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Un movimiento popular solidario enfrenta los incendios en El Bolsón

Fuentes: Agencia Tierraviva

La comunidad de La Comarca, que une a las localidades de Chubut y Río Negro, se activó como una sola red solidaria frente a los incendios. Vecinos y vecinas salieron a combatir el fuego con sus herramientas, cocinaron viandas para los brigadistas y reunieron donaciones. Una reacción comunitaria frente a la falta de recursos estatales y las causas ocultas detrás de los incendios. Un pueblo frente a un Gobierno que inventa un enemigo interno para no debatir soluciones de fondo.

«Hasta la lluvia» es el nombre de un grupo de Whatsapp surgido a partir de los incendios que, en 2021, arrasaron con las viviendas en el paraje Las Golondrinas, en el municipio de Lago Puelo (Chubut). El jueves 30, el grupo volvió a encenderse otra vez; otra vez el fuego. Las llamas están ahora en el paraje rural Mallín Ahogado, en la localidad rionegrina de El Bolsón, siempre dentro de la Comarca Andina del Paralelo 42 —región que une localidades de las provincias de Chubut y Río Negro—. El grupo, y las redes sociales todas, se transformaron en red organizativa para articular los esfuerzos comunitarios. Como en Epuyén (Chubut), en los primeros días de enero; otro incendio de interfase —en zonas de transición entre áreas urbanas, rurales, semi-rurales y boscosas— avanza contra vecinos, pequeños productores, animales, casas, galpones, alambrados y cultivos.

Arden bosques centenarios que custodian la vida tranquila que crece a las faldas de la Cordillera de los Andes. Con la tragedia en los rostros, las y los habitantes de la Comarca se preguntan cuándo llegará la lluvia. Y mientras el agua no cae del cielo, se ve en acción un movimiento popular de autodefensa de proporciones aún más grandes que la catástrofe de las llamas.

Red de contención y solidaridad de pobladores frente a los incendios en el Bolsón.
Foto: Jade Sivori

Detenciones y violencia contra los lazos solidarios

Dentro de ese movimiento se encuentran los brigadistas voluntarios que se suman al combate del fuego. Este miércoles, cuando el incendio estaba por cumplir una semana activo, el gobernador Alberto Weretilneck informó sobre la detención de tres brigadistas en Mallín Ahogado. En el marco de la causa que investiga el fiscal Francisco Arrien sobre las causas de los incendios, las detenciones fueron contra Nicolás Heredia, Tomás Anarella y Fabián Pasos. Aranella y Pasos fueron liberados esta jueves en la Comisaría 36 de Dina Huapi, mientras se hacían allanamientos y se anunciaba una cuarta detención.

Las organizaciones y asambleas denunciaron que los detenidos, acusados de iniciar los incendios, son en realidad brigadistas que estaban combatiendo el fuego junto a sus vecinos. Por eso, las detenciones generaron una inmediata reacción de la población y una protesta en la puerta de la Comisaria 12 de El Bolsón. Pero ante la movilización de la gente para exigir la liberación, una patota de personas a caballo persiguieron a los vecinos y vecinas a rebencazos y golpes, frente a la mirada e inacción de la Policía local.

Uno de los agresores, que golpeaba a la gente diciéndoles «no les tengo miedo», era Víctor Hugo Araneda, hombre ligado al intendente Bruno Pogliano y que es recordado en el pueblo por participar de acciones violentas en las protestas por el asesinato de Elías Garay, el joven mapuche de la Lof Quemquemtreu; y contra los participantes de la marcha que, cada año, se moviliza a Lago Escondido, propiedad de Joe Lewis.

«A Tomy lo conozco desde que es chiquitito. Es papá de una alumna mía, es amigo de la familia. Están diciendo que agarran a cualquier perejil, pero él no es ningún perejil. Es una persona súper comprometida. Me lo encuentro en todas las movidas que hay para fortalecer la comunidad. Es una persona que está trabajando en el fuego desde que empezó», dijo en diálogo con FM Alas una de las vecinas que se acercó a la Comisaria 12 a reclamar la liberación.

Desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) informaron que los detenidos fueron trasladados a Bariloche. «Fabián hace cinco días que se está levantando a las 8 de la mañana para ir apagar el fuego. Y hoy lo detuvieron. Yo lo llevé a una chacra en Wharton a él. Salvaron la casa, salvaron las ovejas, los animales», dijo, también a FM Alas, otro vecino sobre la tarea voluntaria realizada por Fabián Pasos.  

Red de contención y solidaridad de pobladores frente a los incendios en el Bolsón.
Foto: Jade Sivori

La Comarca, comunidad organizada

Desde las primeras horas de declarado el incendio, las redes sociales empezaron a poblarse de ofrecimientos o pedidos de ayuda. “Pongo a disposición mi camioneta”. “Necesitamos agua y motobomba en el callejón”. “Estamos juntando agua para llevar a quienes combaten el fuego”. “Pongo a disposición camión con carro para sacar animales”. “Dispongo de equipo de agua y manguera, necesito camioneta”. “Somos cuatro vecinos con herramientas. ¿Dónde hay que ir?”.

El fuego se desató en el sendero de montaña denominado «Troncal del Azul», una de las sendas más visitadas por amantes del treking en la zona de refugios de montaña que se extiende al norte y al sur del Paralelo 42°, entre los lagos Puelo y Escondido, al oeste del río Azul. En pocas horas, los tres focos iniciales se convirtieron en una enorme área afectada de más de 2000 hectáreas. Sin números oficiales, las pérdidas materiales se cuentan por millones de pesos, las casas arrasadasson más de cien.

Los mensajes se multiplicaron por centenares en los grupos de Facebook y en los estados de Whatsapp, en las historias de Instagram, en todas las redes preexistentes y en todos los grupos vecinales creados de forma espontánea. Todo un pueblo a disposición. Es una práctica que se repite en cada uno de los últimos incendios y que ha ido creciendo en saberes y organización popular de los territorios y comunidades.

Los grandes incendios de los últimos cuatro años impulsaron a muchas familias, que habitan espacios rurales o semi-rurales, a equiparse con reservorios de agua y equipos de bombeo autónomos. Siguen el camino de brigadas comunitarias, populares y autoconvocadas prexistentes, por ejemplo, las ligadas a la Rojinegra, una agrupación surgida en el ámbito sindical docente y que en estos días sostiene procesos de comunicación popular en la región. En otros casos, surgen para apoyar las tareas de las brigadas oficiales, como la Brigada Forestal de Mallín, que realiza tareas concretas como la contención del fuego, pero no deja de lado acciones comunitarias de educación popular.

Red de contención y solidaridad de pobladores frente a los incendios en el Bolsón.
Foto: Jade Sivori

Mientras brigadistas y voluntarios hacen frente a las llamas, cientos de personas se abocaron a colaborar en el armado de viandas para apoyar esas tareas y para las familias evacuadas. Esas acciones confluyeron en centros comunitarios o culturales con tradición y raigambre en La Comarca, como el Centro Cultural Eduardo Galeano, la Vecinal del Paraje Entre Ríos, el Centro Integrador Comunitario (CIC) Primavera del Barrio Usina o el Espacio Ave Fénix. En todos esos espacios organizativos también se reciben donaciones. Otras personas acudieron de forma voluntaria a cocinar en el principal centro de evacuados, que funciona en el Polideportivo Municipal; y otras prepararon viandas en sus casas para luego llevarlas hasta los centros o distribuirlas entre grupos de personas que se movían para ir o venir de sus trabajos. 

Azul Echegaray, del CIC Primavera, una organización comunitaria que funciona desde 2005 en el oeste de El Bolsón, cuenta la experiencia: “Desde el día que nos enteramos que se desató el incendio intencional, abrimos las puertas y nos desbordó la realidad. Por suerte, como ya tenemos un ejercicio comunitario, lo pudimos contener e incluso organizar la demanda de gente que venía a sumarse para ayudar”. 

En el CIC Primavera la cocina comunitaria, en la que productores locales agregan valor a su producción, quedó a disposición para la preparación y empaque de viandas. En los primeros días del incendio se prepararon unas 4.500 porciones de alimento para brigadistas y evacuados, que también fueron alojados en el Centro de Educación Agropecuaria (CEA) y la Escuela 118 de Pampa de Mallín.

«Como estamos en contacto con otros centros de acopio, coordinamos, vemos qué se necesita. No solo preparamos las viadas, sino que distribuimos donaciones para los brigadistas como platsul (crema para quemaduras), borcegos, guantes. En red vamos dando respuesta”, explica Echegaray y analiza el por qué de la reacción comunitaria: «Hay una ausencia del Estado Nacional, eso hay que decirlo. Y ante esa ausencia, está la presencia de toda la gente, la solidaridad, el amor para dar una mano. El daño, el gran daño, está hecho, así que vamos a ver cómo nos reconstruimos. Pero acá estamos, firmes y organizados siempre”.

La red de contención se complejiza y la reciprocidad entreteje las experiencias de la tragedia. El Espacio Ave Fénix generó espacios de juego y cuidado para infancias. Al aire de FM Alas, la radio comunitaria de El Bolsón, Camila Ocampo —una de las voluntarias que está participando del active en ese espacio— comentaba que habían recibido niñas y niños evacuados que han perdido sus casas en el incendio, pero también otros cuyas familias están abocadas a tareas solidarias y de contención del fuego.

Red de contención y solidaridad de pobladores frente a los incendios en el Bolsón.
Foto: Jade Sivori

Brigadistas voluntario y vecinos, un refugio ante el incendio

También al aire de FM Alas, que ha sostenido una cobertura maratónica desde las primeras horas del incendio, Lume Dorado, integrante de la Brigada Forestal de Mallín, comentaba que pocos días antes había sido afectada la casa de su madre en el incendio de Epuyén. No habían podido llegar allí con su equipamiento porque no consiguieron una camioneta a tiempo. Un día después, la propia sede de la brigada fue consumida por las llamas en Mallín.

Tanto en Epuyén como en El Bolsón, el clima —pese al negacionismo del Estado nacional— fue un factor fundamental en el desarrollo de la catástrofe. El calor intenso y los fuertes vientos, sumados a la falta de lluvias en la región, dieron lugar al comportamiento extremo de las llamas, que se expandieron a gran velocidad entre bosques, pastizales y forestaciones de pinos. Según estudios recientes del Observatorio del Agua de la Facultad de Ciencias Naturales y Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de la Patagonia, que compararon parámetros de calidad de agua en el río Azul, en los últimos 25 años, las temperaturas máximas de los veranos no han parado de ascender y las precipitaciones no están llegando a cumplir el ciclo anual necesario.

El sábado, tercer día de fuego, fue un momento muy difícil para la labor de brigadistas, bomberos y vecinos. Las condiciones climáticas generaron un rápido crecimiento del área incendiada, que se acercó a las 3000 hectáreas. Nuevas viviendas fueron consumidas por las llamas y el fuego comenzó a ascender por la montaña.

Muchas personas que realizaban tareas preventivas raleo del bosque, mojado de casas y predios, entre otras en zonas linderas al perímetro del incendio debieron resguardarse, mientras la labor de quienes realizaban la guardia de ceniza extinguiendo con baldes de agua, azadas y palas los pequeños focos que se vuelven a encender bajo la tierra y en los troncos quemados se vio amenazada por nuevos focos secundarios. Toda una franja cercana a la costa del río Azul debió ser evacuada. Ese día, se presume que murió don Ángel Reyes, un vecino de 84 años con discapacidad auditiva, que fue encontrado sin vida producto de la inhalación del humo.

El panorama desolador no fue suficiente parta desmoralizar a la comunidad. Durante esa noche, como las anteriores, siguieron las tareas de contención y extinción de los focos. Al día siguiente se pronosticaba una leve lluvia y, según el pronóstico, el clima se mantendría frío y nublado durante dos días. 

Desde una de las zonas más comprometidas, en la Costa del río Azul, Manuel de Lucía —vecino del lugar— informaba sobre una intervención exitosa ante un nuevo foco y remarcaba: “Estamos peleándola solos. Somos seis personas de la chacra, dos de la cervecería de atrás, alguien en el hotel de la confluencia y un vecino enfrente. Hay poca asistencia de los organismos estatales, salvo el Splif (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales), que vino a dar una manito”.

En el mismo audio, que se hizo viral rápidamente, Manuel contaba sobre la forma en que se agrupaban y reagrupaban para trabajar con el fuego y sobre la asistencia que estaban recibiendo: “Las donaciones, lo que está llegando, las viandas, los borcegos, está siendo traccionado por vecinas y vecinos de La Comarca y se agradece un montón. Está llegando comida, está llegando bebida, están llegando insumos de primera necesidad que vamos pidiendo”.

Red de contención y solidaridad de pobladores frente a los incendios en el Bolsón.
Foto: Jade Sivori

La escuela, el espacio común para iniciar la reconstrucción

En las tareas de distribución y logística está jugando un papel central el Centro de Educación Agropecuaria (CEA), una escuela de artes y oficios orientados a la ruralidad que realiza un trabajo de articulación interinstitucional fundamental para favorecer y fortalecer la producción agropecuaria en la zona. Ese trabajo de articulación se reactualiza en este contexto, como describe Milena Randucci, secretaria del centro desde hace doce años.

Randucci describe la rápida reacción de las organizaciones locales para coordinar las donaciones, entre ellas, fardos de pasto y alimento balanceado para alimentar a los animales que fueron salvados de las llamas o reubicados; abastecimiento en el que también reconoce la asistencia del Ministerio de Desarrollo Económico y Productivo provincial y la Municipalidad de El Bolsón. La secretaria del CEA también apunta la rápida coordinación con el área de Salud Mental del Hospital de El Bolsón para brindar una primera atención «a la gente que llega muy shockeada». «Estamos armando un mapa enorme para que cada vecino y vecina que llega y tiene novedades de lo que está pasando vaya poniendo los distintos damnificados en ese plano y poder armar un listado«, explica sobre la coordinación de la escuela con los organismos estatales local y provincial. También destaca la asistencia de una red de veterinarios que se instalaron en el Club Jabalíes y el CEA.

En la sede del CEA, que está sobre el camino asfaltado del paraje Mallín Ahogado y no fue alcanzada por las llamas, se reciben y distribuyen donaciones de todo tipo, desde guantes y barbijos hasta combustible y repuestos para las máquinas con las que trabajan las brigadas vecinales. Un grupo de radioaficionades presta apoyo en las comunicaciones a las instituciones de combate de incendios y cientos de vecinos se acercan a buscar agua y alimentos para seguir trabajando en sus predios.

 “Empezamos desde el mismo día del incendio. El CEA se hizo base y la comunidad empezó a llegar y a aportar. Al principio agua potable y fruta, luego otro montón de cosas: botiquines, ropa de recambio, botines, medias, guantes de trabajo. Así que ahí se armó toda una red súper solidaria de donaciones», repasa Randucci la reacción comunitaria. Las donaciones se anunciaban vía estados de Whatsapp para retirar por la escuela; pero con gente peleando con el fuego en sus casas, no tardaron en aparecer otros vecino con autos para acelerar la logística. «Gente que llegaba y decía: ‘Yo voy, yo voy’. Y se metía a recorrer los callejones, entrar chacra por chacra con los cajones de viandas, de frutas, botiquín, nafta para los equipos motobombas y motosierras, aceite para las cadenas”

La secretaria del CEA avisa que el combate no termina cuando el fuego esté apagado. Como parte del Centro de Educación Agropecuaria pone el eje en una dimensión que se revela como la piedra angular para pensar la reconstrucción: “Esto es darle comer a la gente y tratar de que pueda cambiarse sus borcegos y su ropa trabajo y pueda descansar; pero esto recién empieza, va a hacer falta mucha ayuda para la reconstrucción de este lugar que se quedó no sólo sin casas: sin producción de frutas finas, sin animales y sin talleres los artesanos. Va a haber que poner mucha solidaridad para reconstruir la dinámica de este lugar y de esta Comarca, porque creo que lo que está pasando en Mallín va a afectar obviamente a toda La Comarca”.

Territorio para el turismo o para la producción

Así como el CEA reafirma su rol estratégico en la región, su misión y su tarea demarcan parte de un debate sobre el modelo productivo de la región que está lejos de ser saldado. El día anterior a declararse el incendio forestal de interfase más grande de su historia, El Bolsón cumplió 99 años. Los medios locales titulaban que lo hacía “reafirmando su perfil turístico”. 

La zona de Mallín Ahogado y otras áreas rurales vienen siendo objeto de intentos de urbanización y parcelamientos, que han sido fuertemente resistidos por los pobladores del paraje, por su impacto en los modos de vida: producciones agropecuarias o la construcción de un modo de vida autónomo a partir del trabajo con la tierra. 

La resistencia de algunas comunidades mapuche a esos avances ha dado noticias en estos últimos tiempos. En la zona de la Rinconada de Inalef, Zunilda Inalef, resaltó el trato desigual que sufrieron: “Las autobombas las tenían guardadas y, a lo último, nos pasaron una, pero ni siquiera nos la pasaron a nosotros, se la pasaron a un chico que estaba con nosotros ayudando, un winka. Él la fue a pedir y a él sí se la pasaron”.

Desde la zona de Pampa de Mallín, Justo Poso, werken de la comunidad Newen Che, reclamaba por la ausencia del Estado: “El Estado estuvo muy ausente. Tendríamos que tener en la calle o, al menos en cada comunidad, unos tanques de reserva de agua bien hechos, porque nos dan nylon para guardar agua, nylon para los techos… parecen invernaderos, los terrenos de los pobres y los pueblos originarios. Sin embargo, a los que tienen capital, la Municipalidad le cumple con todos los servicios. Nosotros siempre estamos desprotegidos», describe.

Y denuncia: «La Municipalidad de El Bolsón dice que no puede hacer limpieza en nuestro terrenos porque no tenemos título de las tierras, que ‘vivimos en una toma’, que el campo no sirve para producir. No nos quieren entregar nuestro título comunitario, no nos reconocen y las consecuencias las pagamos con el incendio».

La consigna “Mallín es rural” viene sosteniéndose frente a los siempre renovados intentos de loteo en la Pampa de Ludden. Allí, en la zona del cerro Perito Moreno, donde se levanta el centro de sky de El Bolsón, la empresa Laderas — conectada estrechamente al empresario británico Joe Lewis y con aval municipal— pretende construir un barrio cerrado desde hace diez años. Pero también existen muchos otros proyectos de urbanización forzada, como las ordenanzas de cambios de uso del suelo, los revalúos impositivos, la traza de calles. Incluso, los intentos de modificar el proyecto educativo de las escuelas con cambios de calendario escolar, baja de cargos en materias ligadas a la producción o ausencia total de transporte escolar por largos períodos. La tensión entre el turismo y la producción rural parece llegar a un punto de no retorno con esta catástrofe. 

Manuel de Lucía denunció que “hubo mucho circo con el traslado de todos los turistas que estaban bajando de los refugios, tanto así que no nos dejaban bajar a amigos y asistencia con equipos que necesitábamos acá en la zona de Confluencia porque priorizaron la salida de turistas”.  En ese sentido, comparte una reflexión respecto de la dinámica del turismo en la zona: «A partir de este incendio, se va a escribir una nueva historia con la palabra ‘turismo’ y, sobre todo, con la palabra prevención».

El vecino del Mallín denuncia que participaron en decenas de mesas de diálogo con el Splif, con Protección Civil, con el municipio, con el área de Medio Ambiente, con Área Natural Protegida “Río Azul – Lago Escondido” (Anprale) y presentaron decenas de notas ante esos organismos. Sin embargo, las respuestas son evasivas. «Hasta que no pasan estas cosas parece que nadie quiere agarrar el sartén por el mango. Esto acaba de poner un punto final al aforo desmedido, a no poder contener el turismo masivo«, sentencia. De Lucía lamenta que esa afluencia descontrolada del turismo tuvo consecuencias negativas para «los pobladores y las pobladoras, las vecinas, los vecinos, nuestras casas, nuestros animales, nuestro bosque, nuestro territorio, nuestras energías, nuestras fuerzas… Todo eso está pagando este mal lucro que se hace de los territorios, este mal manejo, estas malas políticas, estas malas decisiones”. 

«Al menos queremos poder sentir que seguimos siendo pueblo»

Mientras en la montaña los brigadistas del Splif, del SPMF de Chubut y del SNMF dan todo para contener el incendio, el cielo vuelve a cubrirse y el cerro Piltriquitron (“colgado de las nubes”, en mapuzungun), que custodia el pueblo de El Bolsón al este, hace caso a su nombre originario y se enreda de nubes. Una nueva esperanza de lluvia alimenta los esfuerzos de miles de personas por dejar de respirar el humo de la destrucción. 

El gobernador Alberto Weretilneck aparece en los medios regionales agradeciendo al Ministerio de Defensa, que envió algunas autoridades del Ejército a colaborar con la situación. Los medios oficialistas agradecen la gestión del helicóptero de la empresa de Joe Lewis sin preguntarse por la aparición del Lago Escondido en el nombre del área natural protegida incendiada. Para desviar el foco aparece la causa contra los brigadistas.

En paralelo, Patricia Bullrich, titular del recientemente renombrado Ministerio de Seguridad Nacional, que tiene bajo su órbita el Servicio Nacional del Manejo del Fuego (SNMF) brilla por su ausencia. Hay otros incendios activos en los Andes patagónicos. Y la respuesta de la Ministra es solo a través de las redes, volviendo a traer la figura de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) y de Facundo Jones Huala; al que dice denunciar penalmente por la aparición de un video en el que reivindica los incendios. En la creación del enemigo interno la siguen el gobernador Ignacio Torres y el vocero presidencial Manuel Adorni, todos el mismo día.

Mientras, el municipio local intentó centralizar las donaciones en la iglesia Nuestra Señora de Luján, en pleno centro de El Bolsón, y en el Polideportivo local. El intendente, Bruno Pogliano, comparte la noticia de la creación de un fondo solidario para la reconstrucción, gestionado en forma conjunta por el Municipio y referentes de diferentes iglesias con presencia en la localidad. Es el mismo esquema con el que su gestión viene intentando sostener una trama de contención de la conflictividad social en los crecientes barrios populares de El Bolsón.

Más acá de todo eso, la comunidad organizada articula esfuerzos entre instituciones, organizaciones sociales y solidaridad vecinal para hacer llegar la ayuda directamente a quienes ponen el cuerpo en la contención de la emergencia. Antes de partir a sumar sus esfuerzos para contener el fuego, una vecina piensa en voz alta y comparte: «Al menos queremos poder sentir que seguimos siendo pueblo».

Fuente: https://agenciatierraviva.com.ar/un-movimiento-popular-solidario-enfrenta-los-incendios-en-el-bolson/