Sospechoso de ser un vocero a sueldo de los planes imperiales… Pero que cobre de los medios venezolanos o de cuaquier otro medio o intermediario yanqui tendría menos importancia si ese periodista español no se la diera a la relación del profesor Monedero con los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia y si no hiciera […]
Sospechoso de ser un vocero a sueldo de los planes imperiales… Pero que cobre de los medios venezolanos o de cuaquier otro medio o intermediario yanqui tendría menos importancia si ese periodista español no se la diera a la relación del profesor Monedero con los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia y si no hiciera una campaña sin tregua contra el gobierno venezolano y a favor del Gran Mamón. Es demasiado crispada esa contumacia para ser periodísticamente neutral y para salirle espontáneamente esa animadversión cercana al odio.
El caso es que el ochenta por ciento de los medios en Venezuela está en manos de la derecha y de la ultraderecha. Pero el cien por cien de las ocasiones que aparece ese periodista empotrado en los platós televisivos, arrollando a todo aquél que intenta razonar, venga o no venga a cuento del tema a debatir y con un encono que hace sospechar, acusa al gobierno venezolano de dictadura sangrienta.
Es demasiada casualidad esta correspondencia entre el porcentaje ultra de medios venezolanos y el empeño de este sujeto en presentar a Venezuela ante la audiencia española como una tiranía. Es sospechoso que no se interese en absoluto en cómo habrá de verse desde fuera a España, de cómo habrán de considerar a este país del inmenso latrocinio, los abusos, las mordazas y los sindicalistas y no sindicalistas en la cárcel por manifestarse o protestar. Es demasiada obcecación en un periodista como para ir de buena fe. Esa aparente obsesión por Venezuela y su gobierno recuerda a las circunstancias psicológicas que rodearon al clima mediático generado antes de la canalla arrasase primero a Afganistán aparentando que allí estaba el escondite de Bin Laden, luego a Irak atribuyendo a Hussein poseer terribles armas que no existían, y luego a Libia para entregar, antes de la quema, a su máximo dirigente al linchamiento de la chusma…
No tendría nada de extraño que este sujeto español del periodismo rampante esté subvencionado por los medios venezolanos de la ultraderecha o por otras cloacas del imperio. Al periodista, como al soldado el valor, se le suponen rigor y objetividad. Pero éste periodista se ufana de su marcada ideología neoliberal. Es más, desde que irrumpió en la palestra mediática hace varios años, viene haciendo alarde de liberal, que es el modo de identificarse hoy los neoliberales que acosan a Venezuela y a América del Sur como hacen siempre los dueños del imperio. Y está visto que esa ideología -también en los periodistas que la profesan- es incompatible con el comedimiento, con el rigor y con la objetividad: los tres rasgos que por encima de todo desprecian el fascista y el energúmeno…
Jaime Richart es Antropología y jurista.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.