Mauricio Macri organizó un gabinete nacional con diversos representantes de las corporaciones trasnacionales. Tal cual vamos a mencionar a continuación, no fue el primero en la historia nacional y todo indicaría que su programa de gobierno aplicará las mismas políticas que los casos analizados. Los representantes de las corporaciones al poder «Con los monopolios sucede […]
Mauricio Macri organizó un gabinete nacional con diversos representantes de las corporaciones trasnacionales. Tal cual vamos a mencionar a continuación, no fue el primero en la historia nacional y todo indicaría que su programa de gobierno aplicará las mismas políticas que los casos analizados.
Los representantes de las corporaciones al poder
«Con los monopolios sucede que cuando les cierran la puerta entran por la ventana, y cuando un gobierno les abre puertas y ventanas, cunde una política de saqueo y banalidad irresistible. La industria argentina y la empresa de capital estatal quedaron atrapadas por una pinza inflexible formada por el gobierno y los monopolios». Rogelio García Lupo (1975: 67)
En su libro Política británica en el Rio de La Palta, Raúl Scalabrini Ortiz destacó que en la historia de la Argentina existieron una política «visible» y otra que caracterizó como «invisible». En el siglo XIX y principios del XX, esta última la ejercían Inglaterra y sus aliados internos, quienes controlaban puertos, servicios públicos, bancos, la tierra productiva y las instituciones culturales como la prensa o la universidad. Como resultado de esta política, el Estado era conducido por una minoría al servicio de intereses empresarios. Estas elites propugnaron como referente al «abogado de empresas extranjeras, es decir, justamente el tipo que los ingleses han querido imponer al país (…) la política invisible de la penetración capitalista había dado resultados óptimos» (Scalabrini 2004: 126-127).
Impedidos de alcanzar plenamente el gobierno por la oposición democrática y popular que les efectuó Hipólito Yrigoyen, los grupos económicos agitaron la dictadura de 1930. Caído el presidente, las corporaciones manejaron lugares centrales de gabinete nacional. Por citar algunos casos, el titular de la cartera de Interior Matías Sánchez Sorondo era abogado de la petrolera estándar Oil; en Agricultura asumió Horacio Beccar Varela que tenía participación en la empresa La Plata Cereal y en Firestone, entre otras; el canciller Ernesto Bosch fue presidente de la Sociedad Rural Argentina (Galasso 2011, T II: 196).
Durante los años treinta la fusión entre la gestión pública y las corporaciones se profundizó en un contexto de crisis económica, desigualdad social, violencia política y fraude electoral, cuestión que llevó a José Luis Torres a nominar la etapa como «la década infame». En su obra Algunas maneras de vender la Patria, Torres denunció que «ha venido afirmándose cada vez más, con el transcurso del tiempo, el control de Bemberg sobre la conducta de los gobiernos argentinos en el manejo de los intereses económicos del pueblo«. El autor destacó que el asesor de empresas británicas y mandatario electo en septiembre del año 1937, Roberto Marcelino Ortiz, «designó al doctor Pedro Groppo, Ministro de Hacienda de La Nación, ascendiéndolo así de jerarquía política, para llevarlo al sitial que ocupara años antes el doctor Federico Pinedo. Un contratante de Bemberg remplazaba a otro contratante de Bemberg en el manejo de las finanzas argentinas» (Torres 1973: 75).
En el año 1958 en su libro los Vendepatria, Juan Perón sostuvo que «entre los veinte millones de habitantes que tiene el país, el Gobierno de facto tuvo entonces dificultades para obtener algunos ministros que no hubieran sido o fuesen en ese momento, abogados, asesores o agentes de las grandes empresas extranjeras. Basta enumerar los nombres de Bunge, Ygartúa, Martínez, Morixe, Lauracena, Blanco, Cueto Rúa, Krieger Vasena, etc., para poder asociar poderosos consorcios o grupos de intereses foráneos». El ex presidente denunció que el gabinete estaba «integrado por agentes de Bunge y Born, Benberg Ansec, Chade, Bovril, Estándar Oil, Texas Oil o algún banco extranjero» (Perón 2006: 17). En ese mismo libro, Perón enumeró en una lista de 16 funcionarios de la dictadura detallando los cargos que cumplieron y que ejercían en los grupos económicos concentrados. El ex mandatario aseveró que estos administradores de gobierno defendían los intereses de las empresas y no los públicos y «responden ciegamente a todo cuanto se les ordene desde distintos directorios» (Perón 2006: 80). Con exactitud, Arturo Jauretche denominó a la etapa abierta en el año 1955 como un «retorno al coloniaje», a partir del cual las corporaciones se apropiarían de los recursos de la Nación a costa de bajar el nivel de vida de los trabajadores y de destruir la industria argentina importando las manufacturas del extranjero.
La dictadura de Juan Carlos Onganía iniciada en 1966 profundizó la política que mencionaron Scalabrini Ortiz, Torres y Perón. Inicialmente, en el área de economía asumió Jorge Salimei del grupo SASETRU quien según Rogelio García Lupo estaba «ligado directamente con Europa a través del mercado de oleaginosas de Rotterdam» (García Lupo 1975: 24). Dirigentes de la oligarquía terrateniente ocuparon lugares centrales de gobierno, como es el caso de Tomás de Anchorena nombrado Subsecretario de Agricultura (Galasso 2011, T II: 424).
Con Onganía adquirieron celebridad dos figuras emblemáticas de la «tecnocracia» que fundaron escuela: Álvaro Alsogaray y Krieger Vasena. Álvaro Alsogaray ejerció tareas en la cartera de economía ya desde la dictadura de 1955. Se desempeñó como ministro de Arturo Frondizi en su etapa liberal y fue embajador en los EUA tras el golpe de Estado de 1966. Algunas décadas después siendo titular de la Unión del Centro Democrático (UCeDé), asesoró a Carlos Menem para la destrucción del aparato del Estado y la apertura comercial de los años noventa. Vasena desplazó a Salimei y según García Lupo, ello se debió a la presión de los intereses norteamericanos que se impusieron sobre los europeos. Vasena fue «uno de los hombres más importantes del capital monopolista internacional en argentina (…) su nombre aparece en un número elevado de sociedades anónimas» (García Lupo 1985: 132-138). Con Alsogaray o con Vasena «el gran capital internacional y los monopolios mundiales operan a través de hombres de confianza, identificados ideológicamente con ellos antes que comprados por dinero (…) los agentes bancarios y los directores de las compañías anónimas vuelcan sobre sus cuadros de la burocracia estatal a sus emprendedores, brillantes y eficientes ejecutivos. Son casi perfectos: al servir al gran capital y a los monopolios lo hacen con el corazón alegre y la frente alta. Están satisfechos de servir a la patria universal del dinero» (García Lupo 1975: 39 y 42). En el plano militar «los generales y almirantes que van a parar a los consorcios monopolistas extranjeros, no hacen sino respaldar con su presencia en ellos la transferencia del capital nacional, privado y estatal, a aquellos monopolios» (García Lupo 1975: 164). En su libro Contra la ocupación extranjera, García Lupo denominó esta fusión entre el Estado, el gobierno y las empresas extranjeras como «la dictadura de los banqueros», el «gobierno de los monopolios» y la «hora del saqueo».
La saga de los empresarios en el poder, se continuó con la dictadura de 1976 que organizó un gabinete con personeros como José Martínez de Hoz ligado al Chase Manhattan o el grupo Rockefeller; y con Walter Klien, representante del Banco de Boston y de Bunge Born.
Domingo F. Cavallo es un caso paradigmático de cómo transformar las riquezas públicas, en negocios privados. Cavallo fue Subsecretario del Interior en la dictadura de 1976 y durante el mismo gobierno, ocupó el cargo de presidente del Banco Central. Él, conjuntamente a otros funcionarios como Lorenzo Singaut, Roberto Alleman o José María Dagnino Pastore, fueron los artífices de los seguros de cambio y otras acciones de política económica, que permitieron transferir al conjunto de la sociedad argentina la deuda de las grandes empresas . Entre los beneficiarios directos del gobierno militar, estaban el grupo Macri (SOCMA), Loma Negra, Bunge Born, Pérez Compac, Shell o Papel Prensa (Basualdo 2006: 174-191) (Olmos 2004) (Galaso 2003) (Verbitsky H. y Bohoslavsky J.P. 2013). El grupo Macri tuvo el privilegio de aumentar su patrimonio de 7 empresas en 1973, a 47 en 1983 (Galasso 2011: 522). El balance económico de la gestión de estos miembros «ilustres» de las empresas trasnacionales, fue el aumento inusitado de la deuda externa, la desindustrialización, el estancamiento productivo, el desempleo, la concentración económica y la extranjerización de nuestras empresas.
Desde el año 1989 Carlos Menem y Fernando De La Rúa desarrollaron una política en la cual los grupos económicos concentrados y sus representantes, adquirieron una centralidad inusitada para diagramar la política pública. Menem por recomendación del empresario Franco Macri, designó al delegado de Bunge Born, Miguel Roig, en el ministerio de economía. Por temas de salud renunció éste último y asumió otro Bunge Born: Néstor Rapanelli. Franco Macri también estuvo entre quienes propusieron al Presidente a Domingo F. Cavallo, en remplazo de Erman González. Atendiendo que su grupo empresario se estaba enriqueciendo y ensanchando «achicando» el Estado, no es casualidad que Mauricio Macri se autodefinió con orgullo y en diversas oportunidades, como «supermenemista».
Durante los años noventa, los representantes del capital trasnacional en el gobierno le transfirieron a sus verdaderos jefes de los grupos económicos, el ahorro nacional y las empresas del Estado.
En el año 1955 la Argentina había alcanzado pleno empleo, la economía era sólida, no tenía deuda externa y el pueblo estaba socialmente emancipado y accedía a servicios públicos gratuitos y de calidad en salud, educación y esparcimiento. En el año 2002 y luego de que el Estado fue manejado por los representantes de las empresas extranjeras y de la oligarquía, la deuda externa aumentó a 142.000 millones de dólares, el desempleo al 24%, la indigencia al 27% y la pobreza al tenebroso 54 %. El pueblo argentino tuvo conciencia del vaciamiento al que fue sometido el país en el año 2001 y salió a la calle a pedir que se «vayan todos y no quede ni uno sólo».
CAMBIEMOS representantes del pueblo por corporaciones
Mauricio Macri y CAMBIEMOS le entregaron el gobierno a las corporaciones. Solamente por mencionar algunos casos, el ministro de energía Juan José Aranguren es un representante de Shell. El ministro de agricultura Ricardo Buryaile es delegado de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). El ministro de economía Alfonso Prat Gay, es un hombre ligado al Banco JP Morgan y del conglomerado Loma Negra. Carlos Melconian que dirige el Banco Nación, durante la gestión de Menem acompañó el lavado de deuda de los grupos económicos. Federico Sturzenegger está procesado por el Megacanje, considerado una estafa contra el país que dejó millones en dividendos para los intermediarios y aumentó la deuda en miles de millones de dólares. En la Unidad de Información Financiera (UFI) Macri propone a Mariano Federici, quien trabaja en el Fondo Monetario Internacional y que está defendiendo a empresas en litigios contra la misma UFI . En transporte designó al empresario Guillermo Dietrich y en Aerolíneas Argentinas a Isela Costantini, empleada de General Motors. En producción nombró a Francisco Cabrera, ex HSBC, Máxima AFJP y Diario La Nación. Susana Malcorra está a cargo de Cancillería, habiendo sido funcionaria de TELECOM luego de la privatización de ENTEL. Andrés Ibarra fue nombrado en el ministerio de modernización y formó parte de las empresas del grupo Macri (Sideco S.A, Autopistas del Sol o Correo Argentino).
Los dirigentes de CAMBIEMOS no son nuevos en política, sino que varios de ellos ocuparon cargos en la gestión neoliberal de la UCR o el Partido Justicialista. Trabajaron con De La Rua Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta, Federico Sturzenegger u Oscar Aguad, entre otros. Rogelio Frigerio (ministro del interior de CAMBIEMOS) fue Secretario de Programación Económica durante la gestión menemista del ministro Roque Fernández. En general, estos dirigentes están o estuvieron ligados a casos de corrupción, a las privatizaciones y a los ajustes contra los trabajadores. Por ejemplo, Sturzenegger sigue procesado judicialmente en la estafa del Megacanje y Patricia Bullrich implementó el ajuste del 13 % a los empleados públicos con Fernando De La Rua. Fernando Niembro debió bajar su candidatura en Buenos Aires por recibir prebendas del gobierno de la Ciudad y el «amigo de Mauricio» Nicolás Caputo, quedó involucrado en grandes negocios con la obra pública siendo asesor del Jefe de Gobierno.
Si se analizan la ideología y trayectoria laboral y partidaria de los funcionarios y sus vinculaciones empresarias, es de suponer que desanden el núcleo fundamental del Estado social y empresario iniciado en 2003. El gabinete reúne a privatizadores, a lobistas de la oligarquía terrateniente, a representantes de las petroleras internacionales y las AFJP y a miembros de grupos financieros que acrecentaron la deuda externa y el endeudamiento del país. El grupo Macri se enriqueció con el desguace del Estado y ahora está en condiciones de profundizar su fortuna a costa del ahorro nacional de todos los argentinos.
La justificación: es bueno que gato cuide las sardinas
La articulación entre el poder económico y la gestión pública que describimos, encontró en sus beneficiarios una justificación permanente. Buena parte de esta ideología, se organizó en fundaciones, en ONG o en las universidades. Para poder actuar con total impunidad, las corporaciones crearon ámbitos de educación de sus dirigentes de gobierno y conformaron un discurso para justificarse frente a la opinión pública. En el siglo pasado, erigieron el Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (CEMA, año 1979), la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL , año 1964) o la Fundación Mediterránea iniciada (año 1977) (Basualdo 2002: 32-33) (Verbitsky H. y Bohoslavsky J.P. 2013: 57). Continuando la tradición neoliberal, actualmente los funcionarios del macrismo intervienen en la Fundación Pensar, la Fundación Libertad o la Fundación de Análisis y Estudios Sociales (FAES), en las cuales reúnen a referentes de la derecha mundial.
El discurso del neoliberalismo de CAMBIEMOS se sostiene en base algunos supuestos fundamentales:
– Primero. Una buena gestión de gobierno es aquella que escinde la lucha por el poder (la política), de la toma de decisiones que son imparciales (acciones técnicas). En dicho supuesto, no existiría un contenido de clase en las políticas del Estado. Por el contrario, acusan a sus adversarios electorales de querer «dividir» la sociedad y de «inventar» adversarios que no existirían. La teórica desaparición de los intereses de clase o de facción que representan, les permite construir un relato de una sociedad del diálogo y el consenso.
– Segundo. Si el funcionario es hábil para acumular riqueza individual y acrecentar poder en la actividad privada, debería serlo también en la gestión pública. Si el dirigente político es rico y exitoso en su empresa o con su pareja, debería conducir al Estado con eficiencia.
– Tercero. El desarrollo del país es sinónimo del crecimiento de las grandes empresas multinacionales. Las corporaciones requerirían mayores niveles de rentabilidad para invertir y es por ello, que los trabajadores no pueden hablar de distribución del ingreso, siendo una categoría «populista» o «demagógica».
– Cuarto. El Estado es mal administrador y hay que privatizarlo en el mediano plazo. En el corto, hay que entregarle su control a las empresas trasnacionales.
A lo largo de la historia, el primer razonamiento se mostró falaz y en nombre de la técnica neutral, el gobierno benefició a los factores de poder concentrado que detentaron el mando de la política. Se achicó el Estado, para enriqueces empresas y gobiernos foráneos. El segundo enunciado es de dudosa comprobación histórica. Primero, por el hecho de que en muchos casos la acumulación privada de los funcionarios se realizó estafando al Estado (riqueza pública). Además, ello supone un planteo darwinista que sostiene que el interés privado es un motor de desarrollo y de estabilidad social. Por el contrario, los poderosos al mando del Estado se apropiaron vorazmente del trabajo nacional y fueron los artífices del vaciamiento y el subdesarrollo del país. La crisis de año 2001 es el reflejo más claro de lo que puede ocurrir exacerbando la acumulación desenfrenada de la riqueza y la desigualdad, ya que y tal cual destacó Perón, estos dirigentes «responden ciegamente a todo cuanto se les ordene desde distintos directorios». Asimismo y lejos del método del «diálogo», los representantes de los grupos económicos reprimieron de manera violenta a sus adversarios sindicales, culturales o políticos tanto en dictadura, como en democracia. El tercer punto nos retrotrae a la «teoría del derrame» de los años noventa, que en nombre del crecimiento económico permitió la fuga de capitales y la sobreexplotación del obrero, que perdió todos los derechos laborales. Este supuesto permite a los grupos concentrados aumentar la desigualdad existente y bloquear reclamos sindicales. El discurso del punto cuatro, le garantizó a los grupos económicos que hoy manejan el país con CAMBIEMOS, quedarse con el ahorro nacional y con las empresas públicas. Como resultado de esa ideología, actualmente los trabajadores y empresarios nacionales podrían perder el ANSES, los ahorros del Banco Nación, la infraestructura tecnológica, YPF y el conjunto de leyes protectoras de la industria y la producción nacional.
Algunas de las empresas que hoy gobiernan la Argentina por decisión de CAMBIEMOS, integran los gabinetes de los grupos económicos responsables de la crisis económica mundial. Destruyeron la Argentina y también acompañaron el desastre social y económico internacional del cual estamos siendo parte. Son momentos para fortalecer la memoria y recordar quiénes efectivamente son las personas que nos gobiernan y qué alcance pueden tener sus acciones. En su defecto, se va a repetir una constante en la historia nacional: un gobierno industrializa y distribuye el ingreso, para que otro venga luego y lo destruya y acentúe la desigualdad social. No hay que olvidar las palabras de Ringo Bonavena quien manifestó que «la experiencia es un peine que te dan cuando te quedas pelado».
Textos citados
Basualdo Eduardo (2002) Sistema político y modelo de acumulación, UNQ, Buenos Aires.
(2006) Estudios de historia económica argentina, siglo XXI, Buenos Aires.
Galasso Norberto (2003) De la banca Baring al FMI, Colihue, Buenos Aires.
(2011) Historia de la argentina, TII, Colihue, Buenos Aires.
García Lupo Rogelio (1975) Contra la ocupación extranjera, FC, Buenos Aires.
(1985) Mercenarios y Monopolios en la Argentina, Legasa, Buenos Aires.
Olmos Alejandro (2004) La deuda externa, Peña Lillo, Buenos Aires.
Perón Juan D. (2006) Los Vende Patria, INJDP, Buenos Aires.
(2006-b) Del Poder al exilio. Cómo y quienes me derrocaron, INJDP, Buenos Aires.
Scalabrini Ortiz (2004) Política británica en el Rio de La Plata, Plus Ultra, Buenos Aires.
(2009) Cuatro verdades sobre nuestra crisis, Lacelot, Buenos Aires.
Torres José L. (1973) Algunas maneras de vender a la patria, Freeland, Buenos Aires.
Verbitsky H. Y Bohoslavky J. P (2013) Cuentas pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura, Siglo XXI, Buenos Aires.
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