada en los medios españoles por aquellas afirmaciones de que el gobierno […]
Tengo entre las mano un libro que se presenta como brillante trabajo de investigación elaborado mediante «una peligrosa infiltración en las mafias cubanas» relacionadas con la droga. Su titulo es «Conexión Habana», de Santiago Botello y Mauricio Angulo, una obra ampliamente difundida y promocionada en los medios españoles por aquellas afirmaciones de que el gobierno cubano espiaba a los famosos. Como ya dejan claro en su contraportada, la tesis dominante es promover que «la cara amable de Cuba se desvanece dejando paso a otra realidad más siniestra». Según afirman los autores «la mayor parte de la cocaína procedente de Colombia hace escala en la isla antes de partir hacia Europa y Estados Unidos». Añaden que «estas operaciones difícilmente se podrían hacer sin el beneplácito de Fidel Castro obsesionado con la seguridad y la vigilancia».
Para escribir la obra, afirma la contraportada, los autores «se infiltraron en las mafias del narcotráfico con cámara oculta para demostrar la presunta implicación del régimen castrista en las redes de narcotráfico internacionales».
Vale la pena intentar observar sus «demostraciones» y su arriesgado trabajo con cámara oculta», si bien no entiendo porque afirman que la implicación de Fidel Castro es «presunta» sin dicen haberla demostrado. Para terminar de complicar sus «demostraciones» y «acusaciones», dicen en la «Nota de los autores» al principio del libro que «LA VERDAD, por más que la buscamos, no pudimos encontrarla». Peculiar modo entonces de demostrar sus acusaciones contra el gobierno cubano.
Como su principal soporte de investigación con valor de prueba para documentar el libro es esa «cámara oculta», busco entre las páginas esas reveladoras fotografías tan elocuentes y arriesgadas. Algo defraudado, compruebo que ocupan sólo dieciséis páginas de las trescientas que tiene el libro. Tres páginas y media de sus fotografías son reproducciones de prensa española y otra más del diario cubano Granma, no hizo falta ocultar mucho la cámara de fotos. Continuemos con sus «fotografías de investigación con cámara oculta». Una de ellas es una foto de agencia de Camilo José Cela con su esposa Marina Castaño, el pie de foto afirma que el escritor fue «uno de los muchos personajes espiados por las autoridades cubanas». No parece que esa foto demuestre mucho. También se reproduce una foto nocturna de plantas de marihuana sin identificarse la procedencia y, junto a ella, unos militares colombianos incautando un alijo de cocaína en Cartagena de Indias. Son, según los autores, valiosas y arriesgadas pruebas gráficas de la implicación de Fidel Castro en el narcotráfico mundial.
La siguiente es una imagen, también nocturna, de dos policías cubanos, identificando a un viandante con el pie de foto: «Grupo de policías en una calle de La Habana». No logramos descifrar qué han demostrado con tan valioso documento. Otra foto similar recoge a dos policías identificando a una persona que circula en bicicleta. Parece que esa es la foto que más demuestra lo que afirman en el pie: «En La Habana la vigilancia es continua, en cada esquina hay policías de uniforme o de paisano».
También se reproducen documentos, uno de ellos, fechado en el año 2000, procede del Ministerio del Interior cubano y hace referencia a «famosos y del área empresarial que han sido estudiados y con los que se debe de tratar de buscar contactos», nada excepcional a pesar de tratarse de un documento del Departamento de Estado de Acceso Restringido. Según afirma el pie de foto, en el documento «se habla de qué personajes han sido «controlados» por las autoridades cubanas». A pesar de que los autores del libro escriben la palabra controlados entrecomillada esa expresión no aparece en ningún lugar del informe. También reproducen en tres páginas otro documento, del que se ocultan los datos personales, es una sentencia por delitos de «cohecho, falsificación de documentos públicos, sustracción de objeto de custodia oficial, tráfico de droga, delito contra la seguridad del Estado». El documento es anunciado en el libro como demostrativo de «que existe corrupción entre militares de alto rango del ejército cubano». No deja de asombrar que una prueba para acusar de corrupción a un gobierno sea la existencia de un sentencia contra los corruptos.
Otra de las fotos es un texto en la pantalla de un ordenador. Es una carta personal en la que, tras la primera línea de saludo, aparece la palabra PRIVADO entre corchetes. El pie de foto dice lo siguiente: «Los mensajes que se enviaban por Internet desde La Haban aparecían inexplicablemente clasificados, aquí se ve el título Privado en un mensaje personal». El término «Privado» al que se hace referencia no lo ha escrito nadie, menos aún los servicios de inteligencia cubanos. Es la denominación de un «campo informático» que aparece automáticamente por el procesador de texto cuando se le da la opción mostrar códigos. Usted puede hacer la prueba desde un procesador de Word. Abra un archivo, vaya a «insertar», seleccione la opción «campo». En la columna de «nombres de campo», seleccione el denominado «PRIVATE» o «PRIVADO», según la versión de word que se tenga. Pulse Aceptar. El documento aparecerá sin ningún cambio. Ahora, con su mismo documento word en pantalla, pulse entre los iconos de la fila superior el de mostrar u ocultar códigos. Lo identificará por un signo similar a una P mayúscula invertida. Púlsela y aparecerá PRIVATE o PRIVADO en el lugar donde se encontraba el cursor cuando realizó la operación anterior de insertar campo. No se preocupe, no hay ningún agente cubano dentro de su ordenador como piensan los autores del libro, es sólo un código informático.
Entre las fotos hay una en la que aparecen un grupo de hombres que tienen entre sus manos un gallo. El pie titula sencillamente: «Una de las peleas de gallo a las que los autores asistieron durante la investigación». No vemos mucha relación de eso con el narcotráfico y las mafias, a no ser que esa foto de dos guajiros (campesinos cubanos) con un gallo sea la prueba de la existencia de bandas internacionales de delincuentes. Efectivamente, en las zonas rurales del país se siguen convocando las peleas de gallo con gran expectación a pesar de que están prohibidas en Cuba, como en España, por las normales razones de consideración a los animales.
La siguiente foto de «gran valor documental» son dos hombres sentados en un banco separados más de un metro entre sí y con las caras difuminadas. Parece que, según el pie de foto, es la «Imagen del primer encuentro de Mauricio con uno de los contactos». Reveladora fotografía.
El último documento de su «cámara oculta» es anunciado como «Una de las Actas que relaciona Cuba con el narcotráfico internacional, leída en el Congreso de EEUU». No se trata de otra cosa que la transcripción parcial de una intervención de la congresista anticastrista Ileana Ros-Lehtinen en Miami. No es un documento probatorio de nada, son los extractos de una intervención de un político que se caracteriza por su virulenta oposición a Fidel Castro.
Y llegamos a la última foto. Como no, es la foto de la imprescindible «cámara oculta» con el siguiente pie: «Cámara oculta con la que se hizo la investigación que dio lugar al reportaje «Narcotráfico en La Habana» y al presente libro».
El balance es desolador, su libro de investigación con cámara oculta cuenta con diez fotografías, una de ellas de la propia cámara. Parece que no tuvieron que gastar ni un carrete de doce fotos. Otras cuatro fotocopias de periódico, una sentencia judicial, un documento restringido cubano de hace cinco años y las notas de la intervención pública de una congresista de Miami.
El libro comenzó con la siguiente dedicatoria: «A El Latas, a Dun-Dun González, a Onliyú y a todos lo hombres y mujeres encarcelados tras un juicio sin garantías en Cuba». Sin duda es una enternecedor reconocimiento con vocación justiciera. Supongo que procederá de unos autores de la obra con una sólida trayectoria en la defensa de la justicia y los derechos humanos. Afortunadamente en la tapa interior hay unas líneas sobre el perfil de estos autores. Santiago Botello fue jefe de redacción de Esta noche cruzamos el Mississippi y subjefe de la sección de sociedad de Tele5. En la actualidad es responsable de los programas de esa televisión Aquí hay tomate, Pecado original, TNT y Diario de… Es decir, todo un currículum de lo más representativo de la prensa del corazón y la televisión basura española amante del cotilleo y las exclusivas de famosos y alcobas. Pero apoteósico es el currículum de Mauricio Angulo, el otro coautor del libro. Lo reproduzco íntegro, tal y como aparece en la contratapa, porque no tiene desperdicio: «Mauricio Angulo es conseguidor, se gana la vida consiguiendo cosas que para otros son esenciales pero inalcanzables. Suele colocar su oficina en lugares donde se cotizan al alta sus servicios, como los conflictos bélicos. Tiene el don de poder hacerse con coches, gasolina, visados, armas o imágenes exclusivas. Ha trabajado en Kurdistán, Tailandia, Birmania, Georgia, Yugoslavia, Albania, Kosovo, Angola, Cuba, Argentina, Chile, Brasil, Irak y Afganistán, entre otros lugares».
Comprendo que con esos principios morales y esa invulnerable ética haya pensado que Cuba no sea el lugar apropiado para «su oficina» y haya elegido España.