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Periodistas franceses al borde de la rebelión

El beneficio como única deontología

Fuentes: Le Monde Diplomatique

El periodismo en Francia vive una de las peores crisis de los últimos sesenta años. Ante la precarización del empleo y la búsqueda exclusiva de rentabilidad se suceden las huelgas. Una situación que desborda las fronteras galas y amenaza con consolidar un periodismo de segunda categoría, de poca utilidad para la democracia.El 21 de noviembre […]


El periodismo en Francia vive una de las peores crisis de los últimos sesenta años. Ante la precarización del empleo y la búsqueda exclusiva de rentabilidad se suceden las huelgas. Una situación que desborda las fronteras galas y amenaza con consolidar un periodismo de segunda categoría, de poca utilidad para la democracia.

El 21 de noviembre de 2005, los empleados de Libération votaban la huelga contra el plan de cincuenta y dos despidos impuesto por el principal accionista, Edouard de Rothschild. Esa noche, un delegado sindical del diario, y periodista especializado en temas sociales, expresaba su preocupación a France Inter: «De repente, descubrimos lo que contamos en nuestros artículos sobre los empleados de Hewlett Packard. Ahora los entendemos. Entendemos que existe un accionista que decide cortar por lo sano, suprimiendo empleos, simplemente porque no quiere perder dinero». La primavera siguiente, cuando de Rothschild despidió a Serge July, fundador y director de la publicación, una representante de la Sociedad Civil del Personal de Libération (SCPL) se sorprendió de la ingenuidad de sus compañeros. «Descubren que ‘Libé’ es también una empresa, que existe un patrón, un accionista, una forma de funcionamiento inevitable (1)».

Distanciamiento entre directivos y redacciones

¿Qué? ¿El conflicto entre capital y trabajo existiría también en las empresas de prensa? Este «descubrimiento» no sorprende únicamente al personal de Libération. Sólo en 2006, hasta sus colegas de France Soir, por lo general poco compasivos respecto de los huelguistas, pararon durante cinco semanas para protestar contra la reestructuración del diario que vino acompañada del despido de la mitad del personal; Paris-Match sufrió su primera huelga desde 1968, tras el despido del director del semanario, culpable, a los ojos del propietario, Arnaud Lagardère, de haber herido el amor propio de Nicolas Sarkozy; en Le Journal du Dimanche, los redactores expresan su preocupación por «la independencia editorial», mientras que los sindicatos de las publicaciones de Lagardère Active Média temen las consecuencias sociales del «giro digital» operado por el industrial, quien ya no considera necesario mantener en sus periodistas la ilusión de un estatuto particular: «¿Qué es la independencia en materia de prensa?, señala irritado Arnaud Lagardère. Puro bla bla. Antes de preguntarse si son independientes, los periodistas deberían preguntarse si su diario es eterno» (2).

Por su parte, el equipo de Le Parisien-Aujourd’hui en France paró durante 24 horas en diciembre: el grupo Amaury le exigía «de un 15 a un 30% de aumento de productividad para incrementar su competitividad». En Le Nouvel Observateur, la mayoría de los miembros de la redacción se opone a la decisión de una nueva dirección editorial tomada por Claude Perdriel, dueño del diario. Hasta en el grupo Le Monde no hay quien no murmure las «advertencias» y las «mociones de desconfianza» manifestadas a la dirección por la Sociedad de Redactores (SRM) y los representantes del personal, tanto para protestar contra las fabulosas indemnizaciones pagadas a un director general saliente, como para señalar «la total pérdida de confianza» en los directivos del Polo revistas. Por primera vez en la historia del vespertino, se tomó una decisión estratégica -la creación de un polo de prensa regional en el sur de Francia en sociedad con Lagardère- a pesar de la hostilidad de los periodistas-accionistas llamados a pronunciarse sobre el proyecto en septiembre último. Se produce un distanciamiento entre las redacciones y los directivos de las empresas, a medida que éstos dan el toque final a la normalización comercial de la información, ese «servicio de interés general» que la Resistencia había deseado.

Al hacer en 2005 el balance del año anterior, el Sindicato Nacional de Periodistas CGT (SNJ-CGT) observó un aumento simultáneo de la presión económica y la temperatura social. «En Francia, 2005 habrá sido el año más negro para los medios de comunicación desde hace 60 años, es decir, desde la adopción de las ordenanzas de 1944 sobre la prensa» (3). Ya en 2004, habían estallado huelgas y protestas de periodistas en un espectro que iba desde Le Figaro (adquirido por Dassault en 2003) hasta Publihebdos (primer grupo francés de semanarios regionales en manos de Ouest-France) pasando por el sector audiovisual público, Le Républicain Lorrain, la Agencia France-Presse, Sud-Ouest, el grupo Emap… Sin embargo, salvo raras excepciones, propietarios y directores atraviesan los pequeños obstáculos puestos en su camino. Este rebrote de conflictividad en las empresas de medios de comunicación contrasta con los años del «milagro internet», cuyos excesivos ingresos publicitarios habían inflado la burbuja de un optimismo beatífico.

La brutalidad de las reestructuraciones realizadas desde entonces en el sector de la prensa escrita pinchó el globo. Hipnotizados por el número de lectores de los diarios «gratuitos», de internet o de la telefonía móvil, los industriales reorganizan sus grupos en estructuras «plurimediáticas» que están en mejores condiciones de captar los ingresos publicitarios. «Hoy, precisa el presidente del directorio de Le Monde, Jean-Marie Colombani, ya no se trata de vender a los anunciantes espacios publicitarios pagos, sino de vender número de lectores» (4): los de las publicaciones controladas por el grupo, los de su sitio de internet, los productos derivados, el diario «gratuito» lanzado en sociedad con Vincent Bolloré, y subsidiariamente, los del diario. Este objetivo, compartido por la mayoría de los patrones de prensa, deja entrever una nueva degradación de los medios asignados a la información de fondo (investigaciones, reportajes): las inversiones se orientan actualmente a las actividades digitales en detrimento de los sectores tradicionales. «La prensa diaria tiene diez años por delante. Los costos de producción se volverán insostenibles» (5), previno Lagardère. Se comprende la angustia de este pequeño empresario: las ganancias netas de su polo mediático se multiplicaron por doce entre 2002 y 2005 (6)… En todas partes, mantener la rentabilidad implica aumentos de productividad y una mayor concentración del capital. Exigencias que repercuten inmediatamente en las empresas de prensa bajo la forma de eliminación de puestos, incremento de flexibilidad y polivalencia. A igual salario, cada vez más periodistas están obligados a sumar a su trabajo el uso de programas de edición o compaginación, la redacción en línea, la animación de foros de discusión, e incluso el manejo de una cámara para alimentar la sección «video» del sitio internet (7). En estas condiciones, no es recomendable perder el tiempo en el terreno. «Mejor permanecer en la oficina, leer un buen informe, conocer un documento, hacer investigaciones en internet que correr micrófono en mano a La Courneuve», recomendaba el presidente de Radio France, Jean-Paul Cluzel, en junio de 2005.

«La reducción de costos pasa también por la externalización de una parte de la redacción, señala Eric Marquis, del SNJ. Muchos diarios tercerizan páginas a empresas que no tienen el estatuto de agencia de prensa. Un poco como cuando los canales de televisión recurren a las ‘productoras'». El regreso de cierta combatividad en las empresas de prensa se debe finalmente a la disminución del empleo. Presidente del Foro de Sociedades de Periodistas, François Maly señala que «en caso de desacuerdo, los periodistas ya no pueden dejar el diario para ir enfrente, porque ya no hay un enfrente (8)». En efecto, la tormenta no se abate solamente sobre el ejército de reserva de periodistas precarios que tradicionalmente amortigua los embates del mercado (9): golpea a los empleados estables, en el corazón de las redacciones. «De los 75 periodistas que se fueron de France Soir en la primavera, cuenta Michel Diard, secretario del SNJ-CGT, sólo uno había conseguido un contrato por tiempo indeterminado en el invierno de 2006». El sindicato estima en más de 1.000 el número de puestos de periodistas eliminados en 2006. En 1983, el giro liberal de la izquierda en el poder había diezmado a los trabajadores de la industria; una década más tarde, el «franco fuerte» y la recesión de la posguerra del Golfo arrasaban también con empleados y directivos de empresas; actualmente, la ola de precariedad alcanza a algunas profesiones intelectuales (10). Incluso la flor y nata de las redacciones parisinas, que se creía protegida por «cartas» y otros «acuerdos de accionistas», sufrió el contragolpe de las políticas que en general no dejó de plebiscitar. Así, periodistas de L’Express fueron despedidos el pasado otoño bajo el impulso de un nuevo propietario decidido a duplicar en tres años el margen operativo del grupo L’Express-Expansion, escandalosamente congelado en 5%.

Empobrecimiento de la información

El fenómeno supera las fronteras de Francia. Una investigación realizada en 2006 por la Federación Internacional de Periodistas sobre los sindicatos de treinta y ocho países concluyó que «el empleo en los medios de comunicación se precarizó, se volvió más inseguro, más pesado (…) En el mundo entero, existe una tendencia a la privatización de los medios de comunicación del Estado; los periodistas experimentados son reemplazados por jóvenes recién recibidos, a menudo empleados por tiempo determinado». Para la mayoría de los organismos consultados, «la inseguridad del empleo produce un periodismo timorato» y genera «la decadencia del periodismo crítico y de investigación», mientras que «la concentración de los medios de comunicación y las presiones gubernamentales conducen a un empobrecimiento de la información (11)».

A veces, incitan también a la rebelión. En Reino Unido, los empleados de la BBC combaten desde hace tres años un plan de «modernización» que implica la eliminación de varios miles de puestos. En Alemania (2004), luego en Portugal (2005), la renegociación de los convenios colectivos de la prensa produjo múltiples despidos: las federaciones patronales exigían la disminución de salarios y mayor flexibilidad. Por las mismas razones, en diciembre último, los redactores de los diarios italianos obsequiaron a sus lectores un regalo de Navidad insólito: tres días de huelga general. «Los periodistas, relata un cable de la agencia Reuters, protestan en particular contra un recurso cada vez más frecuente en el trabajo temporario y mal remunerado, que según su sindicato produce un periodismo de segunda categoría y ‘sin utilidad en una democracia’. Los directores de las empresas de prensa acusan en cambio a los periodistas de resistirse a una flexibilidad necesaria del mercado laboral e intentar aferrarse a privilegios perimidos» (12). Una cantinela muy conocida, aunque suela entonarse contra empleados por… periodistas.

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Notas

1-Citado por Les Inrockuptibles, París, 20-6-06.

2- Citado por Thierry Gadault, Arnaud Lagardère, l’insolent, París, Maren Sell éditeurs, 2006.

3- Comunicado del 10 de enero de 2006.

4- Les Échos, 27-7-06.

5- Le Journal du dimanche, 17-9-06.

6- Thierry Gadault, op. cit.

7- Eric Klinenberg, «Journalistes à tout faire de la presse américaine», Le Monde diplomatique, París, febrero de 1999.

8- www.nouvelobs.com, 8-11-06.

9- Al 1 de enero de 2007, de los 37.009 periodistas con carnet de prensa, un 19% se encuentra en situación precaria (independientes), sin contar los numerosos periodistas que trabajan sin carnet. Gilles Balbastre, «Misère des journalistes précaires», y Lionel Okas, «Les journalistes aussi», Le Monde diplomatique, París, abril de 1999 y abril de 2004, respectivamente.

10- Mona Chollet, «Precariedad en los campos del saber», Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, mayo de 2006.

11- Emma Walters, Christopher Warren, Mike Dobbie, The Changing Nature of Work. A global survey and case study of atypical work in the media industry, International Federation of Journalists-International Labour Office, abril de 2006, www.ifj.org.

12- Reuters, 20-12-06.

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Pierre Rimbert es Sociólogo, autor de » Libération «, de Sartre à Rothschild, Raisons d’agir, París, 2005. Traducción: Gustavo Recalde