El periodista y abogado Pablo Llonto escribió un libro sobre el Juicio a las Juntas de 1985. Rescata hechos casi olvidados, como el día en que Borges concurrió a una de las audiencias o una reunión en el Hospital Naval en que los jefes militares prepararon su defensa. Pablo Llonto no duerme. O si lo […]
El periodista y abogado Pablo Llonto escribió un libro sobre el Juicio a las Juntas de 1985. Rescata hechos casi olvidados, como el día en que Borges concurrió a una de las audiencias o una reunión en el Hospital Naval en que los jefes militares prepararon su defensa.
Pablo Llonto no duerme. O si lo hace, disimula bastante bien. Se pasó el último año escribiendo El Juicio que no se vio, un libro de 410 páginas que es un respetuoso y justo homenaje a los testigos de aquel hecho jurídico que, en perspectiva, se valora más hoy -treinta años después- que en aquel otoño de 1985. El autor del trabajo no duerme porque cuando se acuesta el abogado querellante que es en múltiples causas por violaciones a los derechos humanos, está despierto el periodista que también investiga, redacta y publica un libro sobre aquellos que declararon contra los jefes militares de la última dictadura. Hacerlo en ese momento, no era lo mismo que ahora. Todavía amenazante, levantándose en los cuarteles y con los tanques en la calle, el poder uniformado se hacía sentir. Condicionaba a una democracia incipiente que apenas había superado el año de existencia. Llonto lo sabía. Militaba en el MAS (Movimiento al Socialismo) y apenas había comenzado a desempeñarse en el CELS como un letrado recién recibido en la UBA que acompañaba a Luis Zamora.
Con los años también sería delegado en Clarín, la patronal periodística que lo persiguió hasta despedirlo y donde antes y después de cubrir el juicio se desempeñaba en la sección Deportes. Si hay una mitad de él que siempre está despierta es porque nunca descansa. O porque debe terminar la presentación judicial que permitirá sentar ante un tribunal a un genocida o para llegar con lo justo a la Feria del Libro y que su obra, publicada por Ediciones Continente, se conozca entre el público.
La mejor manera de valorar su libro, es -pensamos- difundir las historias de vida olvidadas y curiosas que contiene, que operan como una invitación a sumergirse en sus páginas con vocación revisionista. Llonto cubrió este juicio clave para Clarín, donde, cómo se comprobará, le desaconsejaban hablar de dictadura. Sus editores preferían usar otros enunciados. «Yo sé que usas el término dictadura, pero aquí se usa último gobierno de facto», le dijo su colega y compañero de cobertura, Claudio Andrada, fallecido en 2010. «¿Por qué? le pregunté. Y… viste cómo son las cosas acá, me respondió».
Hoy los hechos tienen distinto significado. Su libro, además de ser necesario, es un esfuerzo editorial del que participaron obreros de una imprenta cooperativa que trabajaron el 1º de mayo para que llegara a tiempo a las librerías, hasta su hija Violeta, de la que dice en los agradecimientos: «transitó la misión iniciática de ir hemeroteca por hemeroteca para rescatar la historia de los diarios más olvidados: La Voz y La Prensa. En su aporte también exploró el periódico de las Madres de Plaza de Mayo, la revista Humor, los diarios Clarín, La Nación y La Razón».
A continuación, una selección de tres momentos de El Juicio que no se vio: el día que se hizo presente Jorge Luis Borges en una de las audiencias, la amnesia de Ramón Antonio Baldassini, un burócrata sindical que olvidó denunciar las desapariciones de trabajadores y cómo preparaban su defensa los comandantes de las juntas militares cuando creían que su impunidad sería eterna.
El día que Borges estuvo en el juicio
«A Guillermo Ledesma, a quien los empleados de la Cámara calificaban como ‘el más profesional de todos, una máquina de laburar’, le tocó presidir una audiencia singular: el lunes 22 de julio de 1985 no sólo declaraba el sobreviviente de ESMA Víctor Basterra. Entre el público estaba Jorge Luis Borges.
Era un día en que el frío no descansaba. Borges dio unas breves impresiones previas de esas que se piden a los futbolistas antes de entrar a la cancha, o a los actores antes de la función. Sólo que en Borges no existían las frases hechas: ‘Vengo porque tengo una curiosidad, no muy viva… no sé hasta qué punto se podrá castigar a alguien… recuerdo siempre una frase de Almafuerte que quizás no convenga recordarla ahora: sólo pides justicia, pero será mejor que no pidas nada. Claro que a lo mejor pedir justicia puede ser excesivo, no sé. Será cuestión de esperar que termine el juicio’. Borges no se quitó el abrigo. Llegó acompañado por el periodista Néstor Montenegro, que en aquellos tiempos colaboraba en la revista dominical de Clarín. Se ubicó en la primera fila, tan respetuosamente, como el respeto que le brindaba el silencio de la Sala».
La amnesia de Baldassini
«Ramón Antonio Baldassini tenía 49 años y todas las mañas de la burocracia sindical que viboreaba desde antaño entre los distintos gobiernos. En el caso de Pocho Baldassini, desde que en 1957 fue electo secretario general del Sindicato de Trabajadores de Correos de Santa Fe. Las defensas de los excomandantes lo sabían bien y por eso propusieron su nombre como testigo. Durante la dictadura Baldassini formaba parte de la Comisión Nacional del Trabajo (CNT), un primitivo grupo de sindicalistas que dialogaban, y mucho, con las autoridades de facto buscando un acercamiento que los favoreciera. El viaje a la sesión anual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra era el anhelado premio mayor.
Pero Baldassini no estaba ahí para hablar de combativas luchas sindicales de resistencia, acciones que por supuesto desconocía bastante, sino para contar lo bien que la había pasado cuando Videla era gobierno. Eso pretendían los defensores. Strassera lo dejó hablar y calculó para el final unas cuantas preguntas relacionadas con los trabajadores desaparecidos.
Strassera: Para que diga el testigo si en su carácter de dirigente gremial tiene conocimiento de que en algún caso durante el período 1976-
1982, bajo el pretexto de reprimir al terrorismo subversivo, se haya detenido o eliminado físicamente a diferentes personas por su actividad sindical.
Baldassini: Sin duda que es de conocimiento público que el movimiento sindical argentino tuvo muchos mártires en sus filas. Tengo el caso de Vandor, de Rucci, de Alonso, de Valle; es decir, una serie de dirigentes sindicales que fueron asesinados y que aún está todavía en nebulosa la necesaria investigación que debe hacerse sobre estos casos y que son problemas que verdaderamente nos tocan muy de cerca a todos los dirigentes gremiales.
Mientras Baldassini hablaba, más de uno en la Sala, mentalmente y sin ayuda pensaba «ahora lo nombra a Smith, ahora lo nombra a Smith». Otros, entre los periodistas, recordábamos detalles de la existencia de Baldassini y su familia».
Así pensaban defenderse los ex comandantes
«A continuación transcribimos un manuscrito del ex brigadier Omar Domingo Rubens Graffigna encontrado en su domicilio (Teodoro García 1556, Capital) luego del allanamiento llevado a cabo el 8 de abril de 2013 por el juez Daniel Rafecas a cargo del Juzgado Federal N° 3, y que ahora forma parte de la prueba documental en la causa Primer Cuerpo de Ejército. Ese mismo día el juez federal dispuso la detención de Graffigna por la desaparición de Patricia Roisinblit, hija de la vicepresidenta de Abuelas y su traslado a la Unidad de Detención U 29.
El documento tiene fecha 17 de diciembre de 1983 (una semana después del regreso de la democracia) y resume una reunión celebrada entre Videla,
Massera, Agosti, Lambruschini, Viola y Graffigna en el Hospital Naval, es decir, los seis primeros integrantes de las dos juntas militares.
Reunión en el hospital. 17/XII/83.
(Massera-Lambruschini-Videla-Viola-Agosti y yo)
1.- Se cambiaron ideas, sobre la estrategia a seguir, mostrándose M. (Massera) con cierto optimismo pues había recogido versiones, que esto era un poco para satisfacer la opinión europea; y que no había causas concretas para condenar. Viola dijo que había prevalecido la opinión moderada del radicalismo de enviar este caso al Consejo de las FFAA, pues el otro sector quería formar una comisión bicameral.
2.- Hablamos de consultar c/u un equipo de trabajo y luego los 3 de c/fuerza enviarán un coordinador por fuerza para reunirse (llevando un abogado) y analizar la estrategia a seguir. En principio esta reunión habría que hacerla 23/XII.
3.- Como norma quedó que se debe ganar tiempo, tratando de ir al Consejo lo más tarde posible, para que disminuya la presión periodística y surjan otros problemas.
4.- Se quedó en que cada equipo estudie y analice simultáneamente las siguientes alternativas:
1) Impugnaciones:
a) A la derogación de la ley pacificación, reclamando su vigencia x constitucional hasta la Corte Suprema.
b) Al decreto de enjuiciamiento, en lo que respecta a la apelación a la Cámara Federal, pues se nos saca del juez natural y se crea esta figura sólo para este caso.
c) A los considerandos, etc. del decreto de enjuiciamiento.
d) Al juicio sumario.
e) La fecha, retrotraerla a antes del 24/III/76.
f) Interpretación del art. 576 Cód. Justicia Militar que figura en el decreto.
2) Elaborar el trabajo para cuando se deba concurrir al Consejo y ver si se lo encara como si esa lucha fue una guerra, con toda la documentación.
3) Ir movilizando de a poco, a sectores que puedan ayudar:
a) Iglesia (hablar c/Medina (Arm.), Primatesta, Laguna (L.D.) [1]
b) Legisladores (peronistas, radicales, Balestra, etc.
c) Políticos en general.
d) Medios de prensa (Prensa, Razón, Nueva Provincia y más adelante Clarín)
e) Presionar FFFAA
f) Ver jueces, etc.
Requerimientos
X 1) Buscar diarios, revistas del 74/78 relacionados con la subversión.
L-D. 2) Buscar actas J.M. si se dio alguna orden de tratamiento lucha contra la subversión».
Nota:
[1] Las iniciales «L.D.» corresponden a Lami Dozo».
Fuente: http://www.gustavojveiga.com/#!el-juicio-que-no-se-vio-treinta-aos-de/c1qvn