Del «vandorismo» a la crisis de los sindicatos peronistas Derrotadas las grandes huelgas de 1959, la burguesía argentina había logrado doblegar al movimiento obrero que se expresaba a través de los delegados y las Comisiones Internas que controlaban en las fábricas el número de hombres por tarea, los ritmos, el control de calidad, los turnos, […]
Del «vandorismo» a la crisis de los sindicatos peronistas
Derrotadas las grandes huelgas de 1959, la burguesía argentina había logrado doblegar al movimiento obrero que se expresaba a través de los delegados y las Comisiones Internas que controlaban en las fábricas el número de hombres por tarea, los ritmos, el control de calidad, los turnos, etc.
El debilitamiento de la organización de base de los trabajadores benefició a las conducciones sindicales en el control de sus afiliados. El «vandorismo» fue la expresión de esta nueva situación. En general estaba dispuesto a aceptar la eliminación en los convenios laborales de las cláusulas que hacían al control de las condiciones de trabajo a cambio de aumentos salariales y la administración de una extensa gama de servicios sociales. Durante el gobierno autoritario del general Onganía, que suspendió las negociaciones de los convenios, se ve privado de aplicar esta política.
El gobierno del general Onganía (1966-70) desarrolla una política económica favorable a los grandes capitales industriales y financieros en detrimento de la pequeña y mediana empresa y de algunas economías regionales, propietarios rurales y trabajadores.
Esta situación se combinó con el congelamiento del sistema político abriendo una profunda grieta entre la sociedad civil y el poder. Mientras duró el repliegue político y social contó con un importante margen de maniobra para imponer su plan, pero hacia mediados de 1969, en Córdoba, se combinaron el descontento gremial y las tensiones de la sociedad civil en una ola de desobediencia social generalizada.
La actividad sindical que había tenido por escenario los despachos oficiales y las gerencias de las empresas, desciende a las fábricas y se vuelca a las calles.
Irrumpe un sindicalismo combativo a nivel de fábrica y en el interior del país que a partir de mediados del ’72 se extiende al cordón industrial del Gran Buenos Aires -hasta ese momento más controlado por los aparatos sindicales- y no detiene su accionar hasta marzo del ’76.
Los dirigentes de los sindicatos se vieron reiteradamente desbordados. La crisis de representación sindical, el surgimiento de nuevos delegados y el rol jugado por las asambleas de fábrica constituyen elementos claves para comprender la relevancia del poder del trabajo en el período.
La unidad obrero-estudiantil
Los sucesos de Córdoba fueron precedidos por una serie de levantamientos que tuvieron como protagonista central al movimiento estudiantil universitario que había sufrido un violento ataque de Onganía desde su subida al poder. Prácticamente, la Universidad fue el único sector que protestó desde el principio. No por casualidad la primera víctima que se cobró la dictadura a dos meses del golpe fue el estudiante Santiago Pampillón durante una manifestación en la ciudad de Córdoba.
En mayo del ’69 se desarrolla en la ciudad de Corrientes una movilización contra el aumento del ticket en el comedor universitario que fue reprimida violentamente por la policía dando muerte al estudiante Cabral.
El 16 de mayo la CGT regional decreta el paro y se convoca a una manifestación -la de mayor envergadura en la historia de la ciudad-, a la que asisten más de 12.000 personas.
A partir de ese momento se suceden en el ámbito universitario de todo el país asambleas, actos relámpagos y discusiones públicas que llegan a su clímax en la Universidad de Rosario donde es asesinado el estudiante de Ciencias Económicas Adolfo Bello.
El 21 de mayo estudiantes universitarios, secundarios y obreros marchan en homenaje a Bello y Cabral hasta el centro de la ciudad de Rosario y se traban en lucha abierta contra la policía que va a ser desbordada. El obrero y estudiante secundario de 15 años, Luis Norberto Blanco, muere a causa de la represión. El día 23 la CGT regional lanza un paro general.
La movilización estudiantil por sí misma difícilmente hubiera podido variar la situación si no hubiera entrado en escena el movimiento obrero. Esta tendencia se expresará claramente en el Cordobazo donde a diferencia de los sucesos anteriores, el movimiento obrero pasa a ocupar el centro de la escena.
El Cordobazo fue una explosión de repudio popular al régimen autoritario, una protesta política. Cerca de 30.000 personas combatieron el 29 de mayo de 1969 contra la policía y la gendarmería contando con el apoyo de toda la población. Por primera vez desde la Semana Trágica, la policía fue puesta en retirada por las fuerzas populares.
Meses después, en setiembre, los ferroviarios rosarinos se levantan contra las sanciones que pretenden aplicarse contra los huelguistas que cumplieron el paro general del 1° de julio. El gobierno moviliza militarmente a los huelguistas, sin poder evitar que entre el 16 y el 22 de setiembre se combata en las calles y las barricadas cubran Rosario (2º Rosariazo).
En otros puntos del país se producen movilizaciones obreras significativas. En febrero, Onganía debe postergar su visita a la represa hidroeléctrica de El Chocón (Neuquén) ocupada durante cuatro meses. Para quebrarla interviene la Gendarmería.
Una de las victorias más importantes de la nueva vanguardia clasista fue la de Banco Nación con 6.000 trabajadores. También comienza un reanimamiento en textiles y metalúrgicos (Tamet).
En 1971 la CGT de Córdoba desencadenó 12 paros con manifestaciones callejeras, ocupaciones de plantas y toma de rehenes entre los gerentes.
El 12 de marzo (tercer paro activo del año), se producen choques en Ferreyra entre trabajadores de Concord y Materfer y la policía. Este conflicto, conocido como el Ferreyrazo, precedió el paro general del día 15. Ese día como parte del plan de lucha acordado con la CGT local, miles de trabajadores de la Fiat abandonan las plantas y marchan al centro de la ciudad para participar en un acto en la plaza Vélez Sársfield. El secretariado de la CGT no se hace presente y los sindicatos clasistas se hacen cargo de la dirección reeditando un nuevo Cordobazo que se conocerá con el nombre de Viborazo.
El gobierno dispone la intervención del Sitrac-Sitram y detiene a sus dirigentes.
El 18 la CGT cordobesa declara un nuevo paro general. El 23 de marzo de 1971 el general Lanusse asume el gobierno, deja sin efecto la proscripción de los partidos políticos y promete la realización de elecciones convocando al Gran Acuerdo Nacional (GAN), comprometiendo a todos los sectores burgueses -incluido el peronismo- a aceptar las reglas del juego democrático, a través del tradicional juego parlamentario, y sin exponer la estabilidad del régimen.
El ascenso de masas y concretamente el segundo Cordobazo, es el factor determinante que obliga a los militares a plantearse la utilización de este recurso.
El Viborazo contiene significativas diferencias respecto de los levantamientos vividos casi dos años antes por su carácter predominantemente obrero, la presencia visible de la izquierda y los discursos anticapitalistas de los líderes obreros.
Por primera vez la izquierda revolucionaria tiene peso gremial en Córdoba en Sitrac-Sitram, Smata, SEP (empleados públicos provinciales), municipales, calzado y otros gremios menores.
El clasismo
La rebelión de los obreros de Fiat se estaba transformando en un movimiento político disidente que alentaba otros movimientos antiburocráticos más allá de los límites cordobeses.
El clasismo convoca el 28 y 29 de agosto a una Reunión Nacional de Sindicatos Combativos, Agrupaciones Clasistas y Obreros Revolucionarios. Estaban presentes los sindicatos farmacéutico y gráfico, la CGT de Corrientes, la Comisión Interna de Textil Escalada, los trabajadores ferroviarios de Tafí Viejo, representantes de 14 comisiones internas bonaerenses encabezadas por el Banco Nación y dirigentes despedidos de Chrysler y Petroquímica. Los delegados de la Intersindical de San Lorenzo (cinturón industrial del Paraná) fueron detenidos y no pudieron participar.
Adopta una serie de importantes resoluciones, entre ellas, luchar por una dirección independiente para la clase obrera que destierre definitivamente a burócratas y reformistas. Denuncia al GAN, la Hora del Pueblo -acuerdo político del peronismo, el radicalismo y partidos políticos menores para presionar por elecciones- y al Encuentro Nacional de los Argentinos (ENA) -liderado por el Partido Comunista-, como las falsas opciones en que la burguesía pretende encerrar la lucha de los trabajadores. Se pronuncia por la destrucción definitiva del capitalismo y por la construcción del socialismo. Reclama la libertad de todos los condenados y procesados por razones gremiales, estudiantiles y políticas; la derogación del estado de sitio, la pena de muerte y toda legislación represiva.
El 26 de octubre tropas de Gendarmería ocuparán las fábricas de Ferreyra y el Ministerio de Trabajo cancela la personería gremial del Sitrac-Sitram impidiendo la posibilidad de consolidación de este esbozo de dirección de alternativa que estaba formándose.
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