Recuerdo el poema de Erich Freíd, «En la capital», de Cien poemas apátridas [1] que está en la mente de todos: ¿Quién manda aquí?» pregunté Me dijeron: «El pueblo naturalmente» Dije yo: «Naturalmente el pueblo pero, ¿quién manda realmente? ¿Y quién manda en la televisión pública española? La ciudadanía por supuesto, en última instancia si […]
Recuerdo el poema de Erich Freíd, «En la capital», de Cien poemas apátridas [1] que está en la mente de todos:
¿Quién manda aquí?»
pregunté
Me dijeron:
«El pueblo naturalmente»
Dije yo:
«Naturalmente el pueblo
pero, ¿quién
manda realmente?
¿Y quién manda en la televisión pública española? La ciudadanía por supuesto, en última instancia si se quiere, y para ser más concretos el presidente de la corporación, Alberto Oliart, el ex ministro de la UCD, el autor de Contra el olvido, el joven estudiante de la Universidad de Barcelona que se movió en los alrededores del grupo Laye.
Ya, ya, por supuesto: ciudadanía, consejo de administración de la Corporación y presidente. Claro, desde luego. Pero, ¿quién manda realmente? Veamos. Es un buen ejemplo de persistente «guerra fría cultural». No hace falta que les diga quien la practica tenazmente.
Rodado en abril en 2010, el pasado diciembre se emitió en la 1 de Televisión, un canal público, el programa «Españoles en el mundo». Estaba dedicado a la «ciudad santa». Participaban en él dos cooperantes españolas que trabajan en Jerusalén Este: Tina Miñana y Susana de Val D`Espaux. Las dos únicas voces que daban una visión desde la zona palestina de la ciudad. Sus testimonios fueron eliminadas del montaje final. ¿Por qué? Porque «su participación no se ajustaba a los objetivos del programa». Esa fue la imprecisa y ambigua razón -la nadería semántica usual- esgrimida por la Defensora del Espectador del canal público.
La productora del programa defendió el montaje «mucho más equilibrado» entregado inicialmente. Duraba ocho minutos más que el programa finalmente emitido. Nacho Rojo [2] señala que la periodista Laura Calvo, corresponsal de ABC (¡ABC!) en la zona desde hace cinco años, apuntó a Público que, en su opinión, el programa había sido «una burda propaganda». No era esa la ciudad donde ella vivía. «Netanyahu no lo hubiese hecho mejor», señaló. Es decir, no lo hubiera hecho peor si el valor a tener cuenta hubiera sido la verdad.
Finalmente, el vídeo del programa fue retirado de la web de la TV1 a petición de la Defensora del Espectador, la periodista Elena Sánchez. Sus razonables razones, esta vez semánticamente significativas: el programa ofrecía una «visión incompleta de Jerusalén». La defensora había recibido unas 170 cartas que, según Nacho Rojo, contenían observaciones críticas. Estimaban que el «conflicto» palestino-israelí no se había reflejado en el programa.
Nacho Rojo informaba a continuación que el jefe de la embajada de Israel, Raphael Schutz [3], se había puesto en contacto con el presidente de la Corporación de RTVE, Alberto Oliart, el pasado 13 de enero. ¿Por qué, para qué? Para pedirle explicaciones por la retirada de la web del episodio. Una minucia puede pensarse: el programa ya había sido emitido, poca gente iba a consultar la web de un programa que en su día pudo tener, teniendo en cuenta el día de su emisión, un puente-acueducto, un 5 o un 6 por cien de share siendo generosos.
El martes 25 de enero, la televisión pública española decidió rescatar el polémico vídeo. ¿Por qué? Porque, así se ha dicho, es «un programa de entretenimiento que cumplía los requisitos para su emisión en pantalla y, por tanto, su mantenimiento en la web». La decisión de Alberto Oliart, de aquel joven crítico de la censura del franquismo, supone obviamente una desautorización de Elena Sánchez, una periodista, sabido es, nada -nada de nada- dada a enfrentamientos y posiciones «radicales».
Según sigue informando Nacho Rojo, el rescate del capítulo, tildado de «propaganda sionista» por otros ciudadanos españoles residentes en Jerusalén, se produjo pocas horas después de los duros ataques contra Público vertidos por el portavoz de la embajada de Israel en su blog. Según el señor portavoz Lior Haiat, tomen nota, no se lo pierdan, Público (¡Público!) es «la versión española de Pravda», el diario del Partido Comunista ruso, el diario del PCUS, y el diario de Jaume Roures, prosigue mister Haiat, lidera una «dictadura del pensamiento» que cercena la libertad de expresión. De hecho, añade el cortés portavoz de una embajada en territorio español, Público practica un «terrorismo del pensamiento». ¡Un diario de centro-izquierda practica el terrorismo de pensamiento! ¿Desde qué posiciones habla el señor portavoz? Dan, quieren dar miedo.
El tema fue debatido el miércoles 26 de enero en el consejo de administración de la corporación. Oliart «argumentó», es un decir, girando los vértices del triángulo forzado, que una vez emitido el programa en televisión no tenía sentido eliminarlo de la web, sería, añadió, un acto de «censura». ¡Alicia en el país de las maravillas! ¡El mundo al revés! ¡Rectificar no es de sabios! ¡Un programa emitido con censura recibe críticas razonables y documenyadas, es retirado, y este acto, no aquel, es censura!
Para calmar las aguas, luego ya se verá, el presidente corporativo Oliart, ex ministro de Defensa, anunció que los dos testimonios de las cooperantes, los que fueron, esta vez sí insisto, censurados, serán emitidos en un próximo programa de la defensora. Una vez difundido por televisión, los testimonios también se subirán a la web. Veremos en que queda todo eso. Tal vez en nada. Suele habitar el olvido en esas promesas.
El portavoz de la embajada de Israel, el señor Haiat, este señor israelí que en territorio español acusaba a Público de practicar el terrorismo de pensamiento (él, precisamente él), alabó inmediatamente a Alberto Oliart por haber recuperado el vídeo. Entre copas, entre colegas. En su blog escribió: «Errar es humano, rectificar es de sabios». Como el cemento armado.
Las llamadas de los embajadores, señala Nacho Tojo en su excelente información crítica, nada servil, a veces surten efecto. Las de algunos embajadores habría que matizar.
Notas:
[1] Erich Fried, Cien poemas apátridas, Anagrama, Barcelona, 1978.
[2] Nacho Rojo, «Oliart se arruga ante las presiones del embajador israelí» Público, 27 de enero de 2011, p. 46.
[3] Embajador que en alguna ocasión ha tenido la página de opinión de Público a su entera disposición para «explicar» y «justificar» las actividades bélicas del estado que tan puntillosamente representa.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.