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La chispa griega en El País, llamando a la represión

Fuentes: Rebelión

Que el diario El País a menudo parece un medio de prensa retrógrado que crea mensajes para-represivos, para-policiales, para-militares o, sin más, para-estatales en el sentido de Carl Schmitt, no es ninguna novedad. Lo novedoso es que un diario que se presenta históricamente como un periódico levantado por los progres de mayo del 68, hable […]

Que el diario El País a menudo parece un medio de prensa retrógrado que crea mensajes para-represivos, para-policiales, para-militares o, sin más, para-estatales en el sentido de Carl Schmitt, no es ninguna novedad. Lo novedoso es que un diario que se presenta históricamente como un periódico levantado por los progres de mayo del 68, hable precisamente del mayo del 68 en relación con la revuelta juvenil griega para oponérsele, es decir, adoptando ahora frente a los acontecimientos de Grecia y su posible expansión europea la misma postura de los gaullistas franceses o los fraguistas españoles de hace cuarenta años, y no la de los jóvenes y estudiantes de entonces.

Es de agradecer a Abel Grau, que firma el reportaje «La chispa griega o un nuevo Mayo del 68», que sea tan claro al referirse siempre al movimiento estudiantil como un fenómeno sociológico o antropológico ajeno, es decir, desde esa distancia que da mirar a través de los ojos del discreto encanto de la burguesía. Es de agradecer que no esconda la perspectiva alienante, la alteridad que señala a ese Otro rebelde -«grupúsculos antisistema, antiglobalizadores y anarquistas», dice un profesor entrevistado, «la extrema izquierda existe, contrariamente a lo que pensaban algunos», nos ilustra otro-, al que se cuelga el baldón de la «violencia», fruto de la «insatisfacción» ante «problemas estructurales profundos», circunloquio cuya definición no encontrará en el texto por mucho que busque.

El artículo repasa varios episodios de movilización juvenil y estudiantil para conectarlos y dar la señal de alarma: cuidado, que vienen, parece decir. Me recuerda a la película Munich de Spielberg: en un piso franco de Atenas coinciden los agentes sionistas con varios grupos armados cuyos militantes se van presentando en la escena identificando su organización; en la novela original, Venganza, George Jonas no menciona estos grupos, que se introdujeron en el guión para conectar una supuesta «red terrorista» y darle marchamo internacional a su liquidación secreta, pero lo curioso es que en la traducción española del filme el doblaje puso en boca de uno que hablaba en nombre de ETA, emulando los orígenes de ese invento castizo de doblar películas que, llegado el caso, no digan aquello que no conviene al régimen, o afirmen oportunamente aquello que viene bien a la moral pública de nuestros custodios autoritarios.

Conectando terroristas, alguien acabó pensando por nosotros y, de tapadillo y sin decir nada, nos ahorró pensar metiéndonos directamente por los ojos, y por la cara, a un etarra perdido en Grecia que, diz, ya se paseaba por Atenas en abril de 1973 -no tenían suficiente con Carrero Blanco, así que se fueron a la otra punta del Mediterráneo a codearse en una especie de Internacional terrorista. Esto no estaba en la novela de George Jonas, ni en la versión original de Spielberg. Es de cosecha española, lavado de cara de algunos con lavado de mentes de otros. El mundo al revés. Hoy sabemos que la auténtica internacional terrorista era la compuesta por los servicios secretos policiales y militares de los estados para sofocar la resistencia armada, infiltrada y suplantada tantas veces.

Y a esto vuelve precisamente ahora El País al conectar una más que supuesta red de revueltas juveniles y estudiantiles para advertir del riesgo que supone para la sacrosanta «seguridad nacional» de los estados europeos, como para que la OTAN tome nota. Es el tipo de discurso, este de El País, que llena los informes de la CIA, la NSA y otros engendros imitadores de la constelación de inteligencia. Se inventan una «amenaza» y le ponen «remedio». Y la prensa oficial hila fino la coartada en el plano de la opinión pública, preparándola para que admita la represión y no se sume a la resistencia, identificada y aislada como adversario.

Pero lo más curioso del artículo que comentamos es que esa red, destaca, se conecta en red a través de Internet, y para eso El País también tiene un dedo acusador. Vean:

«Uno de los más activos ha sido Independent Media Center (Indymedia), una red internacional de colaboradores que informan sobre asuntos políticos y sociales, desde un enfoque próximo a los movimientos antiglobalizadores y opuesto al neoliberalismo. Sus integrantes recelan de la cobertura de los medios tradicionales (Indymedia Barcelona declinó responder a EL PAÍS). La delegación ateniense ha participado en la coordinación de las protestas en la capital griega.

En España, existen decenas de webs similares, como Nodo50.org, Rebelión.org, Alasbarricadas.org y Kaosenlared.net.»

Ya tenemos la conspiración judeo-masónica actualizada a los tiempos de la web. Parece que en El País hay ganas de criminalizar. Para ello, nos llevan a una referencia al mayo del 68 que no es más que la cobertura de una interpretación absolutamente parcial y tergiversadora, que poco tiene que ver con noticias y mucho, más bien, con la justificación del seguimiento para prevenir un posible «contagio» y poner a la juventud y las universidades en «cuarentena» policial y mediática: «Todo está siendo observado con atención», advierte un estudioso entrevistado. Los doctos profesores parecen comisarios. Y es que realmente lo son: tal como aparecen reflejados en El País, sus estudios sociológicos o antropológicos sobre movimientos sociales no parecen tener otro fin que ayudar al estado a reprimirlos mejor. Y esto, como dije al principio, en el diario por excelencia de los progres herederos del 68 español, en cuyos oídos parece que todavía se oyeran los acordes de Al vent, de Raimon, en la Facultad de Económicas de la Complutense. Qué paradoja.

Más allá, es una llamada de atención a todos los rebeldes con o sin causa para que, si no tienen una red de resistencia montada, vayan pensando en crearla, porque la vamos a necesitar.

«La chispa griega o un nuevo Mayo del 68» puede leerse en: