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Venezolana de Televisión, «algo viejo no que no termina de morir y algo nuevo que no termina de nacer»

Fuentes: Rebelión

¿Cómo hacer para que nadie se ofenda porque la idea no es ofender, menospreciar ni descalificar? Venezolana de Televisión se ve atrapada acaso en una red invisible de estereotipos televisivos (cliché) que en alguna época reinó en toda América como estilo de «buen gusto», oficialista, solemne, rígido, repetitivo. Voces e imágenes engoladas, retóricas sobrecargadas, estilo […]

¿Cómo hacer para que nadie se ofenda porque la idea no es ofender, menospreciar ni descalificar? Venezolana de Televisión se ve atrapada acaso en una red invisible de estereotipos televisivos (cliché) que en alguna época reinó en toda América como estilo de «buen gusto», oficialista, solemne, rígido, repetitivo. Voces e imágenes engoladas, retóricas sobrecargadas, estilo demagógico convertido en técnica de locutor, entrevistadores, narradores, periodistas, actores… adictos a ser exhibidos a toda costa en las pantallas de T.V… a ser vistos aun si es absolutamente innecesario… vicios y manías que sobreviven por esa invisibilidad de la costumbre que crea modelos avejentados, que hace patético todo los que toca y que siguen ahí… aunque sean odiosos. Sólo unos anteojos de autocrítica constructiva y profunda permiten verlo. Está en marcha una lucha denodada con transformaciones y contribuciones de fondo al proceso revolucionario con un entusiasmo y tesis que luchan día con día en la producción. Pero no bastan las buenas intenciones.¿Cómo decirlo sin ofender el trabajo que si se hace?

En México, Argentina, Cuba, Brasil, España se instaló un modelo, poco a poco en retirada… que se cree «llamativo», «de raiting», «capturante». Se trata de un mil veces repetido formato que consiste en sentar, o parar, frente a una cámara, a uno o varios comentaristas que repiten lo que leyeron en algún diario o escucharon en algún café. Locutores, conductores, animadores parados en escenografías de escaso o nulo presupuesto, creatividad y formación vestidos con trajes de funcionarios, banqueros o empresarios, peinados igual casi todos, maquillados igual, iluminados igual, sonorizados igual…con los mismos gestos, giros de lectura idéntica, efectos de voz televisiva… alguien les dijo que eso es «hacer televisión» que así se hace… que así «queda bien» y simplemente lo aceptan y reproducen. No pocos creen que son «simpáticos» «chistosos» e incluso se piensan indispensables y frecuentemente interrumpen a sus invitados con la convicción de que deben interrumpir porque sin su intervención decae el interés del espectador. No son pocos los programas que llevan a sus mismas repetitivas mesas los periódicos para leerlos en público y no son pocos los que viven de exhibir cierto sentido común machacón, rudimentario y reiterativo. Hay egolatrías, vanidades y autocomplacencias de todo tipo. Hay mediocres a los que les gusta ser escandalosos. Televisa, Globo, Venevisión, Telefe… por ejemplo, son máquinas descomunales de estereotipos y maniqueísmos, y muchos de ellos se copian indiscriminadamente. Miseria televisiva camuflada con glamour. No repitamos esos horrores.

Hay un problema serio en materia de forma televisiva y su relación con los contenidos. Es un problema de VTV y de toda televisora. Vale la pena tener una perspectiva Latinoamericana que deje ver cómo padecemos miles de programas idénticos, en señal abierta y por cable, infestados de comentaristas, politólogos de todo y comentaristas deportivos que se revuelcan gratuitamente en una fraseología escandalosa exagerada y muerta. Formas repetidas sin cuestionarlo. Miles de noticieros gobierneros, falaces, sangrientos, amarillistas, paupérrimos que una y otra vez repiten los formatos más decadentes aprendidos del «big brother» yanqui, de los formatos burocráticos europeos. Miles de programas por todas partes con «presentadores» que dan paso a cantantes que cantan las mil veces repetidas canciones, bailarines que bailan mil veces iguales mismas melodías con arreglos cortados por la misma tijera mercantil. Miles de programas de concursos que son el mismo reiterado hasta las nauseas. La forma estereotipada bien puede estereotipar los contenidos. Repetición, repetición, repetición. Unas veces inconsciente otras no. Incluso con las mejores intenciones revolucionarias. ¿Cómo se sale de eso?

Muchos trabajadores de la televisión venezolana, con títulos universitarios o sin ellos, reproducen «valores establecidos» con cierta estética «comercial» surgida en la práctica de quienes daban palos de ciego en las épocas pioneras. De alguna manera se cree que salirse de esos «parámetros» es suicida y que «eso es lo que el público pide». No pocas veces se acepta esa biblia como verdad absoluta bien funcional con la mediocridad imperante en la mayoría de los canales. Venezolana no es un caso único pero es un caso que deberá superar sus atrasos cuanto antes. Es fundamental para la revolución bolivariana. Una autocrítica seria, en un país que camina al socialismo, no permitiría jamás mantenerse estancado en las viejas formas.

Claro que nadie puede negar los magníficos hallazgos que tuvo y tiene Venezolana de Televisión en una historia que es importantísima en los mass media de América Latina, claro que se debe hacer un alto obligado para recordar la mejor parte del trabajo que se hizo y que siguen haciendo los iluminadores, camarógrafos, asistentes, guionistas, productores… Claro que uno no se puede hacer ciego frente a la realidad laboral de los trabajadores del Venezolana de Televisión, sus derechos luchas demandas avances y también atrasos. Nada fácil para nadie. Claro que uno no puede sino estar respetuosamente al lado de las mejores luchas de los trabajadores de la televisión Venezolana, de abajo a arriba, proponiéndoles un plan de trabajo consensuado y exigente donde participen muchas contribuciones pactadas con delegados de organizaciones sociales de base y especialistas solidarios. Un plan para la producción de televisión crítica y autocrítica que no se encierre frente a su propio espejo, que no se ahogue en vicios burocráticos ni sectarios. Un plan de comunicación que incluya a esas muchas voces desde todo el mundo que ven (gracias a http://www.vtv.gov.ve/Senal_en_Vivo.php ) toda la programación. Claro que del trabajo de ellos depende el impulso para mejorarlo y claro que tienen entre manos un problema fenomenal: Mientras la revolución bolivariana avanza con un paso vertiginoso y exigente, el ritmo de actualización teórica, formal, estética, táctica y estratégica de la televisora requiere esfuerzos renovados sin concesiones si no quiere permanecer atrasada y anacrónica. ¿Cómo producir crítica seria, científica sin que se ofendan?

Claro que no basta, para ser una televisora revolucionaria, con transmitir todos los actos oficiales ni todos los programas que realiza el gobierno. Claro que no basta con tener programas, más largos o más cortos, donde se aplauda o comente lo dicho y hecho por los funcionaros. Claro que no basta con repetir una y otra vez la estatuaria libertadora de Bolivar, Sucre y los demás próceres. Claro que no alcanza con programas de opinología en mesas, o pantallas, de «ilustrados» que se autoproclaman líderes de opinión. Por más sentido del humor que tengan o carezcan. Hay que encontrar las maneras, formas, en que el lenguaje de la revolución gane un lenguaje nuevo en la televisión, que narre lo dicho y hecho por los obreros, campesinos, trabajadores que desde bajo construyen la revolución no sin contradicciones. Hay que encontrar las formas nuevas para que la revolución pronuncie también con la televisión su veredicto de caminar hacia el socialismo, sin intermediarios, sin fajas, sin acartonamientos, sin fórmulas manidas ni clichés patéticos. La revolución venezolana debe tener en los trabajadores de la televisión un aliado crítico que camine siempre el frente de las mejores búsquedas, para un lenguaje televisivo poderoso implacable. Una televisora contemporánea en serio. No estancamiento, no normas rígidas. No tienen tiempo que perder. Eso no lo crearán sólo quienes hacen la televisión… eso lo creará la revolución en manos de sus luchadores más avanzados que impulsan y movilizan a los que van más lento. Y la televisora debe ser muy permeable, sensible, abierta a los cambios de la sociedad toda y de sí misma..

Todo problema formal es necesariamente un problema conceptual. Las exigencias históricas de la revolución bolivariana, en su diversidad y profundidad, imponen la formación de cuadros de investigadores televisivos especializados, no atomizadamente, en los distintos frentes de lucha. Cuadros que se forman conceptual, política y estéticamente con las armas expresivas de la revolución para el fin supremo de consolidar la televisión como herramienta de organización social hacia la toma del poder de abajo a arriba. Cuadros que acompañan el proceso revolucionara especializados en técnicas expresivas para afianzar, en los imaginarios colectivos, los mejores episodios del asenso revolucionario. Escenógrafos, corógrafos, dramaturgos, pintores en intercalación con periodistas, fotógrafos, camarógrafos… interdisciplina creativa las 24 horas del día revolucionario. Sus humores, amores, fiestas, colores, sensaciones, olores y emociones que crean la nueva simbólica de la lucha vuelta triunfos. Se trata de un desafío en el que han abonado tesis las luchas revolucionarias de todo el mundo. Meyerhold lo había visto: «la imaginación como arma de la revolución»

Venezolana de Televisión revolucionaria nos es necesaria en toda América Latina, lo que haga será un impulso extraordinario, su ejemplo, propuesta, apuesta debe impactar el decir y hacer de la televisión que se estudia y produce. Se espera de Venezolana un paradigma nuevo, que no puede no ganar el lugar de vanguardia en comunicación que necesitamos todos. Claro que se han emprendido no pocos intentos superadores y claro hay avances pero nadie, en el contexto de la Venezuela actual puede conformarse con lo hecho hasta hoy porque la evidencia de la pantalla es contundente, exigente e inocultable. Nadie en el marco actual de la Revolución Venezolana puede quedarse contento con lo que es hoy Venezolana de Televisión porque sigue reproduciendo en términos de sus criterios formales, y no pocos conceptuales, algunos modelos rígidos que descansan casi exclusivamente en la palabra y que a cambio debería, en términos de lenguajes audiovisuales avanzados, construir una narrativa nueva, un lenguaje televisivo propio que sea el lenguaje mismo de la revolución en bocas de sus protagonistas. Claro que hace falta un plan estratégico de capacitación y claro que hace falta un plan estratégico de investigación y experimentación televisiva. Eso no se puede hacer por arte de magia ni de la noche a la mañana. Ya se han emprendido muchos buenos esfuerzos que deben ser apoyados desarrollados y perfeccionados. Poco a poco las mejores ideas, los mejores proyectos, la mejor autocritica. Dice Hugo Chávez que en Venezuela hay algo viejo no que no termina de morir y algo nuevo que no termina de nacer. Ahí está Venezolana de Televisión a la vista de todos.