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Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

Una lucha entre monopolios

Fuentes: Rebelión

No existe ningún debate real detrás de la ley de medios impulsada por el kirchnerismo, que permita afirmar que esta ley restringiría la libertad de prensa, como declara Clarín a través de sus representantes parlamentarios opositores; ni por el contrario que permita afirmar, que ampliaría o que democratizaría el acceso popular a la información y […]

No existe ningún debate real detrás de la ley de medios impulsada por el kirchnerismo, que permita afirmar que esta ley restringiría la libertad de prensa, como declara Clarín a través de sus representantes parlamentarios opositores; ni por el contrario que permita afirmar, que ampliaría o que democratizaría el acceso popular a la información y al derecho de opinión, como intenta hacer creer el gobierno.

Cuando la presidenta Cristina Kirchner denuncia que en Argentina la libertad de expresión se ha trasformado en la actualidad en «libertad de extorsión», no descubre, nada nuevo bajo el sol, pero con su denuncia lo que intenta es enmascarar su propia historia de sucesivos encuentros con los representantes de los «extorsionadores», cuando entre el kirchnerismo y Clarín solo había romance.

Los grupos periodísticos no necesitan «estar nerviosos» para hacer de la extorsión una herramienta cotidiana de funcionamiento y del engaño una fuente invalorable de ganancias.

Los diarios mienten, porque esa es esencialmente la función de la prensa capitalista: desvirtuar la realidad sobre la existencia de la lucha de clases y en momentos de extrema reacción burguesa en contra de los movimientos populares, deformar los hechos y acallar las consecuencias represivas.

Los diarios mienten y extorsionan, porque son el reflejo de grupos concentrados de la economía, cuyos intereses muchas veces son contrapuestos a los de otros grupos concentrados, en contra de los cuales se declaran «en guerra mediática».

La nueva ley, propuesta por el oficialismo, no restringe entonces, la libertad de prensa por el solo hecho de que en nuestro país, y en otros países con una estructura social capitalista, no existe.

La prensa capitalista de ninguna manera expresa pluralidad de opiniones e intereses de los diversos sectores sociales que conforman la sociedad, esto sí sería una forma de libertad de expresión; todo lo contrario, «la información» se basa en el escamoteo a la hora de reflejar las luchas en contra de la opresión, la dominación y de la explotación de un sector mayoritario de la población.

Lo que los grandes medios monopólicos señalan como «libertad de prensa» no es otra cosa que un enorme paquete ideológico-comercial armado por ellos para vender una visión sesgada de la realidad que les permita incrementar sus negocios y el sostenimiento del sistema de explotación social.

La prensa capitalista, por su estructura empresarial y su interés fundamental en el incremento de ganancias, es un negocio más, como podría ser la fabricación de chacinados o de papel higiénico. La «prensa» es por sobre todo una empresa, que funciona como un cuarto pilar en el sostenimiento del sistema de dominación (IV poder) enmarañada junto a la triple alianza de dominación estatal, tantas veces denunciada (gobierno- represión física y espiritual-burocracia sindical).

En nuestro país la «prensa independiente» tiene una historia bañada de sangre. Clarín y La Nación, los dos diarios de mayor circulación en la Argentina, son titulares del mayor monopolio en la fabricación de papel prensa.

El acuerdo, cediendo el monopolio del papel a dos empresas periodísticas, fue firmado en el año 1978 por los representantes de estas empresas con el dictador Jorge Videla en representación de la junta de genocidas; solo para los más jóvenes habría que recordar que en ese año la actividad represiva de la dictadura estaba en una ofensiva feroz y mientras se seguían llenando los centros de detención clandestinos, los «medios de prensa independientes»(tanto escritos como audio visuales) convocaban a los argentinos a manifestar su alegría en las calles saludando a los miembros de la junta de criminales.

Cualquier democratización tendiente a beneficiar la libertad de expresión, tiene que empezar por la expropiación y nacionalización de «Papel prensa» y la distribución en forma equitativa y a bajo precio del papel, para todas las entidades obreras, artísticas y populares que tengan intenciones de hacer conocer públicamente sus opiniones y reclamos. Estatizar el monopolio del papel y distribuirlo socialmente e iniciar una investigación de las complicidades entre esta empresa y las acciones represivas de la dictadura, sería el comienzo de una verdadera democratización y de la libertad de expresión en nuestro país.

Una lucha entre monopolios

Clarín, y el resto de los grupos periodísticos monopólicos, salen a informar que las intenciones del kirchnerismo con esta ley, es la de gestar un sistema de información coercitivo y desplegado a favor de las políticas oficiales que atentará en contra de la libertad de prensa; mientras que ellos, que son independientes de los gobiernos de turno, expresarían una voz que juzgue en forma neutral y crítica las acciones oficiales dando a conocer a la ciudadanía los actos de gobierno. El colmo de la hipocresía.

El gobierno responde que el mercado de los medios está demasiado concentrado y que llegó la hora de repartir la pelota, sobre todo, después de que la lucha en contra de los sojeros lo dejó pedaleando en el aire y los medios -para los cuales el kirchnerismo había sido tan solidario al aceptarle la fusión intermonopólica tres días antes de retirarse del poder- se hubieran convertido en la voz de los pooles de siembra.

El kirchnerismo pretende el ingreso de nuevos jugadores que demuestren más fidelidad con la mano que les da de comer. ¿Quiénes son los nuevos jugadores?

En principio las telefónicas, a las cuales el kirchnerismo sostiene en la más alta consideración: «Le hemos abierto (el espacio) a las telefónicas en tanto y en cuanto se ajusten a derecho y tendrán las restricciones comunes» para todos los licenciatarios, señaló Gabriel Mariotto, titular del COMFER, defendiendo el ingreso de estos pulpos con tecnología suficiente para concentrar las «tres en uno» (Internet-televisión-telefono) y que hasta ahora la veían de afuera. Pero, además de las telefónicas con capitales multinacionales, la ley permite un ingreso abierto y masivo a empresas extranjeras en la obtención de licencias, transformando la actividad periodística nacional en un caldo que engorde a licenciatarias de capital extranjero y hasta de blanqueo.

Veamos, en el articulo 24 de la ley kirchnerista se señala: «La participación mayoritaria de capital de origen extranjero se permitirá a condición de que existan Tratados Internacionales en los que la Nación sea parte, en los cuales se establezca reciprocidad efectiva con el país de origen del capital o de las personas físicas o jurídicas que aporten dicho capital.»

¿Que clase de democratización podrán ofrecer los capitales de los Berlusconi, o de los Putin o de los escuálidos venezolanos y de los anticastristas de Miami, a la libertad de prensa argentina?

Cuando los sostenedores, progresistas y no tanto, del kirchnerismo intentan vender esta ley como si fuera una reivindicación popular actúan a cuenta -voluntaria o involuntariamente (?)- de las multinacionales que disputan el negocio monopólico del grupo Clarín, soñando con que la nueva ley de radiodifusión puede cambiar la realidad de bancarrota del kirchnerismo.

Para Kirchner, la demolición política sufrida en las elecciones de junio pasado tiene que ver con la intervención mediática de Clarín y la Nación, si los medios estuvieran a su favor -se desvela el expresidente- sus posibilidades electorales para el 2011 estarían vigentes. Dos son las cuestiones que hay que manejar para triunfar en las elecciones: dinero y medios; el primero lo tiene garantizado el segundo está por verse.

¿La apertura a las entidades de base de un gobierno represivo?

¿Es posible que un gobierno que reprime violentamente las manifestaciones populares sancione una ley para que los piqueteros de Caleta Olivia tengan una radio?

¿Es posible, que un gobierno que desatiende los reclamos salariales y las reivindicaciones básicas de la población abra un espacio para las entidades de base?

¿Acaso en la «lucha antimonopólica» contra Clarín, el kirchnerismo ha descubierto el espacio nacional y piensa movilizar la energía e las masas para hacer cumplir sus aspiraciones antiimperialistas?

El solo hecho de plantearse estas preguntas ante un gobierno que se abre a las «relaciones carnales» con el FMI; que sigue descargando el peso de la crisis en los ajustes salariales, que apoyó la instalación de bases militares en Colombia; que mantiene tropas en Haití; que sigue con la misma «preocupación» que Obama los «acontecimientos de Honduras», demostraría que nuestra forma de razonar tiene un hueco reñido con la lógica. Sin embargo, muchos de los sostenedores del kirchnerismo sostienen que es posible.

Acaso no logró Cristina «la aparición con vida» de los goles de primera.