A los compañeros del FIT: Quiero hacerles llegar algunas reflexiones a los militantes de ese frente a los que supongo nutridos ideológicamente en las lecturas de León Trotsky. Hace muchos años llegué a la conclusión de que el capitalismo es un régimen injusto que tarde o temprano será remplazado por una organización social superior que […]
A los compañeros del FIT:
Quiero hacerles llegar algunas reflexiones a los militantes de ese frente a los que supongo nutridos ideológicamente en las lecturas de León Trotsky. Hace muchos años llegué a la conclusión de que el capitalismo es un régimen injusto que tarde o temprano será remplazado por una organización social superior que es el socialismo y que se dará, en los distintos países con las peculiaridades propias de cada uno, para abrir camino al «hombre nuevo» por el cual dio su vida el «Che» y muchos otros. La circunstancia de que el socialismo deba adecuarse a los rasgos específicos del país y de que, además, se dará inicialmente en los países sometidos por el imperialismo llevó a rotularlo «socialismo nacional». En Argentina sostuvieron esta posición Manuel Ugarte, el grupo Frente Obrero del 45, Abelardo Ramos (antes de su defección menemista), Cooke, Hernández Arregui, Spilimbergo y Tosco, entre otros. Desde esta posición, quiero recordarles que la historia se da a través de la lucha de clases: las próximas elecciones son -aunque no lo entiendan así algunos compañeros- parte de esa lucha. Por lo cual, un socialista no es aquel que formula los programas más atrevidos y avanzados sino simplemente aquel que colabora para que los trabajadores tengan cada vez más poder y presencia concreta en la vida política del país hasta colocarse en condiciones de disputar el poder para, desde allí, construir la sociedad igualitaria que deseamos. Es decir, no habiendo opción socialista corresponde optar entre lo que hay y en este sentido, votar contra aquel cuyo origen, trayectoria y economistas que lo asesoran expresan a la minoría oligárquica y su aliado imperialista, imputación que no puede hacerse al candidato del FPV aunque no signifique un avance hacia el socialismo.
Con este propósito quiero recordarles algunas posiciones adoptadas por Trotsky, no demasiado conocidas. Cuando Lázaro Cárdenas nacionalizó el petróleo en México, corrió la versión de que había sido asesorado por Trotsky, por entonces exilado en ese país. Él contestó que eso no era cierto, pero que hubiera sido un honor para él si la nacionalización de Cárdenas (gobierno capitalista) se hubiese debido a su consejo. Como algunos discípulos (que se consideran trotskistas aunque no lo leen), protestaron, Trotsky explicó que la medida era avanzada porque debilitaba al imperialismo y estimulaba la lucha de los trabajadores mexicanos. Pero, además, les pidió que recordasen que cuando Lincoln triunfó en la Guerra Civil de EE UU sobre los estados esclavistas del sur, Marx le mandó un telegrama de felicitación, a pesar de que ese triunfo impulsaría fuertemente al capitalismo, pero resultaba históricamente progresivo porque derrotaba a los gamonales esclavistas amigos del Imperio Británico. Entre los capitalistas industrialistas y los esclavistas feudales, no vaciló en apoyar a los primeros aunque los seguiría combatiendo luego en busca de concretar nuestros objetivos. Acompañaba a lo más avanzado de la sociedad yanqui y favorecía la creación de condiciones favorables para, luego, darles pelea.
Una vez les aconsejó a los comunistas chinos que se aliaran a Chian Kai Shek (líder burgués, liberal, capitalista) para dar guerra al Japón. Discípulos escandalizados le preguntaron si no sabía quién era. Les respondió: «Por supuesto que lo sé. Pero hoy lo necesitamos para no ser esclavos de los japoneses. Mañana nos traicionará. Es posible, más bien es seguro, y entonces lo combatiremos. Pero la lucha es hoy y aquí, y no podemos confundir la estrategia socialista que apunta al futuro con la táctica que debemos asumir en las luchas de hoy.»
En la Argentina, la izquierda que confunde táctica con estrategia brega por el socialismo bajo distintas formas, desde hace siglo y medio, y celebra con entusiasmo cuando alcanza el 3% de los votos. En 1945, sólo el grupo Frente Obrero sostuvo con claridad el apoyo a Perón el 17 de octubre sin hacerse, por eso, peronista. Aplicando así las enseñanzas de Trotsky y también de Lenin cuando exigía no confundir quién es el enemigo principal: en una elección que parte al país en dos o poco menos, uno de los candidatos debe ser el enemigo principal y el otro el posible aliado circunstancial al que mañana habrá que combatir si se dan las condiciones, casi seguramente, para hacerlo. Lenin lo resumía: «Golpear juntos, marchar separados.» Hay gente, agregaba Trotsky, que cree que todo es blanco o negro y que no existen grises, y así no se puede hacer política porque se corre el riesgo de hacerle el juego al ex socio y amigo del ultraderechista yanqui Donald Trump, según lo confesó el mismo Macri, en «Lincoln West» de Manhattan.
El reducido porcentaje de votos del FIT -que costó tanto a su valorable militancia- puede significar, bien empleado, la derrota de las grandes corporaciones nativas y del imperialismo expresados por Macri. Votar en blanco, en cambio, es ponerse al margen de la lucha. Con toda razón, los trabajadores se lo podrán reprochar a aquellos que optan por el voto en blanco, si un gobierno de Cambiemos -podría ocurrir- nos devuelve a la dependencia, «las relaciones carnales», contratos basura, el 18% y no el 45% como ahora en el ingreso nacional que reciben los trabajadores… Y seguiremos como desde 1875, levantando las más hermosas palabras abstractas y militando esforzadamente pero errando en las luchas concretas, al no votar contundentemente contra el enemigo expoliador interno y externo. A Trotsky le costó mucho sostener posiciones correctas, pero luchó siempre contra el capitalismo y también contra la burocracia stalinista cuando ésta deformó la revolución y hasta llegó a advertir que si el pueblo ruso no barría a la burocracia esta se reconvertiría en burguesía, como al final ocurrió. Siempre supo distinguir lo que hay que hacer hoy -aunque con disgusto- para ratificar una estrategia socialista hacia el futuro.
Fuente original: http://tiempo.infonews.com/nota/193913