Es el resultado de la sistematización que la ONG Naturaleza de Derechos realizó a partir de 7876 reportes efectuados entre 2011 y 2016 por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) sobre agrotóxicos. El 44% de esas 82 sustancias halladas son cancerígenas. «Un agrotóxico opera como un agente cancerígeno cuando existe una probabilidad […]
Es el resultado de la sistematización que la ONG Naturaleza de Derechos realizó a partir de 7876 reportes efectuados entre 2011 y 2016 por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) sobre agrotóxicos. El 44% de esas 82 sustancias halladas son cancerígenas.
«Un agrotóxico opera como un agente cancerígeno cuando existe una probabilidad o posibilidad de generar una carcinogénesis en el organismo humano, en razón a su exposición crónica indirecta, a través del consumo de alimentos que lo contienen como un residuo en muy pequeñas cantidades», explican desde Naturaleza de Derechos.
Los alimentos sobre los que se aplicaron una mayor cantidad de agroquímicos son naranja (22 cancerígenos diferentes), mandarina, limón, manzana, pomelo, banana, acelga, frutilla, apio, espinaca (14 cancerígenos diferentes). En el 55% de los casos el uso de los químicos no estaba autorizado.
Naturaleza de Derechos sistematizó este relevamiento en un documento que tituló «El plato fumigado» y que fue presentado el último fin de semana en el Tercer Encuentro de Estudiantes de Agroecología en la Universidad Nacional de Córdoba.
Allí señalan que «todos los alimentos (frutas, hortalizas y verduras) que se comercializan en los mercados concentradores del país son sometidos a la matriz del agronegocio impuesto por las grandes corporaciones de la biotecnología y química agropecuaria con la anuencia estatal. Matriz que considera a los alimentos como una mera mercancía y que apunta a una maximización de la productividad con vistas a obtener la rentabilidad más alta posible sin medir las externalidades que se generan con el uso de millones de litros de agrotóxicos y cultivos transgénicos, tanto en la salud de la población, como en el ambiente y la biodiversidad».
En este sentido, afirman que desde 1997 el aumento del uso de agrotóxicos supera más del 250% (de 120 millones litros kilos a más de 400 millones litros kilos actuales aproximadamente, por año) en la Argentina. A ello debe sumarse también millones de litros kilos de fertilizantes inorgánicos.
«Por ello, decidimos abordar a fondo la problemática del uso de agrotóxicos en frutas, hortalizas, verduras, cereales y oleaginosas, es decir, alimentos que mayormente son de consumo directo por la población. Se trata de herbicidas, insecticidas y funguicidas que se utilizan cada vez más y en grandes cantidades, y que terminan como residuos en los alimentos ya sea en la superficie como en el interior de las hojas o pulpa de los frutos, en razón de que el mecanismo de acción de algunas sustancias, es sistémico, es decir, penetran por la savia de las plantas.
Debe tenerse a la vista que se trata del consumo de alimentos con residuos de agrotóxicos que pueden operar como agentes cancerígenos y disruptores endocrinos sobre las personas humanas. Esa situación por sí sola resulta inadmisible por representar una grave conculcación del derecho humano a la alimentación adecuada, reconocido en varios tratados internacionales que poseen jerarquía constitucional en la Argentina», denuncian desde la ONG.
36 de los 82 agrotóxicos detectados son disruptores endócrinos. Según explican desde la ONG Naturaleza de Derechos, «los disruptores endocrinos son sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal (tanto en seres humanos como en animales), responsable de múltiples funciones vitales como el crecimiento o al desarrollo sexual. Al imitar o alterar el efecto de las hormonas, los disruptores endocrinos pueden enviar mensajes confusos al organismo ocasionando diversas disfunciones».
Los disruptores endócrinos pueden afectar la salud reproductiva femenina (pubertad precoz, cáncer de mama, disminución de la fecundidad/fertilidad) y masculina (malformaciones en genitales de bebés, disminución de la calidad del semen, cáncer de testículo y próstata), también alterar el metabolismo, generar problemas cardiovasculares y alteraciones y enfermedades neurológicas.
En este punto, los alimentos más envenenados con disruptores son la acelga (16 distintos), espinaca, frutilla, naranja, apio, lechuga, rúcula, albahaca, banana, mandarina (12 disruptores).
El 29% de los agrotóxicos detectados son inhibidores de las colinesterasas, fundamentales en la transmisión de los estímulos nerviosos. Se hallaron sobre todo en espinaca, acelga, lechuga, apio, naranja, manzana, pera, achicoria, frutilla, albahaca.
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