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Un inédito primer ministro de facto para la supercrisis

Fuentes: Rebelión / CLAE

La oposición derechista cuestionó la designación de Massa como «superministro» de Economía y pusieron en duda la capacidad del gobierno para resolver los problemas económicos que afronta el país suramericano.

El arribo del hasta ahora presidente de la Cámara de Diputados  Sergio Massa al cargo de un superministerio que unificará a Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca, incluyendo además las relaciones con los organismos internacionales, bilaterales y multilaterales de crédito, significa para los analistas, que la presidencia de Alberto Fernández se terminó: ahora deberá compartir el poder.

Además, Fernández sabe que cederle el ministerio de Economía es entregarle todo el protagonismo a un dirigente que quiere ser candidato a Presidente el próximo año.

La prensa lo presenta como “superministro”, un primer ministro de facto que concentra el poder político, en un diseño sin precedentes en la Argentina. El dirigente izquierdista Rafael Del Caño fue categórico: Más que un cambio de gabinete, es un cambio de gobierno, que no eligió nadie”. Al menos no el pueblo, quizá si el círculo rojo del poder fáctico. Fernández queda en un rol minimalista, acaso sincerando o “legalizando” el que practica desde hace semanas.

Massa asume con muchos de los atributos ejecutivos sin que nadie lo haya votado, luego que ya aumentaran las tasas de interés por las nubes, ya hablan de devaluación “controlada”, de dólar sojero más amplio, de mayores concesiones a los poderes fácticos y terminar de desplumar el contrato electoral con el cual el Frente de Todos llegó al poder. Obviamente eso no significa el fin del Gobierno del Frente de Todos, pero evidencia una crisis muy importante.

La oposición derechista cuestionó la designación de Massa como «superministro» de Economía y pusieron en duda la capacidad del gobierno para resolver los problemas económicos que afronta el país suramericano. «No sé si Massa tiene claras las ideas. No es una persona que genere confianza», aseveró Patricia Bullrich, presidenta de Propuesta Republicana (Pro), partido que integra la coalición Juntos por el Cambio.

Coalición Cívica, otra de las fuerzas integrantes de Juntos por el Cambio, señaló que Massa «goza de inhabilidad moral para el ejercicio» de sus nuevas funciones, mientras que Mario Negri, presidente de los diputados de la Unión Cívica Radical, afirmó que “el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner implosionó. La reestructuración del gabinete no es suficiente. Hace falta un plan que este gobierno hasta acá no tuvo”.

Desde la izquierda, la diputada Myriam Bregman también cuestionó la llegada del «superministro Massa», a quien calificó como un amigo de las corporaciones. «El país sigue atado al Fondo Monetario Internacional, con ataques al pueblo trabajador y beneficios a las patronales. Es mentira que de esto se sale con ajuste, la crisis la tienen que pagar los capitalistas», sostuvo.

Catarata de renuncias

Las renuncias fueron cayendo en cascada. La última fue la del secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, Gustavo Beliz. Antes se produjo una más resonante, la de Martín Guzmán, el ministro de Economía; y previa a esa la del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. Todos ellos funcionarios cercanos al Presidente. Y Daniel Scioli también se fue: volvió a la embajada en Brasil. 24 días: ese fue el tiempo que duró Silvina Batakis como ministra de Economía.

Gustavo Beliz le garantizaba al gobierno una llave de acceso al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Numerario del Opus Dei, con juego propio, que al mismo tiempo pisaba los expedientes de crédito negociados con China, en sintonía con los deseos del Departamento de Estado de Estados Unidos

Beliz se enfrentó con Claver Carone, el estadounidense presidente del BID: primero le cerró el acceso a un crédito de 500 millones de dólares que el organismo debía entregar a la Argentina en el segundo semestre de este año como parte del acuerdo con el FMI. Y después de obstruir los proyectos con China y sin poder cerrar los créditos de los organismos multilaterales como el BID, Beliz le escribió una carta D.Yi Gang, representante chino en el organismo para pedirle una mano en la gestión del préstamo.

Beliz acumulaba tensiones internas cada vez más importantes: el bloqueo al desarrollo de la central eléctrica de Atucha III y la represa hidroeléctrica Néstor Kirchner, ambos proyectos financiados por China, uno muy objetado por Estados Unidos, y los dos con trámites de acceso a crédito paralizados en su área.

La interpretación en el Frente de Todos es que no había presidente, y ahora hay una especie de primer ministro de facto que empuña el timón. El vacío de poder es insoportable e insostenible y por ello llega esta forma de cohabitación, que ha sido factible en sistemas parlamentarios, pero no en el presidencialismo.

El debate de la coalición gobernante enfrentaba hasta ahora a dos miradas. Una, la de Alberto Fernández que consideraba que la crisis era básicamente una crisis económica y específicamente cambiaria, y por el otro al resto de los integrantes de la coalición (desde la vicepresidenta Cristina Fernándezhasta los gobernadoresque fueron los últimos que hicieron “entrar en razón a Alberto”) que decían que era una crisis política.

Finalmente,  Alberto Fernández  tomó la decisión más fuerte y más contundentede toda su gestión: la decisión de terminar de debilitarse a sí mismo. Evidentemente, no alcanzaron todas las medidas tomadas en estos días por la fugaz ministra de Economía Silvina Batakis y que implicaban una capitulación tras otra a los poderes fácticos: el dólar sojero, las promesas de ajuste, equilibrio fiscal y caja única, las señales hacia los mercados o las promesas al Fondo Monetario.

Ahora el poder quedó en manos de un hombre orgánico del establishment e íntimo de la embajada de EEUU. La pérdida de apoyo socialdelgobierno en general y deAlberto Fernández en particular, no fue por falta de políticao de economía; sino por la economía política que se aplicó durante estos dos años que puede sintetizarse en una palabra: ajuste.

Quizá Massa intenta emular al brasileño Fernando Henrique Cardoso de Itamar Franco. En 1992 Itamar Franco reemplazó a Fernando Collor de Mello (él era el vice) que fue destituido por casos de corrupción y movilizaciones callejeras, y poco después Cardoso asumió el ministerio de Hacienda y elaboró el neoliberal Plan Real, de ajuste y estabilización “exitoso” que luego continuará durante sus dos mandatos presidenciales.

El británico Financial Times opinó que el nombramiento es «un intento por rescatar al gobierno» de Alberto Fernández «y recuperar la confianza del mercado a medida que empeoran los temores de una crisis económica en toda regla. Como parte de su función, Massa también liderará el acuerdo de reestructuración de Argentina por 44.000 millones de dólares con el FMI, así como las negociaciones con otros prestamistas”, recuerda

Claudio della Croce. Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.