Abrimos los ojos y vemos monte. Luego cerramos los ojos y cuando volvemos a abrirlos aparece un alambrado. Entonces cerramos los ojos. Otra vez los abrimos y vemos una máquina que se lleva para siempre algo de ese monte. Decidimos cerrar los ojos. Pero pensamos que por la vida no podemos andar con los ojos […]
Abrimos los ojos y vemos monte. Luego cerramos los ojos y cuando volvemos a abrirlos aparece un alambrado. Entonces cerramos los ojos. Otra vez los abrimos y vemos una máquina que se lleva para siempre algo de ese monte. Decidimos cerrar los ojos. Pero pensamos que por la vida no podemos andar con los ojos cerrados. Abrimos nuevamente los ojos ya más cansados y vemos que hay menos frutos del monte y menos animales y menos agua. Entonces alzamos la voz porque sabemos que es tiempo de defender nuestro territorio.
Saturnino Miranda, dirigente de la comunidad Laq´tasantaye, de la etnia pilagá, se acerca para alzar la voz. Para proteger con palabras y acción al monte pilagá, al pueblo pilagá. Se acerca y responde. Se acerca con su voz sabiendo que es, también, la voz de su comunidad y la de un pueblo que busca los caminos para mantener sus derechos en alto.
¿Cuál es la situación de las comunidades pilagá con su territorio?
Hoy todo está alambrado y sentimos con mucho dolor el desmonte que hacen los extraños. Hoy si no tenemos un papel que diga de dónde somos no existimos. El síntoma actual del genocidio hacia el indígena es el papel. Sin ese papel me siento menos que un animal. La ley dice que somos preexistentes, pero si voy al lugar donde nací sin los papeles, sin las autorizaciones, terminan diciéndome que yo no nací ahí. Como persona necesitó ese papel para identificarme, para demostrar que tengo derecho a estar en ese lugar. Hoy el hombre blanco se justifica con los papeles. Con los papeles él dice de quién es el territorio.
¿Qué se siente ser desplazado por la falta de ese papel?
En mi caso personal veo un mapa que dice reserva militar. Ese mapa es otro papel que dice que esa tierra no nos pertenece. Pero ese es el lugar donde yo nací. Yo termino sintiendo mucho dolor y bronca con la constitución nacional porque en ella nos reconocen como preexistentes pero en la realidad eso no pasa. Yo no puedo vivir en mi lugar. Voy a ese lugar y siento que me robaron un pedazo de tierra. Siento que perdí algo. Nosotros no figuramos en ningún lado. En mi documento nacional de identidad dice que nací en un lugar que no existe.
¿En las comunidades actualmente se discute la recuperación de territorio?
La gente se ve obligada a recuperar su territorio. Si los dirigentes no avanzan en la búsqueda de territorio, vamos a encontrarnos en momentos de mucho conflicto. La preocupación es que vamos a tener muchos conflictos internos si los dirigentes no toman la acción para la recuperación de territorio. Y hoy los dirigentes están bien apoyados por su pueblo. Y las organizaciones pueden llevar adelante esa lucha pero es necesario que sea la familia la que esté convencida de esa lucha. Esto pasa porque el monte se está acabando y quizás dentro de cincuenta años ya no va a haber más monte en nuestro territorio ancestral.
No es posible que hoy haya cinco familias que no viven acá que tienen 10.000 hectáreas y nuestra comunidad tiene cuarenta familias que sólo tienen 5. 000 hectáreas. Esa gente que viene y compra los campos desmonta todo a su paso y tiene agua dulce para sus animales. Nosotros cuidamos el monte porque es de la naturaleza y no tenemos agua para consumo humano.
¿Y el diálogo con los gobiernos permite pensar esa recuperación de territorio?
Los gobiernos no van a actuar para defender la preexistencia. Ellos hablan del progreso y la producción. Entonces somos nosotros los que tenemos que imponer esa palabra. Somos preexistentes pero cómo. Tenemos que actuar para demostrar que lo somos. Tenemos que saltar el alambrado. El alambrado real, el alambrado de la provincia y el alambrado de los papeles.
Los políticos hablan y los líderes actúan. Nosotros como líderes de nuestras comunidades tenemos que caminar para defender nuestro pueblo.
¿Qué pensás cuando le ponen precio a la tierra que les pertenece ancestralmente?
Los asesinatos, el genocidio y el territorio no tienen precio. Los indígenas antes de que llegue el hombre blanco vivían más de cien años ¿Y ahora? ¿Cuánta es nuestra esperanza de vida? ¿Cómo se devuelve eso? El hombre blanco a todo le pone precio, pero hay cosas que no tienen precio.
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