Argentina no atravesaba por estos niveles de polarización desde el paro agrario de 2008, pero la disputa entre el Gobierno y el poderoso grupo mediático Clarín reaviva un conflicto latente con dimensiones políticas y simbólicas muy significativas para nuestra región. Más conocido como 7D, el próximo 7 de diciembre marca la fecha para la cual […]
Argentina no atravesaba por estos niveles de polarización desde el paro agrario de 2008, pero la disputa entre el Gobierno y el poderoso grupo mediático Clarín reaviva un conflicto latente con dimensiones políticas y simbólicas muy significativas para nuestra región.
Más conocido como 7D, el próximo 7 de diciembre marca la fecha para la cual el Grupo Clarín deberá haberse despojado de parte de su emporio comunicacional, en cumplimiento del artículo 161 de la Ley de Medios de 2009 que prohíbe los monopolios mediáticos y busca garantizar la pluralidad de voces.
Apenas aprobada esta ley, el Grupo Clarín había conseguido una medida cautelar que postergaba durante 3 años la desinversión obligatoria. Pero a pesar de renovadas artimañas legales, la justicia argentina no concedió prórrogas adicionales, por lo que el plazo del 7D se mantiene. El resultado es que los 240 sistemas de cable, 4 canales de TV, 10 radios y el diario insignia del Grupo Clarín están inmersos en una campaña a muerte para hacerle daño al Gobierno y para frustrar el cumplimiento de la Ley de Medios.
Una clara apuesta ha sido arremeter contra la figura de Cristina. Recurriendo al tradicional machismo de los medios argentinos, y ahora que ha pasado su período de luto que imposibilitaba ataques demasiado descarnados, el mensaje reiterativo versa sobre la supuesta «histeria» e «inestabilidad mental» de la Presidenta. Otra acusación recurrente es su «autoritarismo», que se evidenciaría, por ejemplo, mediante una propuesta de un grupo de intelectuales kirchneristas a favor de una reforma constitucional que permita una segunda reelección.
A esto se suman los ataques a la «Cámpora», una agrupación política de juventudes cercana a la Presidenta, presentada siempre como oscura. El retorno de los cacerolazos, el creciente desencuentro entre el sindicato de choferes y el oficialismo, la inconformidad de las élites con los tributos sobre las compras en el exterior, y, este mes, la detención en Ghana del emblemático buque argentino Fragata Libertad (por un recurso interpuesto por los acreedores de un típico fondo «buitre» de recompra de deuda), son algunos elementos que alimentan un escenario políticamente complejo para el Gobierno, aprovechado por Clarín para golpear con cada vez mayor fuerza.
No faltarán los medios nacionales e internacionales que a lo largo de las próximas semanas tergiversen alegremente su significado, pero resulta imprescindible entender el 7D en el contexto de la lucha global por la democratización de la comunicación.
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