«Stiuso con pollera». La jueza federal Sandro Arroyo Salgado, socia y vocera de «Jaime» Stiuso, ex de Nisman y madre de sus hijas, ariete de la ofensiva. Refinó el «comando mixto venezolano-iraní entrenado en Cuba» que pasó ahora a ser actuado un simil de «un grupo de tareas de la dictadura» integrado «con miembros del […]
«Stiuso con pollera». La jueza federal Sandro Arroyo Salgado, socia y vocera de «Jaime» Stiuso, ex de Nisman y madre de sus hijas, ariete de la ofensiva. Refinó el «comando mixto venezolano-iraní entrenado en Cuba» que pasó ahora a ser actuado un simil de «un grupo de tareas de la dictadura» integrado «con miembros del Poder Ejecutivo», en sintonía con lo dicho por «Jaime» Stiuso en su segunda declaración ante la jueza Fabiana Palmaghini.
Y llegó el segundo aniversario de la muerte del fiscal Nisman y el asco de ver como La Nación empardaba e incluso superaba a Clarín a la hora de sanatear. Baste decir que el domingo pasado le dedicó su principal título de tapa a decir que «En la justicia creen…», que Nisman murió el sábado 17 de enero y no el domingo 18, un absurdo total puesto que está comprobado que el domingo por la mañana revisó su correo de Yahoo, los diarios Clarín, La Nación y Página/12, miró fotos de la chica de alquiler con la que había pasado la noche del miércoles y leyó una nota de Claudio María Domínguez sobre si hay vida después de la muerte. Leer al desfachatado de Hernán Capiello (al que la dirección de La Nación, que aun tiene periodistas de valía, le permitió incluso escribir una larga nota editorial) y la nota de apoyo de Morales Solá, me dio grima y me quitó las ganas de escribir para refutarlos. Igualmente hay periodistas que están cubriendo muy bien el tema como Víctor Hugo Morales, Gabriel Morini (en Ámbioto Financiero), Néstor Espósito (en Tiempo Argentino y donde le dejan) y Raúl Kollmann (a quien tanto he fustigado por su complicidad con el encubrimiento de los asesinos de la AMIA al seguir apoyando la mentira clave: la existencia de una camioneta bomba conducida por un chofer suicida de Hezbolá teledirigido desde Teherán por protervos ayatolás), quien está haciendo una muy buena cobertura de las mil y una maniobras hechas por la entente judicial-periodística para mantener abierta por los siglos de los siglos la causa abierta por la muerte de Nisman, de modo de poder seguir diciendo sin tener la menor evidencia que a Nisman lo asesinaron, y que lo asesinaron por orden de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner…
Así que, harto ya de estar harto, en vez de escribir, escuché y hablé. Les dejo la entrevista que le hice a Sergio Burstein (que mantuvo una intensa relación con Nisman hasta decepcionarse de su desinvestigación) en la AM740 La otra página (en el programa «El Gato escaldado» que conduce César Litvin); luego, la entrevista que me hizo a mi Daniel Schnitman en la AM 740 Radio Rebelde (en el programa «La Voz y la opinión»), y por último una breve entrevista telefónica que me hicieron desde Radio Gráfica.
Espero tener mañana el audio de larga entrevista que me hicieron en Radio Hache y en el programa «Vamos a darle tiempo», Mariano Quiroga y Rocío Alterleib, que estuvo muy buena.
Ahora, si no quieren escuchar pero si leer un buen material, lean esta nota de Kollmann, publicada en Página 12 el martes (también puede leerse la que publicó el miércoles, pero eso amerita un comentario*)
La ofensiva política, judicial y mediática en la causa por la muerte del fiscal Nisman Contra las evidencias más elementales A propósito del segundo aniversario de la muerte de Nisman que se cumple mañana, el fiscal Taiano y la jueza Arroyo Salgado, ex mujer del fiscal, adelantaron que se está reviendo cuál fue el momento del deceso, contradiciendo lo que dice el expediente .
POR RAÚL KOLLMANN / PÁGINA 12
La coalición política-judicial-mediática viene utilizando la semana aniversario de la muerte de Alberto Nisman para tratar de arrasar hasta con las evidencias más elementales que figuran en la causa judicial. Desde la fiscalía de Eduardo Taiano, que instruye el expediente actualmente, hicieron trascender que están reviendo la data de muerte de Nisman: en lugar de situar la hora del deceso el domingo 18 de enero de 2015 entre la mañana y el mediodía -afirmado por 13 de los 15 forenses que intervinieron-, pretenden de instalar que Nisman murió (para ellos asesinado) el sábado 17 de enero por la tarde. El tema es clave porque la ex pareja de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, viene impulsando la acusación contra el informático Diego Lagomarsino, quien dejó la torre Le Parc el sábado a las 20.30. Un dato insólito es que Arroyo Salgado sostuvo este fin de semana que va a probar que a Nisman lo asesinaron «por pruebas que están en el expediente y por otras que tenemos y que presentaremos en el momento oportuno». Es decir, que una jueza no sólo acusa a una persona de asesinato sino que admite públicamente que está ocultando pruebas.
Data
La data de muerte fue establecida en tres instancias distintas, todas coincidentes.
En primer lugar, Gabriela Piroso, médica policial que revisó el cuerpo ni bien se produzco el hallazgo del cadáver, dictaminó que Nisman llevaba unas 12 horas muerto. Dado que tomó contacto con el cuerpo a las 24 de ese domingo 18 de enero, la data que estableció es cercana al mediodía del domingo.
También fijó hora de muerte la autopsia que hicieron los forenses del Cuerpo Médico. El estudio fue firmado por Héctor Di Salvo, uno de los especialistas más experimentados, y concluyó también que la muerte se produjo entre la mañana y el mediodía de aquel domingo. La autopsia se hizo a las 8 de la mañana del lunes 19 de enero y a esa hora el cuerpo todavía tenía rigidez cadavérica. Eso significa que la muerte, como se señaló en el informe, se produjo 24 horas antes o en un período aún más cercano a la autopsia. El rango siempre se corresponde con la mañana y el mediodía del domingo.
El tercer dictamen fue firmado por 13 de los 15 integrantes de la Junta Médica que ordenaron la jueza Fabiana Palmaghini y la fiscal Viviana Fein. Casi todos los profesionales fueron designados por el Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema. Incluso, el decano de ese cuerpo concurrió al despacho del titular del máximo tribunal, Ricardo Lorenzetti. Es decir, que no fueron forenses designados por el anterior gobierno sino por un cuerpo dependiente de la Corte. Entre los profesionales estuvo Fernando Trezza, máximo referente argentino en lo que se refiere a data de muerte, al punto que los forenses utilizan su libro en las autopsias. Incluso los médicos que representaron a Arroyo Salgado, Osvaldo Raffo y Julio Ravioli, utilizaron el texto de Trezza aunque en forma equivocada. Según las más recientes tablas en las que se utiliza el nivel de potasio en el humor vítreo para calcular las datas de muerte, se ubicó el deceso, como muy temprano, a las 9 de la mañana, y como muy tarde, el mediodía del domingo.
Desesperación
La alianza entre el fiscal Taiano y la jueza Arroyo Salgado está tratando de borrar esos dictámenes corriendo la muerte hacia el sábado al atardecer, momento en que Lagomarsino estaba en la torre Le Parc.
Arroyo Salgado se despachó este fin de semana afirmando que Lagomarsino tuvo que ver con el plan criminal. Es decir, que una jueza acusó de homicidio a una persona sin que éste estuviera ni siquiera procesado por semejante delito. A esto se agrega que la magistrada presionó claramente a la nueva junta interdisciplinaria, integrada por 27 integrantes de la Gendarmería, señalando que esperaba que dictaminaran que fue homicidio. Y, finalmente, mencionó que se probará la hipótesis del asesinato «por elementos que hay en el expediente y otras que presentaremos en el momento oportuno». O sea que la jueza y su equipo esconden pruebas.
Todo el proceso actual consiste en tratar de borrar las pericias médicas, balísticas y criminalísticas para dejar las cosas en una bruma y sobre esa base señalar que es posible que se haya tratado de un homicidio o variantes semejantes, sobre las que no hay una sola prueba. Para ello cambiaron todos los peritos, poniendo a los de Gendarmería, y resulta asombroso que en la nómina ni siquiera haya un tanatólogo, los forenses especialistas en analizar hora y circunstancias de la muerte.
Llamadas
Un dato curioso es que la querella que encabeza Arroyo quiere utilizar como base de su nueva data de muerte el hecho de que Nisman no utilizó su celular después de las 21 del sábado. Es un terreno ambiguo, que no tiene nada de científico, ya que se basa en una especulación sobre el estado de ánimo del fiscal. Nadie sabe realmente cómo se sentía ni las razones por las que no se comunicó con nadie.
Sin embargo, hay montañas de evidencias de que el domingo a la mañana el fiscal revisó su correo de Yahoo, miró el Instagram de M.E,, una modelo con la que había estado tres días antes, leyó una nota de PáginaI12 sobre la denuncia que había presentado y entró en Infobae a una nota de Claudio María Domínguez sobre el regreso de la muerte. La querella trata de instalar que nada de eso se pudo verificar, pero la evidencia es arrasadora. Hubo un proceso de borrado posterior -está en duda si se hizo en Le Parc o de forma remota-, pero los ingresos de la mañana del domingo están verificados. A las 7.32, cuando leyó este diario, Nisman estaba vivo, porque entró al servidor desde la dirección IP de Puerto Madero.
Política
La base de todas las movidas del segundo aniversario de la muerte de Nisman, que se cumple mañana, es la alianza político-judicial-mediática. El objetivo es usar el caso contra el gobierno anterior y contra la ex presidenta Cristina Kirchner.
El punto más extraño es la acusación a Lagomarsino. El informático se convertiría así en uno de los personajes más torpes de la historia. Si fue parte de un plan criminal, no se entiende que haya usado una pistola vieja, sin uso, y a nombre suyo. Si Lagomarsino estuvo en el departamento en el momento en que mataron a Nisman, no se entiende cómo no se llevó el arma, cómo lo dejó en la escena de la muerte, si es una pistola que estaba inscripta a su nombre. Todo es contradictorio con la idea de un super-comando sofisticado iraní-venezolano con apoyo kirchnerista, como el que se pretende inventar, sin prueba alguna.
Las contradicciones no parecen importar. Lo trascendente para la alianza política-judicial-mediática, con anclaje en las derechas de Estados Unidos e Israel, es acusar a lo que ellos llaman «los gobiernos populistas» que se salieron de la horma marcada por el poder internacional.
Comentario
- Sucede que en este caso, Kollmann sin mentir, y seguramente para ahorrarse reproches y vacíos en el club Hacoaj, el más aristrocrático de la comunidad judía en el que participa activamente, se hace el tonto al escribir que, de seguir con vida, Nisman «tendría que afrontar graves acusaciones por una fortuna asombrosa -unos dos millones de dólares- que no tenía declarada y no se saba de dónde salió», pues sabe perfectamente de dónde salió al menos una parte, unos 280 mil dólares que percibió a lo largo de cuatro años (seis mil dólares mensuales) del diario de distribución masiva y gratuita Israel Hayom a través del Banco Hapoalim (fundado por la Histadrut, la central obrera de Israel, y para entonces ya privatizado e involucrado en el tráfico de armas a Croacia) de Colonia, Uruguay, sucursal que meses después de la muerte de Nisman cerró intempestivamente.El diario, el de mayor circulación en Israel, pertenece al multimillonario (su fortuna se calcula en 25.000 millones de dólares, lo que lo coloca en el puesto nº 14 entre los más ricos del planeta) Sheldon Adelson, conocido como «el rey de Las Vegas», socio de Paul Singer en el fondo NML Elliot, y mecenas de la American Task Force Argentina que obtuvo del gobierno de Mauricio Macri más de lo que pedía. Adelson es, además, el más conocido y poderoso auspiciante y sostén del gobierno ultraderechista de Bibi Netanyahu. Y tiene aceitadisimas relaciones con los servicios secretos tanto de los Estados Unidos como de Israel. Una excelente nota sobre el tema fue publicada en Página/12 por el ex director ejecutivo de la DAIA y presidente del Llamamiento Argentino Judío, Jorge Elbaum, por lo que no existe la menor posibilidad de que Kollmann ignore la profusa y certera información recopilada en él.