«Nosotros hacemos», dice el slogan de campaña del kircherismo para las elecciones parlamentarias del próximo 28 de junio. La propuesta es entonces dejar de lado las palabras y los discursos, para tomar uno de los pensamientos del líder del peronismo que con acierto afirmaba que «la única verdad es la realidad». Durante la 98º Conferencia […]
«Nosotros hacemos», dice el slogan de campaña del kircherismo para las elecciones parlamentarias del próximo 28 de junio. La propuesta es entonces dejar de lado las palabras y los discursos, para tomar uno de los pensamientos del líder del peronismo que con acierto afirmaba que «la única verdad es la realidad».
Durante la 98º Conferencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que se realizó esta semana en la ciudad de Ginebra, la presidenta Cristina Fernández propuso la incorporación de esta agencia de la ONU, integrada por gobiernos, trabajadores y empresarios, al G20. Con el argumento de que los trabajadores «son los que nos van a ayudar a salir de la crisis», la idea apuntaría a reunir al capital y al trabajo en un espacio internacional de conciliación de clases.
La mandataria sostuvo además que «es necesario que el capital y el trabajo vuelvan a ser los ejes centrales» de una política anticrisis y defendió la utilización de los fondos previsionales para sostener el nivel de actividad y el empleo ante una situación de crisis como la actual (1). En Argentina los datos no corroboran los dichos presidenciales en la OIT en cuanto a la importancia que tienen los trabajadores como actores esenciales para salir de la crisis.
De 2005 a 2008 los recursos públicos y subsidios destinados a financiar al capital privado se multiplicaron por 10. Pasaron de 3.350 a casi 31.000 millones de pesos. En este sentido, según datos de la Secretaría de Industria, de los 125 proyectos de inversión desarrollados por 93 empresas privadas, 15 (en cabeza de firmas que son parte de la cúpula económica) obtuvieron el 83 % de los recursos fiscales promocionales. Una sola firma (Aluar) se lleva el 53%, que equivale a casi un millón de pesos.
El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, afirmó que el Gobierno nacional «tiene como meta el pleno empleo» y agregó que «sin energía no hay producción y sin producción no hay pleno empleo». Sin embargo, la Auditoría General de la Nación detectó irregularidades en la administración del Fondo Fiduciario para el Transporte Eléctrico Federal, que depende de este ministerio. No sólo descubrió demoras en el cumplimiento de las obras sino que planteó anomalías en el control financiero y dio como elemento el caso de una partida de 76 millones de dólares que se depositaron en las islas Caimán «sin consultar previamente -y como lo dispone la ley- con la Tesorería General de la Nación». (Crítica Digital 12/6/09)
«Concebir el modelo económico de acumulación que concibe al hombre como centro de la sociedad, de la economía y la política es concebir que solamente el trabajo es el gran generador de la riqueza», aseguró la presidenta en otro tramo de su discurso en la OIT.
Pero tomemos algunos datos provenientes de los propios organismos gubernamentales.
Según confirmó el ente nacional que recauda los impuestos y los recursos de la seguridad social (la AFIP), en el primer trimestre de este año se perdieron 367 mil empleos registrados a pesar del plan «Don Carlos, el patrón bueno» (2) para incentivar el blanqueo de personal, vigente desde el pasado mes de marzo. Digamos además que el número de empleos en blanco fue también inferior al del tercer mes de 2008.
Contradiciendo estas cifras, el organismo estatal de estadísticas y censos (INDEC) mostró con sus números que el desempleo durante el primer trimestre de este año fue del 8,4 por ciento (1,37 millones de desocupados), valor similar al de hace un año atrás.
Pero el subempleo (personas que trabajan salteado o pocas horas por día) creció, pasando del 8,2% al 9,1%.
Además la informalidad laboral (trabajo «en negro», sin protección ante los despidos y sin beneficios sociales de ninguna índole) llegó en primer trimestre del año en 36,4 por ciento, (con una baja del 0,9 por ciento en comparación con igual período del año pasado). Sin embargo, este índice promedia situaciones que oscilan entre la desocupación en las provincias patagónicas (22,1%) hasta las del Noroeste (45,3%) existiendo además ciudades como Palpalá (Jujuy), que llega al 51,5 por ciento.
Por su parte, la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) denunció esta semana que hay 100 mil puestos de trabajo que se perdieron y que «no aparecen como despidos porque eran contratados», y que además hay puestos de trabajo que se están manteniendo por subsidios del Estado a las empresas multinacionales.
Un informe realizado por el diputado nacional Claudio Lozano establece que en 2008 la participación de los trabajadores en el Producto Bruto Interno (PBI) se mantuvo estancada al alcanzar el 22 por ciento, sin poder recuperar siquiera los niveles del año 2001 (25,4 por ciento).
Mientras que en 2007 unas 500 personas conseguían empleo por día, en 2008 sólo 19 pudieron obtenerlo. La masa de ingresos de los sectores populares -que incluye trabajadores urbanos y rurales así como los jubilados y los planes sociales- representó el 28,6% del ingreso total generado en 2008, cuando en el 2001 representaba el 32,5%.
Que «lo más importante es mantener los puestos de trabajo» y que Argentina es uno de los países en que no hubo una caída del empleo, fueron dos de las afirmaciones de Cristina Fernández en la OIT.
El Contador Público Jaime Gerszenzon, en un artículo de la revista mensual del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires, afirma: «Nuestro país ostenta uno de los más altos índices de desocupación en el mundo y, juntamente con el porcentaje de subocupados, llegan a cuatro millones los trabajadores con problemas laborales».
Julio Gambina, economista integrante de la Fundación de Investigaciones Sociales y políticas (Fisyp) dice: «Es un tema para la preocupación, pues tras cinco años de crecimiento importante de la economía con escasa capacidad para distribuir progresivamente el mismo en el conjunto de la población, la desaceleración en curso con perspectiva de recesión se descarga nuevamente sobre los de abajo. Es lo que indican los datos del INDEC, más allá de la credibilidad en sus mediciones. La sensación puede ser mayor, pero aún «dibujadas» las estadísticas, ellas dan cuenta de un fenómeno reiterado: la crisis la pagan los trabajadores».
Notas.
(1) (ver nota «La generosidad de los que menos tienen» http://www.redeco.com.ar/nv/index.php?option=com_content&task=view&id=1735&Itemid=44 )
(2) (ver video en http://www.afip.gov.ar/institucional/publicidadPrensa/multimedia/default.aspx?f=EmpleoEnBlanco&w=352&h=240&id=3)