Mientras algunos de nuestros naciones hermanas actualmente se animan a enfrentar y tratar de elucidar la álgida cuestión de las deudas públicas ilegales e ilegitimas, en nuestro país nuestro gobierno supuestamente «progre» hace todo lo contrario. Frente a un complicado escenario de vencimientos de la deuda pública, dispuso refinanciar una parte ínfima de ella, por […]
Mientras algunos de nuestros naciones hermanas actualmente se animan a enfrentar y tratar de elucidar la álgida cuestión de las deudas públicas ilegales e ilegitimas, en nuestro país nuestro gobierno supuestamente «progre» hace todo lo contrario.
Frente a un complicado escenario de vencimientos de la deuda pública, dispuso refinanciar una parte ínfima de ella, por 15.000 millones de pesos, con el canje de los Préstamos Garantizados, mediante la emisión de una nueva deuda en títulos públicos a tasa de interés flotante, con vencimiento en el 2014.
Esta medida lejos de ser una solución, es más de lo mismo. O peor aún, una vuelta a empezar a hundirnos nuevamente en el sistema de la deuda, del que el país, si realmente desea ser políticamente soberano, económicamente independiente, y socialmente libre, está obligado indefectiblemente a salir.
El «sistema de la deuda» se basa en que ésta, de manera alguna se puede extinguir o cancelar. Solo se puede «enrrollar para adelante», como una alfombra cada vez mas pesada, hasta que se hace imposible de sobrellevar; y finalmente el sistema estalla para volver a empezar. Como una servidumbre perpetua de la que está prohibido escapar.
Cabe aclarar que el hecho que el actual escenario de vencimientos sea muy complicado, es directa consecuencia la renegociación que Kirchner y Lavagna concretaron en el 2005. En ella se cometieron una serie de inexplicables errores garrafales, que nos dejaron a mitad de camino y sin resolver genuinamente el tema de la deuda, cuando era la oportunidad histórica para hacerlo.
N. Kirchner aceptó como válida toda la deuda heredada, pese que buena parte debería haberse denunciado como fraudulenta, como hizo recientemente Ecuador. Se descapitalizó al país pagando deuda cash con reservas, sin comprometer nuevo financiamiento. Se impuso una quita a parte de acreedores mientras otra parte salió indemne, quebrando así la paridad de esfuerzos. Se hizo socios solo en las buenas a nuestros acreedores, mediante unas absurdas Unidades Ligadas al PBI, cuyos montos a pagar suben por el ascensor en forma geométrica, mientras nuestro PBI sube por la escalera. Lavagna dibujó un plan de sustentabilidad de la deuda basado ingenua y torpemente en volver en forma inmediata al «mercado de la deuda», mientras que al mismo tiempo se despotricaba duramente contra nuestros acreedores. Algo tan inconsecuente como ir a pedirle plata por favor al usurero, después de haberlo denunciado e insultado ante el pueblo.
Todo esto, sumado a la gravísima crisis financiera internacional actual, hace que no se pueda acceder a un nuevo financiamiento. Tal como lo anticipamos en nuestro trabajo del año 2005 ¡Oh Juremos con deuda morir!, en el que criticamos duramente al arreglo de la deuda de Kirchner – Lavagna de ese año, y donde pronosticamos un escenario como el actual para los años 2009 – 2010.
El intocable sarcófago de la deuda
Y no es que seamos observadores muy esclarecidos de la realidad, sino que frente a la deuda parece ser que rápidamente se nublan las mentes y personalidades políticas más esclarecidas, que por alguna razón u otra se encuentran cercanas al stablishment financiero. Ya sea porque hayan fugado divisas, como el caso de los fondos de Santa Cruz; o porque estén ligadas a quienes son fugadores profesionales, como los banqueros. Por esta razón, no es extraño que el gobierno K siempre haya favorecido a los bancos internacionales y que la principal oposición nunca diga «ni mú» respecto a este tema.
Es el caso de la Coalición Cívica, que -alejándose de sus orígenes fundacionales- se ha convertido en el partido de los banqueros «progres» de los Olivera, Prat Gay y Bullrich. Precisamente, esta permeabilidad de Carrió hacia personeros del stablishment, fue paralela a su renuncia a la verdad sobre la deuda. Cabe consignar que esta cuestión de los Prestamos Garantizados, fue el comienzo de nuestro distanciamiento político de esa agrupación, de la que fuimos fundadores en su inicio. Allá en el 2003, pusimos el grito en el cielo, cuando -pese su origen espurio- el ARI salió a sostener su pago pese a la declaración de default.
No es casual tampoco que en un principio hayan salido a apoyar el canje de la deuda de Kirchner y Lavagna del 2005. La corrupción no solo consiste en recibir sobornos y metérselos en el bolsillo. Consiste también en la corrupción intelectual de atenuar o anular el sentido critico respecto determinados temas, que molestan a determinados sectores del establishment o geopolíticos (como Malvinas). La corrupción consiste también en la corrupción moral y del espíritu de ceder al oropel y los cantos de sirena, por parte de quienes saben ejercer muy bien un suave y blando lobby a favor de sus intereses, sin que ello necesariamente venga acompañado de un sucio sobre.
En consecuencia, pese los discursos que tanto el oficialismo como la oposición «oficial» intentan articular, estamos con lo mismo de siempre en la cuestión de la deuda. Dando vueltas, como una calesita financiera, de la cual el país no se puede bajar; condenados como el mito de Sísifo, a subir permanentemente a la punta de la montaña la misma pesada piedra financiera, que a continuación montaña abajo vuelve a rodar.
Porque la deuda pública se puede criticar -incluso maltratando discursivamente a los acreedores como el FMI- refinanciar, defaultear y luego pagar, renegociar, o canjear. Pero en Argentina, cualquiera sea el color del gobierno, de centro, de derecha, de izquierda, de arriba, de abajo, para -supuestamente- los pobres, o contra los pobres, NUNCA SE PUEDE AUDITAR O INVESTIGAR. Se trata este de un capítulo absolutamente prohibido para esta democracia incompleta o «renga» que nos tocó vivir después del Proceso Militar.
Junto con los desaparecidos, esta es la herencia maldita del Proceso Militar. Y si bien la lápida de los desaparecidos se procura levantar, el sarcófago que encierra el secreto de la deuda, NADIE, NADIE, NADIE; ni el Congreso, ni la Justicia, ni el Poder Ejecutivo, ni la oposición «oficialista» se animan a tocar. Como los restos del emperador egipcio Tutankamón, que tanto deslumbraron a nuestra presidenta, los secretos de la deuda están preservados bajo seis impenetrables bóvedas. El secreto financiero, la inopia del Poder Ejecutivo, la inacción de la Justicia, la defección del Congreso, la elusión del tema por parte de la oposición, y el escatimamiento que hacen los medios de comunicación respecto esta decisiva cuestión.
La negra historia de los PG en cuatro actos
Por esta razón, pese a los múltiples intentos realizados ante los tres estamentos del poder, no hemos podido lograr que se efectuara una auditoria de la deuda. Pero con enorme esfuerzo la hicimos personalmente y la publicamos en el año 2003 en el libro «LA ARGENTINA ROBADA».
Conforme lo que en el decimos, surge claramente que los Préstamos Garantizados (PG) que se están canjeando actualmente, provienen esencialmente del Megacanje del 2001, que preanunció la catástrofe de fines de ese año. Son la zaga espuria de ese famoso canje, por la que están procesados penalmente sus dos grandes responsables: el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, y el ex secretario de Finanzas Daniel Marx.
Los PG son los hijos putativos directos de la fabulosa estafa del Megacanje. Pero fueron además una pieza esencial en la enorme maniobra financiera que le permitió a los bancos internacionales -los mismos que hoy se encuentran en la picota pública ante el mundo- salir indemnes de la crisis argentina del 2001, cuyos efectos los argentinos todavía estamos pagando.
La impunidad financiera reina en Argentina desde los tiempos de Martínez de Hoz, pero este caso de los PG es el colmo del absurdo, al punto de convertirse en un verdadero latrocinio financiero. Y lo más deplorable de todo es que esta maniobra se urdió y consumió durante gobiernos democráticos, en el cual supuestamente funcionan los organismos de control, y también una «Justicia» supuestamente independiente. Que ahora aparentemente se encuentra alumbrada bajo el lema «Memoria, Verdad, y Justicia» respecto los derechos humanos. Pero que en relación a los grandes ilícitos económico financieros y en especial el tema de la deuda, en la práctica significa todo lo contrario: «Olvido, Mentira, e Impunidad».
De esta manera nuestros actuales gobernantes, pese su aparente «progresismo», poniendo su mejor cara de bobos han decidido -como siempre- que el Estado argentino «bobo» se haga cargo y socialice a libro cerrado las grandes pérdidas financieras. Y que los bancos privados y sus socios se lleven las grandes ganancias, que obviamente, tarde o temprano fugan al exterior.
No hay que ser un «gurú de la City» para entender la maniobra de «afano y fuga» que urdieron los bancos a fines del año 2000. Como la crisis argentina era inminente y previsible – entre otras razones por la propia usura que los bancos sometieron al Estado nacional, a las provincias y a los particulares- precavidamente se prepararon para ponerse a salvo, y perpetraron ese «afano y fuga» en cuatro actos, con tres canjes de deuda sucesivos, que se remataron con la instauración del «corralito» bancario:
Acto Primero: urdieron un «Blindaje internacional», simulando que había «salvataje» para la Argentina, induciendo a desinformados ahorristas internos a invertir en bonos de deuda soberana argentina, próxima a caer en default. Con dicho Blindaje el FMI, el Banco Mundial, y España con su préstamo, se convirtieron en los grandes financistas de la fuga de capitales que se estaba por producir, para que los bancos y empresas extranjeras se pusieran a salvo de la catástrofe argentina que se avecinaba.
* Acto segundo: perpetraron un Megacanje de bonos para supuestamente aliviar al Estado, cuando en realidad estafaron al Estado incrementando la deuda pública en 55.000 millones de dólares (preparándose así para la futura «quita» de los Kirchners). De esta manera los bonos que estaban en el exterior ingresaron en los bancos argentinos, o en las filiales argentinas de los bancos extranjeros.
* Acto Tercero: canjearon las sustanciales reservas con que contaban los bancos argentinos (RML – Requisitos Mínimos de Liquidez) por los bonos del Megacanje o por cualquier otro título público que hubiera a mano. Con este «empapelamiento» bancario, se llevaron puestas al exterior las cuantiosas reservas líquidas con que contaba el sistema financiero argentino, que junto con las de convertibilidad a principios del 2001 trepaban a los 38.000 millones de dólares.
* Acto cuarto: establecer un «corralito» bancario, porque los bancos ni el sistema de convertibilidad pueden funcionar sin reservas. Y simultáneamente efectuaron el tercer canje convirtiendo los títulos del Megacanje en «Prestamos Garantizados» con el ingreso de impuestos, autorizado por el decreto de Necesidad y Urgencia 1387/01, que a título de ejemplo lleva la firma de la hoy vocera de la Coalición Cívica, Patricia Bullrich.
Esta fraudulenta denominación de Préstamos Garantizados, violatoria de todas las normas de contabilidad del Banco Central, cuyos artífices fueron Cavallo y Marx, junto al asesor de estos, Tomás Liendo; y se consumó a la vista y paciencia de banqueros como Blejer, Olivera y Prat Gay, no fue para nada ingenua ni casual.
Por un lado con ella se encubrió el hurto de las reservas de los bancos, al ocultarse de esta manera que la fuga de depósitos de los bancos no había sido solventada en realidad con las reservas del sistema, que se habían hurtado; sino mediante una feroz recuperación de préstamos bancarios al sector privado que se practicó a lo largo del 2001, con la que se colapsó definitivamente la actividad productiva, precipitando así la crisis de fines de ese año.
Por otro lado, con estos seudo «Préstamos Garantizados» con impuestos, se logró evitar que ellos cayeran en default, e ingresaran en la reestructuración de la deuda. De esta manera los grandes bancos en un alarde defraudatorio perpetraron una triple estafa. Primero se quedaron con las reservas que pertenecían a los ahorristas, sustituyéndolas por títulos públicos. Seguidamente lograron que esos títulos públicos no cayeran en default. Y finalmente lograron que el Estado se hiciera integralmente cargo de los costos del corralito y la pesificación asimétrica, que en gran parte eran consecuencias de su accionar. Y si alguien tiene dudas que los bancos puedan tener esta capacidad de maniobra, que por favor recuerden la derogación de la ley de «subversión económica».
El quinto acto de la tragedia, el canje actual de los PG
Hoy, a libro cerrado, la presidente Cristina Kirchner efectúa el Quinto Acto y el cuarto canje en esa magna defraudación, pese la existencia de actuaciones penales abiertas contra esa sucesión de operaciones estafatorias, incluidas las del Megacanje, la conversión de la deuda del DNU 1387, y el corralito bancario.
Como resulta ya un clásico en la historia de la deuda, la presidenta y sus ministros transformarán la deuda en «Prestamos Garantizados» con los bancos, de difícil trasmisión que no cotiza en los mercados; en deuda en títulos públicos libremente transferible, que cotiza diariamente en los mercados. Una salida similar a la del Plan Brady de Cavallo de 1992, que transformó los préstamos que nos habían otorgado los bancos internacionales, en títulos públicos. Luego de sucesivos canjes y refinanciaciones, inspirados en la típica modalidad de la dirigencia argentina de «patear para adelante», esos títulos se transformaron en el «festival de títulos públicos», o bola de nieve financiera que aplastó al país en el 2001.
Manteniéndose fiel a la tradición argentina de beneficiar con cada canje cada vez más a los acreedores -la forma en que se arman las bolas de nieve financieras- con este canje se cambia el índice de ajuste del CER, con el cual el INDEC de Moreno estafó y estafa a los desempleados, asalariados, jubilados y tenedores de bonos de indemnizaciones (entre ellos las víctimas de los bancos y la dictadura militar) por la tasa flotante de interés correspondiente a los depósitos en bancos privados (BADLAR) mas un adicional, la misma que ha hecho actualmente impagables las deudas hipotecarias de los pequeños deudores.
De esta manera los banqueros de la City escapan limpiamente del «default técnico» que denunciaran con el absurdo manoseo del CER por parte de Moreno en el INDEC, sin que cese para nada esta gravísima mentira oficial, que perjudica a vastos sectores de la sociedad. Los privilegiados financistas no solo quedarán exentos de impuestos, sino también de las penurias del CER. CER o no CER, esta es una de las cuestiones que subyace en el canje de los PG.
Pero este cambio no solo supone una sustancial mejora en el pago de los intereses, que prácticamente se duplicarán del 11 % efectivo anual (CER mas 4 %), a mas del 20 % anual (BADLAR mas 2,75 % anual). Supone además, gracias a los artilugios de la matemática financiera, una sustancial mejora en el flujo de pagos a favor de los bancos y en contra del Estado. Porque en cada servicio de intereses los intereses «reales» ( 4 % anual») no se pagarán sobre el capital reajustado con el CER (7,2 % anual), cuyo reajuste se cancela al final; sino que en cada servicio se pagaran los intereses nominales (18 al 24 %) anual, sobre el capital nominal que se cancelará al final.
Esto se ve agravado porque los servicios de intereses pasarán a ser trimestrales en vez de semestrales, lo que aumenta aun más la tasa efectiva de interés. Este cambio de la tasa de interés y de la modalidad de cálculo resulta particularmente ruinoso, porque en la práctica significa pasar de una deuda indexada, con bajo servicios de intereses; a una deuda tipo Circular 1050, destructora de deudores.
Si la tasa BADLAR llegara al 20 % anual, nivel que incluso superó recientemente, esto reportará un mayor pago a favor de los bancos de mas de 13.000 mil millones de pesos, casi equivalente al capital nominal de los PG rescatados ($ 15.000 millones); a cambio de extender el plazo medio de pago previsto para los PG con vencimiento entre 2009 y 2011, poco mas de dos años. Este costo de refinanciación por tan exiguo plazo, hace que la tasa de refinanciación efectiva, calculada sobre el plazo de refinanciación efectivo, sea leonina, usuraria, y lesiva para los intereses del país.
Se trata de una tasa de interés impagable para el más modesto de los deudores hipotecarios, con mayor razón para un país. Incongruentemente, por un lado el Estado financia los canjes de electrodomésticos con los fondos de los jubilados de la ANSES, con una tasa del 11 % anual, por importes de unos cientos de millones de pesos. Y al mismo tiempo se compromete a pagar el doble de interés a los banqueros, por montos por decenas de miles de millones de pesos. Es evidente que si la tasa BADLAR es presuntamente justa y equitativa para los banqueros, los grandes perjudicados -como siempre- serán los jubilados. Y si la tasa es justa y equitativa para los jubilados, el país -como siempre, incluidos los jubilados- está siendo esquilmado.
Proporcionalmente, los resultados de este canje supuestamente «voluntario», son peores aún que los del famoso Megacanje. Ambos están inspirados en la misma lógica irresponsable, posibilista e inmediatista, de que es la «única solución» atento las circunstancias internas y externas que vive el país. Y que la cuestión es «patear para adelante la latita»; y el que venga después que Dios o el diablo lo ayude. Y si es contreras y le va mal, tanto mejor; aunque muchas veces sucede que uno tenga que beberse su propio brebaje, como le está pasando actualmente al gobierno de los Kirchners.
Cabe apuntar que ese artilugio de la tasa flotante fue el que dio origen a la impagable deuda externa fraudulenta que agobia a Argentina y otros países periféricos. Préstamos tomados a tasa flotante al 6 % anual con la banca internacional en la década del `70, terminaron pagando intereses superiores al 20 % anual, generándose así la bola de nieve financiera que aplastó al país en 1982, 1989, 1991, y ahora vuelta a empezar.
Dorando la píldora de la operación, se dispuso que la tasa de canje de los PG sea del 98 %, simulando así una quita simbólica del capital nominal del 2 %, que será compensada largamente con los flujos reales de pagos al que se obliga el fisco. Para un banquero resulta más beneficioso un aumento del interés, aun a costa de la disminución de capital, porque el interés se paga antes y periódicamente, en sucesivas veces, mientras que el capital se paga generalmente al final, en este caso en el 2014.
El gobierno se jacta además como si fuera una novedad, de la ausencia comisiones, cuando tampoco la hubo cuando se crearon los estafatorios PG, con los que se birlaron las reservas de los bancos, dispuestos en la misma fecha en que se instauró el inolvidable «corralito» bancario. También se jacta de haber logrado un acogimiento del 97 % (pretendiendo llegar ahora hasta un 100 %); cifras parecidas de las que se jactaba Cavallo… o el dictador africano Mobutu cuando ganaba todas las elecciones, sin advertir que la cuantía de la cifra, como se explica mas adelante, indica la anormalidad, no la normalidad del proceso.
Por esta razón la City financiera sonríe, brinda y festeja, contabilizando fructuosas ganancias futuras con esta reapertura del «festival de los bonos», denominación con la que en 1987 el entonces secretario de Industria Roberto Lavagna, preanunció la crisis y el ocaso del gobierno de Alfonsin. Mientras tanto el sector productivo cruje y se queja, repitiéndose así indefinidamente el mal financiero que aqueja a Argentina.
Politica & Finanzas & Negocios
Como si esas prebendas financieras no fueran suficientes, el flamante titular de la AFIP Ricardo Echegaray se despachó prestamente a favor de los banqueros, eximiéndolos del impuesto a las ganancias que deberían oblar como consecuencia de la curiosa forma de contabilización de los Préstamos Garantizados que dispusieron Liendo y Cavallo, a los efectos de disimular la maniobra de vaciamiento de los bancos, y que tampoco pagaran ganancias. Los eximió por un importe que trepaba según trascendidos a los mil millones de pesos, en el mejor de los casos los difirió para que lo paguen recién dentro de cinco años, en el 2014.
Estas cifras y plazos suenan mas que generosos, si se los compara con el diferimento por un año por un monto del orden de los doscientos millones de pesos, que se dispuso a favor de los productores agropecuarios -que son el motor de la economía argentina- con motivo del dictado de la emergencia agropecuaria por la feroz sequía que asola al país, la peor en cincuenta años.
De tal manera el lema bobo del gobierno, que está «para solucionarle los problemas a la gente» (como si esto se pudiera hacer sin solucionar los problemas fundamentales del país) parece tener como preeminencia el de solucionarle los problemas a los empresarios amigos y los banqueros.
En este sentido es elocuente la reciente trayectoria de Echegaray, en el agitado año 2008. Simultáneo con el conflicto por el campo por la Resolución 125, Echegaray pasó de la Aduana a la ONCCA. Precavidamente se llevó bajo el brazo el control de las Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) de las exportadoras de granos. Estas casualmente estaban haciendo la ganancia de su vida, al comprar la soja al productor con la aplicación de las retenciones móviles de la resolución 125, para venderlas al exterior con las anteriores retenciones congeladas un año atrás, en momentos en que esa oleaginosa alcanzaba el record de cotización en su historia.
Posteriormente el áspero desarrollo del conflicto con el campo y la denuncia que efectuáramos ante la Justicia penal y ante el Congreso, planteando la sospecha de que la Resolución 125 no había sido dictada para allegar dineros al fisco y favorecer a los mas pobres, sino para que las exportadoras de granos pudieran concretar ese fabuloso negocio, obligó al gobierno y a Echegaray a sincerar la situación. En consecuencia conminó a las exportadoras a devolver los más de 2.000 millones de dólares que se habían quedado con ese juego especulativo de retener las retenciones, en perjuicio de los productores y/o el fisco. Devolución que lógicamente esas poderosas encartadas eludieron, con dilatorios planteamientos administrativos y ante la Justicia.
Pero seguidamente el mismo gobierno como la caballería de las películas del Oeste, pareció venir raudamente en auxilio de las exportadoras de granos, al disponer intempestivamente una improvisada moratoria y blanqueo de capitales, que les permitiría devolver pesificados, en diez años, con mínimos intereses del 7 % anual (muy lejos de los reconocidos con el canje de los PG), los dólares que habían birlado a los productores y/o el fisco. Y además les permitirá blanquear con una mínima tasa impositiva las divisas «en negro» depositadas en el exterior, resultantes de la diferencia del precio de venta declarado ante la Aduana, y el realmente vendido al exterior.
Inmediatamente después de sancionarse esa ley, Echegaray abandonó la ONCAA y fue designado como titular de la AFIP. Además de llevarse nuevamente las Declaraciones Juradas de Venta al Exterior bajo el brazo, es así el encargado de confeccionar la reglamentación de dicha ley, para que los «amigos» exportadores de granos encabezados por el senador kirchnerista Urquía, y otros dilectos amigos del gobierno encuadren perfectamente en ella.
Una de las primeras medidas de Echegaray fue la de poner a funcionarios de su muy estrecha confianza al frente de la sección de informática y compilación de datos de la AFIP. Con el evidente objeto de preservar a toda costa el secreto fiscal, en resguardo del blanqueo por venir. Así tanto el secreto fiscal, como el secreto financiero y el secreto aduanero, se han convertido en el principal resguardo de la delincuencia de guante blanco que desde el Proceso Militar asola al país.
El resultado concreto de esta «articulación» (como gusta denominar el gobierno) entre el Estado y los privados, será que los importes de la moratoria por la que los exportadores de granos devolverán al fisco los dineros mal habidos con la famosa resolución 125, serán aportados a los largo de diez años… por los productores agropecuarios. Lo harán mediante un módico aumento en sus márgenes de comercialización por parte de esos exportadores, en un mercado que funciona como un desembozado monosopnio u oligosopnio (uno o pocos compradores puestos de acuerdo, frente a múltiples y atomizados vendedores) a la vista y paciencia y con la complicidad del gobierno.
Se cumplirá así nuevamente el viejo dicho, que el «vivo vive del sonso, y el sonso de su trabajo». Máxime si el vivo opera «articulado» con el Estado, y el «sonso» está peleado con él. Y con respecto a los PG el gobierno también hará honor al viejo dicho del medioevo, que desde el Proceso Militar parecen honrar todos los gobiernos democráticos que vinieron después: «de enero a enero todo el año es del banquero».
El fraude de los PG con la fuga de sus garantías igual que los fondos de Santa Cruz
Además de las graves anomalías expuestas, propias del «sistema de la deuda», la operación de canje de los PG esconde un grave engaño, tanto por parte del gobierno como de los banqueros. El primero se jacta de haber logrado una adhesión del 97 % por parte de los segundos, anunciando que va a intentar llegar al 100 %. Pero ambos ocultan prolijamente, que tanto el gobierno como los banqueros, en disimulada complicidad, están obligados a renovar el vencimiento de los PG.
Esto sucede por un lado, porque el gobierno carece de fondos para pagar los PG. Y por el otro porque los banqueros están imposibilitados de recibir el pago para extinguir esa deuda. ¿Por qué? Porque las garantías de la misma, consistente esencialmente en los bonos emitidos con el Megacanje, no obran en poder del fideicomisario (la Caja de Valores) que debe restituirlos al Tesoro Nacional, una vez que este cancele los PG.
Misteriosamente, dichas garantías, consistentes en los mismos títulos canjeados por los PG, que conforme los artilugios financieros de Cavallo y Liendo deberían estar depositados en la Caja de Valores, se fugaron del país, igual que los famosos fondos de Santa Cruz, y aparecieron depositadas en Nueva York. La Caja de Valores, una vez cumplida la condición de fideicomiso de pago de los PG, está obligada a entregar esos títulos viejos al Tesoro para su extinción.
Pero esta obligación no la puede cumplir, porque los títulos que indebidamente aparecieron en Nueva York, fueron embargados por el juez norteamericano Griesa, a pedido de los fondos buitres y tenedores de los títulos argentinos impagos (holds out) que no entraron en el canje de deuda de Kirchner y Lavagna. Por esta razón esas garantías no se pueden devolver contra el pago de los PG; y menos aun extinguir.
¿Cómo se llegó a esto? Una versión, sostenida por los abogados de los holds out, dice que el gobierno infló los resultados del canje del año 2005, con los títulos que estaban depositados en garantía en la Caja de Valores, pero que no iban a ingresar a él. De esta manera, con una mentira de mayor tamaño aún que las del INDEC, el gobierno habría logrado que la adhesión a ese canje llegara al 75 %, cuando en realidad solo habría sido del 55 %, cambiando así notablemente en términos cuantitativos y cualitativos los resultados del mismo.
Sea verdad o no esta explicación, lo cierto es que tanto el gobierno, como los bancos, como la Caja de Valores, se niegan a dar una explicación plausible de porqué esas garantías estaban en Nueva York, a tiro de los acreedores. Evidentemente, en lo que va desde el 2001 al 2007, desde Cavallo a los Kirchner, alguien cometió una alta traición financiera contra los intereses del país, que tanto el gobierno como los bancos con el canje de los PG procuran disimular.
Para tratar de salir de este enorme embrollo, junto con el canje de los PG, también se habla de reabrir el canje con los holds out, que supuestamente está prohibido por ley. El jefe de Gabinete Massa afirmo sugestivamente que ambas cosas, enteramente desconectadas entre si, son parte de un mismo «paquete». Si fuera sincero, debería haber dicho de que son parte de un mismo balurdo o un mismo embrollo, generado por una administración embrollona, que parece tener como principal guía de sus acciones, el embrollar aun mas las cosas, al no animarse -o no poder- darles una genuina solución.
No es casual que para la reapertura del canje del 2005, se haya designado nada menos que al Citibank, el Deutsche y el Barclays. Los mismos que intervinieron en el famoso Megacanje y en la conversión de deuda en PG en el 2001, y fueron los líderes del vaciamiento de las reservas financieras del país en ese año.
Por esta razón, para evitar que la liebre salte por ningún lado, se trata de llegar a una aceptación del 100 % en el actual canje de los PG, dándose diez días mas para ello, según se anunció oficialmente. A la par se anuncia la apertura de un nuevo canje para los restantes PG, por otros 15 mil millones de pesos, correspondiente a otros títulos del megacanje de mayor plazo y en poder de la banca extranjera, para el que se insinúa incluso que habría incentivos en efectivo para suscitar la adhesión de esta. Este inusitado interés en renovar de cualquier manera los PG manteniendo sus garantías colaterales a favor de los acreedores, con un altísimo costo para el país a cambio de un leve respiro inicial, evidencia que hay algo podrido, no en Dinamarca, sino con los PG.
El NO CANJE, el mejor de los canjes para el país
Con el canje de los PG el gobierno está incurriendo en un acto opaco e irracional, lindante con el delito y la estupidez, que la Justicia debería investigar. Porque además de pagar una deuda fraudulenta proveniente del vaciamiento bancario del año 2001, como todo el que paga mal, puede pagar dos veces una misma deuda fraudulenta, lo que sería el peor de los fraudes.
A la luz de las mencionadas actuaciones judiciales existentes en el país, y el problema del embargo de los garantías colaterales por parte del juez Griesa, lo menos que haría un gobierno honesto y sensato que no tiene nada que esconder, es suspender totalmente el pago del capital de los PG, para continuar pagando en todo caso solo los intereses de ellos, conforme las modalidades originalmente pactadas, hasta que se expida la Justicia. Así paradojalmente, el mejor de los canjes posibles para el país, en todo sentido, sería el de NO EFECTUAR NINGUN CANJE, hasta que los acreedores estén en condiciones de restituir las garantías colaterales de los PG, y hasta tanto las Justicia agote enteramente la investigación de los hechos acaecidos a lo largo del resonante año 2001.
Este NO CANJE sería el mejor de los canjes, porque reportaría un verdadero alivio a las arcas del gobierno, y preservaría además los títulos en manos de sus titulares de origen, sin permitirles diluir su responsabilidad mediante la tercerización de la deuda. Pero claro, canje quiere decir cambio, y para ello el gobierno debería «canjear» enteramente su conducta de opacidad y no investigación respecto la cuestión de la deuda. Y aceptar que para ella también es indispensable que rija la Memoria, la Verdad, y la Justicia.
Los beneficiarios de las maniobras
Los insignes integrantes de la City financiera beneficiados con estas maniobras tienen nombre y apellido: son los bancos intervinientes en el Megacanje y a la vez tenedores de los PG. Entre estos descuellan el Citibank, Boston, BBVA, Galicia, HSBC, Río, y el extinguido BGN de los hermanos Rohm, procesados por el vaciamiento de este banco. Estos hechos están siendo investigados judicialmente, y deberían ventilarse en el juicio oral contra Cavallo y Marx por el Megacanje, que debería tener lugar este año.
Alguno de estos bancos internacionales (visualizados ahora como «delincuentes financieros internacionales», ya que sus estafas hoy asolan al mundo) ya ni siquiera están en la Argentina, pero permanece otros socios menores de estas fraudulentas maniobras. Bancos nacionales como el Credicoop o el Macro, en cantidades menores pero importantes son poseedores de PG, y fueron «socios» pasivos o indirectos de esa magna maniobra de vaciamiento financiero del 2001. Tal vez por esto sus dirigentes son parte de un permanente canje de favores políticos.
Nuestra presidenta da lecciones de economía ética a todo el mundo, pero se olvida de empezar por casa. De esta forma está a punto de entrar por la puerta amplia, en la amplia historia de los amplios fraudes y engaños, cometidos en relación con la deuda pública.