Cuatro de cada 10 hogares en la Argentina aseguran que no pueden cubrir con los ingresos mensuales sus necesidades de consumo básicos, da cuenta un reporte del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) que alcanza el período que corre entre 2010 y 2013. El informe advierte que «la insuficiencia de ingresos evolucionó desfavorablemente […]
Cuatro de cada 10 hogares en la Argentina aseguran que no pueden cubrir con los ingresos mensuales sus necesidades de consumo básicos, da cuenta un reporte del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) que alcanza el período que corre entre 2010 y 2013.
El informe advierte que «la insuficiencia de ingresos evolucionó desfavorablemente entre 2010 y 2013» ya que la imposibilidad de cobertura pasó del 33,4 en el trienio anterior al 39,2 por ciento en el considerado.
En ese contexto, señala que «los que evidenciaron un mayor empeoramiento de su situación fueron los sectores más desfavorecidos de la sociedad, especialmente aquellos hogares ubicados en villas y asentamientos precarios» y agrega que después de «una mejora verificada en 2011, nuevamente se redujo la capacidad de ahorro de las familias y de la sociedad en general».
«A pesar de los avances socioeconómicos y político-institucionales logrados durante los últimos años, nuestra sociedad concentra un núcleo duro de sectores excluidos del progreso humano», detalla el reporte de la UCA que detalla que cuando finalizó 2013 el nivel de pobreza alcanza al 27,5 por ciento.
El estudio determina que en el transcurso del año pasado, «alrededor de 2 de cada 10 hogares de los principales centros urbanos eran receptores de alguna política social de empleo o de transferencia de ingresos».
No obstante ello, «no se tradujo en un cambio estructural significativo en relación con la necesidad de cada sector -según nivel socioeconómico, ocupacional o condición residencial del hogar- de recurrir a tales programas como estrategia de subsistencia».
El director de la pesquisa, Agustín Salvia, explicó a la prensa que «la pobreza estructural, medida por la privación de las familias de los alimentos básicos se mantuvo en torno del 12 por ciento de los hogares, con mayor incidencia entre las familias con niños» y precisó que «entre las familias de escasos ingresos la inseguridad alimentaria alcanza hasta el 30 por ciento de los hogares».
Señaló luego que «si bien hubo una mejora, una ampliación, en la provisión de servicios domiciliarios de cloacas y agua, no se verificaron mejoras en el indicador de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y no se incrementó el acceso a la red de gas natural».
Detalla además el informe de avance que «en las villas y asentamientos precarios, la reducción del déficit ha sido menor o incluso ha ido en aumento» y sostiene que «el 22 por ciento de los hogares urbanos habita en áreas contaminantes cercanas a basurales o fábricas».
En cuanto a éste último indicador, Salvia precisa que «la situación se agravó para las villas y asentamientos precarios porque cuando los datos actuales se cruzan con 2010, da cuenta que para cuando finalizó 2013, poco más de 6 de cada 10 hogares se encuentran localizados en las inmediaciones de áreas insalubres».