Los condenados a cadena perpetua por el crimen de General Rodríguez se fugaron como «por arte de magia». La mano invisible que abre las puertas. Cambio y continuidad sobre las mismas bases descompuestas del Estado. La «fuga» de los hermanos Cristian y Matín Lanatta, junto a Víctor Schillaci, condenados por el triple crimen de General […]
Los condenados a cadena perpetua por el crimen de General Rodríguez se fugaron como «por arte de magia». La mano invisible que abre las puertas. Cambio y continuidad sobre las mismas bases descompuestas del Estado.
La «fuga» de los hermanos Cristian y Matín Lanatta, junto a Víctor Schillaci, condenados por el triple crimen de General Rodríguez, desató la primera crisis de magnitud de la administración de María Eugenia Vidal.
Es paradójico, una puerta del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) que en su momento se abrió fácilmente, hizo su aporte a la derrota de una fracción del peronismo provincial en las primarias y ayudó al triunfo de Vidal. Fue la que permitió el ingreso del periodista Jorge Lanata para entrevistar a uno de los sentenciados que terminó acusando a Aníbal Fenández como responsable político del tráfico de efedrina.
Ahora, una vez más la mano invisible del mercado penitenciario abre las puertas del cielo para que los mismos acusados se escapen.
El hecho se produjo cuando el SPB se encontraba presuntamente acéfalo. Su titular, Florencia Piermarini (nombrada bajo el gobierno de Daniel Scioli), había presentado la renuncia un día antes de Navidad. Desde el PRO-Cambiemos afirman que la dimisión de la funcionaria no fue aceptada por Vidal. No se sabe si seguía en el cargo o no, pero había dicho: «me quiero ir».
Pero además, la flamante gobernadora, había ratificado en su cargo a César Albarracín, segundo del ex ministro de Justicia, Ricardo Casal. Albarracín mantenía la conducción civil de la política carcelaria, y Vidal tampoco había tocado la cúpula de la fuerza.
La conducción de Casal/Albarracín estuvo en el centro de las sospechas cuando se produjo la operación político-mediática que le permitió a Jorge Lanata obtener la entrevista con el condenado que terminó acusando a Aníbal Fenández.
Luego de conocido el hecho, empezaron los cruces entre el kirchnerismo y el macrismo en torno a quiénes fueron los responsables que facilitaron el escape a upa.
Lo cierto es que Cambiemos utilizó electoral y políticamente la denuncia del dueto Lanata/Lanatta y luego ratificó en el cargo a funcionarios que estuvieron en el centro de las intrigas. Así como el kirchnerismo hizo campaña por Scioli que había anticipado que llevaría a Casal para un ministerio si llegaba al gobierno de la Nación.
La «fuga» saca a la luz el grado de descomposición de las fuerzas de seguridad del Estado (incluso de un penal de «máxima seguridad») que habilita el escape de personas condenadas por crímenes mafiosos ligados al narcotráfico. Estos métodos son amparados por el poder político, con funcionarios que fueron parte del gobierno anterior, ratificados en el cargo por la «revolución de la alegría».
María Eugenia Vidal había anunciado hace unos días que decretaría la «emergencia en seguridad», con el objetivo de fortalecer el poder punitivo de estas fuerzas descompuestas.
La «fuga» muestra la mafiosa descomposición que anida en el seno de las fuerzas de seguridad del Estado. No fue magia, fue la realidad, tanto de la continuidad como del «cambio».
Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/La-fuga-que-no-fue-magia