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¡Una relación (muy, pero que muy) heterodoxa en la Familia Real española anunciada en las (sesudas y serias) páginas de El País!

Fuentes: Rebelión

No se lo van a creer. Es la última que se conoce. No es apto para menores. Ni para mayores. No lo extiendan. Háganme ese favor. Debería quedar entre nosotros. El silencio es oro -plata y bronce-en este caso. La institución, la Real institución, va a quedar afectada para décadas, incluso para siglos, acaso para […]

No se lo van a creer. Es la última que se conoce.

No es apto para menores. Ni para mayores. No lo extiendan. Háganme ese favor.

Debería quedar entre nosotros. El silencio es oro -plata y bronce-en este caso.

La institución, la Real institución, va a quedar afectada para décadas, incluso para siglos, acaso para siempre. Hizo bien Rafael, el preferido de doña Carmen Polo, en cantar aquello de que lo suyo era un escándalo.

No se trata de airear cotilleos -cada uno con lo suyo que no es poco- pero está por en medio la primera autoridad del Estado y la familia modelo del país.

Prepárense, pues, ahí va:

El 15 de agosto podía leerse en las páginas interiores del «diario global en español» un notición que acaso pudo pasar desapercibido entre yates y fortunas. Respiren hondo, tomen aliento:

«[…] En esta localidad [Bidart], muy cercana a Biarritz, la infanta ELENA, Iñaki Urdangarin y sus cuatro hijos…se han reunido con Claire Liebaert…» [las mayúsculas, la cursiva, la negrita, todo es mío!

¡Cuatro hijos comunes! ¡Cómo han leído! ¡Entre doña Elena y el yernísimo! ¿Y qué pensará de esto el Opus Dei, los consejeros de la Reina?

Y, además, debe o puede ser muy cierto porque, sumado al rigor al que nos tiene acostumbrados el diario de don Cebrián, el ministro de Industria y Turismo, José Manuel Soria [2], ha recomendado practicar siempre turismo, eso sí, sin salir de España -«[…] Muchos españoles salen del país en busca de sol y playa y se encuentran con mosquitos, temperaturas que sobrepasan los 35 y 40 grados y una temperatura del mar que no es la que se puede encontrar en España»- y la acaso feliz nueva pareja de la realeza borbónica veranea en el País Vasco, sí… pero en el francés.

Será que quieren llevar lo suyo -es comprensible desde luego- sin que se note, para evitar habladurías.

Porque españoles, lo que se dice españoles, ambos lo son. Y mucho. Llevan muy dentro la marca «España». Aunque uno de ellos resida en Washington y siga siendo ejecutivo de Telefónica Internacional.

 

Notas:

[1] El País, 15 de agosto de 2012, p. 35.

[2] El País, 16 de agosto d3 2012, p. 16

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.