Las elecciones primarias a nivel nacional se encuentran a la vuelta de la esquina, éstas se han asociado a un debate explícito sobre continuidad o cambio, reduciendo el discurso público en torno a esta dicotomía; sin embargo, este escenario conlleva una serie de consecuencias más profundas y poco problematizadas. En consecuencia el debate sobre estos […]
Las elecciones primarias a nivel nacional se encuentran a la vuelta de la esquina, éstas se han asociado a un debate explícito sobre continuidad o cambio, reduciendo el discurso público en torno a esta dicotomía; sin embargo, este escenario conlleva una serie de consecuencias más profundas y poco problematizadas. En consecuencia el debate sobre estos temas puede conducir a la inversión de la afirmación en términos conceptuales.
Efectivamente asistimos a una disputa por la continuidad de un gobierno y del consecuente proyecto de país sostenido por el sector hegemónico del kirchnerismo, encabezado por CFK, y secundado por las múltiples interpretaciones de los aliados tácticos, dentro y fuera del peronismo. Sin embargo apuesto a un lectura que desborde la interpretación coyuntural, poniendo el acento en aquellas fibras de las cuales esta hecha la historia, la referencia es directa sobre las «cuestiones» con capacidad intrínsecas de producir transformaciones estructurales.
En ese sentido, parto de la hipótesis según la cual el ciclo 2003-2015 ha alcanzado hitos políticos transformadores, no obstante lo cual ha encontrado serias dificultades para afincar esas posiciones como un patrimonio consolidado.
Resulta incuestionable el hecho de la recomposición de derechos que ha acaecido, solo los necios podrían refutar tal afirmación. Sin embargo, un esfuerzo analítico presiona por desmarcar dicho proceso transformador de un paradigma que ha caído con profundo estruendo, me refiero a la teleología; es decir, una razón que avanza en términos histórico y tiende a su propia realización. Dicho de otra forma, el siglo XX se ha empecinado en demostrar que la historia no tiene leyes que la guíen, y se puede avanzar tan presurosamente como puede retrocederse; no existe linealidad. Lanzados a la praxis política, todo está en juego, casi todo el tiempo. Esto lleva a discutir la necesidad de asegurar, en términos relativos, los elementos estructurales y estructurantes de la sociedad. La condición de posibilidad de asegurar una estructura social, política, económica y cultural en clave popular es lo que realmente te pone en disputa en las PASO.
En un contexto de ofensiva del capital a escala global y particularmente de re lanzamiento de la restauración neoliberal en la región, decimos que con las PASO no solo esta en juego la continuidad de un gobierno, sino, y por sobre todas las cosas la posibilidad o no, de cementar los instrumentos del proceso nacional y latinoamericano.
El gobierno nacional a través del ejercicio del poder en términos populares ha tenido una notoria participación en la búsqueda de un equilibrio entre capital y trabajo, re dibujando el esquema anterior al 2003 respecto de la distribución de la riqueza generada en el país, apostando al norte del 50/50. La voluntad política asentada en una buena correlación de fuerza lo permitiéron. Tiene un reconocimiento superlativo la resurrección de las paritarias como herramienta hacedora de lo antedicho, sin embargo, y a modo enunciativo del argumento que expongo, el frágil resguardo institucional que tan preciosa herramienta tiene la hace fluctuante, dejando librada su muerte o resurrección a la correlación existente en cada coyuntura. Sucede algo similar con el rediseño del Estado y aquí entramos de lleno en las cuestiones. Existe una apuesta por la continuidad y profundización del contenido al interior de ese nuevo Estado, pero también hay una urgencia por el cambio en tanto trasvasar la fragilidad en estructuras más sólidas y perdurables. Incluso sería un debate acorde vislumbrar la magnitud del cambio de estructura institucional en base a una posición de conservación de lo alcanzado o con vistas a su ampliación. La discusión en torno al esquema futuro de ampliación de los márgenes de la acción política, como ser nuevas competencias, su extensión y objetivos de un estado popular y democrático está en estado latente.
Estos elementos no se encuentran consolidados. Pongámoslo en términos más sencillos. El proceso kirchnerista ha insuflado contenido de expansión de derechos a las grandes mayorías desatendidas históricamente, sin embargo pone a todos ellos en juego en la próxima discusión electoral. A diferencia de lo sucedido en los procesos transformadores de la región, donde los procesos comenzaron con revoluciones desde arriba como Bolivia, Venezuela y Ecuador, donde de forma presurosa se vislumbró la necesidad de preservar los cambios asignándoles una cobertura total al inscribirlos en una nueva Carta Magna, el entramado Argentino, no ha logrado anclar lo hecho al compás de una nueva estructura institucional, pese a que paradigmáticamente es en estas tierras donde se pueden observar la concreción de derechos comparativamente superiores.
El modelo de Estado impulsado desde 2003 fácilmente puede asociarse a un Estado Benefactor y reparatorio, con injerencia arbitral frente al mercado, entre otras características, a pesar del cambio de paradigma que esto implica, no puede asegurar ese modelo más allá del fin de mandato de CFK. Así las PASO son la puerta a un estado de cosas donde la reforma constitucional pueda tener lugar.
Otro tema medular, pese a la dificultad de incorporarlo a la discusión pública es la división internacional del trabajo asignada en los albores del desarrollo capitalista, según la cual, las regiones periféricas como la Argentina, tiene asignada la tarea de proveer de recursos naturales con baja manufactura al centro. Podría consignarse que el elemento estructurante por antonomacia es la falta o la flacides de una burguesía industrial nacional, lo cual pese a veracidad no importa la totalidad del problema; incluso parte de dicho rol ha sido asumido por el propio Estado. Paralelamente, han existido modificaciones sobre las herramientas utilizadas para ejecutar esta división internacional, que han permitieron disminuir la injerencia. El desendeudamiento en relación al PBI ha sido el más notorio, pero también debe consignarse la recuperación de la soberanía de las decisiones económicas, una política aduanera restrictiva, la creación y mantenimiento de un mercado interno, el sostenimiento de un proceso industrial de sustitución de importaciones, etc. Sin embargo, la totalidad de las medidas, pese a su efectividad, no aseguran la modificación del rol asignado en términos internacionales, puesto que para ello, deben existir elementos que condicionen el cambio de rol. La creación de la necesidad de una Argentina industrializada no existe más que para la voluntad del pueblo criollo. Este punto neurálgico tampoco puede ser construido solo sobre la base de la creencia del desarrollo endógeno. Esa necesidad, que debe ser caracterizada como estructurante, estará asociada a la creación y posterior consolidación de una complementariedad regional, la cual ejerza tal presión (competitividad productiva hacia afuera que acelere la demanda externa a la región) como hacia adentro, atento que el grado de asociatividad hará visible una dependencia imponderable entre los mismo socios, con lo cual, la región presionará sobre sus mismo miembros para mantener la nueva estructura productiva, a riesgo de ver desarticulada una potencialidad que de forma autónoma jamás conseguirá. Este estadio del proceso todavía no lo hemos visto; algunas bases se han sentado para ello, pero en las PASO se pone en juego la posibilidad de alcanzar el segundo escalón en esta tarea o de desandar lo que se ha concretado y ser conducidos a un proceso de re primarización, el cual se ha insinuado en por estas latitudes.
Otra cuestión de esta constelación pétrea, se vincula con los elementos que generan, condicionan y alteran el sentido común así como estructuran las subjetividades políticas. Dicha importancia estratégica posiciona a esas cuestiones en el centro de la disputa política. La batalla cultural en términos amplios, como la madre de todas las batallas, ha estado presente como premisa en el ADN del kirchnerismo y la icónica disputa por la ley de Servicios Audiovisual lo respalda.
La pelea por democratizar los medios fue y espercibida por muchos como un debate política de coyuntura, esto condujo a diversos sectores a cristalizar un sentido común que obstruye la posibilidad de percibir lo que está en juego. El tema de fondo cuando se discuten los medios masivos de comunicación es la democratización del acceso a la información, esto conlleva la discusión sobre la posibilidad o no de ampliar los márgenes de la democracia misma. En la era de la revolución comunicacional, los cánones de lo que supone una democracia madura han cambiado, ésta no puede concretarse sin ampliación de los derechos del pueblo en relación al derecho de libre empresa de los medios de comunicación. Este cambio se vincula a que las empresas periodísticas han comenzado a ejercer funciones y competencias que habían estado reservadas para los actores nacidos de la soberanía popular. Al ocurrir este avance desde el mundo empresario en una cuestión tan sensible, debe aggiornarse las prerrogativas ciudadanas para equilibrar. Sin democratización de los medios masivos de comunicación solo asistiremos a una democracia formal, y las PASO ponen en juego si podremos acceder a un piso de democracia real o si nos quedaremos varados en la impostura de esta democracia.
Como se aprecia, pese a todo existe una continuidad de las estructuras que favorecen la reaparición de un entramado anti popular, ante lo cual el cambio debe ser la apuesta.
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