La Cámara de Diputados de la Argentina dio media sanción a la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo. En el siguiente artículo analizamos cómo han influido los nuevos medios en la construcción de la moral contemporánea. Los medios masivos han sido tradicionalmente tanto forjadores como expositores del status quo. Su propia sustancia atrapatodo […]
La Cámara de Diputados de la Argentina dio media sanción a la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo. En el siguiente artículo analizamos cómo han influido los nuevos medios en la construcción de la moral contemporánea.
Los medios masivos han sido tradicionalmente tanto forjadores como expositores del status quo. Su propia sustancia atrapatodo los obliga a generar paraguas que identifiquen a grandes proporciones de audiencia, y para ello eligen un discurso que suponen el máximo de sentido común posible, y como sabemos, ese sentido común suele ser bastante conservador. En contrapartida, la emergencia de nuevas formas de comunicación y la proliferación de medios, genera que por la misma competencia deban incorporar temáticas y personajes impensados. Empujados por la búsqueda de primicias y de diferenciación en el mercado, las pantallas se van poblando cada día de personajes y programas que desafían la moral que en teoría prima en la mayor parte de la sociedad. El modo en el que incorporan estos nuevos contenidos puede ser altamente discutible, e incluso suscitar ensayos, papers y todo tipo de estudios, pero siguiendo la máxima churchilliana: «No importa si hablan bien o mal, lo importante es que hablen», por lo menos para este análisis.
La televisión alemana, después de cierto horario en la noche se convierte en un desfile de mujeres desnudas de todas las edades promocionando productos o presentando juegos de azar, los Naked News (noticieros con mujeres y hombres desnudos) pueden verse ya en casi todas las lenguas, y aquí en el sur los programas de televisión «bizarros juegan constantemente a buscar los límites de las sexualidades alternativas superando lo absurdo. Es que uno de los efectos más evidentes e irrefrenables de la globalización es el surgimiento de una nueva moral, que de la mano de las nuevas tecnologías de la información ha permitido que quien tenga una conexión nunca más pueda sentirse sólo en sus preferencias, sus elecciones y sus gustos. Las minorías, en este y otros aspectos, son ahora nuevas mayorías.
El cibersexo ha sido y es una de las principales herramientas de expansión del intercambio entre personas. Esto es así porque lo virtual permite explorar los placeres del cuerpo y de la mente prácticamente sin riesgos. Sin embargo, lo real y lo virtual no tienen una frontera claramente identificable y los cruces entre un mundo y otro aparecen frecuentemente. El masturbador virtual japonés que se sincroniza con pornografía online para brindar una «sensación casi real» sería un grotesco ejemplo, pero no es necesaria la parafernalia tecnológica para percibir que los territorios de aceptación moral empiezan a ampliarse, y esto se debe en buena medida al auge de lo que García Canclini llama «proceso de reconocimiento». Señala que las sociedades del conocimiento, son también del «reconocimiento» ya que fomentan el intercambio de experiencias e ideas entre personas. Esto daría como resultante nuevas formas de empatía y comprensión mutua. Podríamos agregarle a esta idea, que no es necesario tener un acceso directo a los medios tecnológicos para formar parte de una sociedad de reconocimiento. Como bien marca una publicidad argentina en la que un señor entrado en años le dice a su nieto «en Internet son todos pervertidos», vemos que téngase o no una conexión a la red, la sola posibilidad de acceder a un universo de «perversiones» y estar rodeado de estímulos novedosos, va cambiando el paradigma moral. En este sentido, los medios masivos tradicionales pueden encontrase en la retaguardia por distintos motivos que van desde lo legal, hasta su propia concepción de público. Pero por ello son interesantes espacios para medir lo que resulta o no aceptable, por lo menos mientras que sigan siendo la principal fuente de información.
La mirada positiva (o en todo caso no condenatoria) que se tuvo de la media sanción del matrimonio entre personas del mismo sexo en la Argentina, es un buen ejemplo de esta transformación en los grados de tolerancia desde el punto de vista de moral. Tal vez lo más evidente es que los puritanos y los guardianes de la moral católica ya no pueden sentirse horrorizados al ver a dos hombres besándose en pantalla, hombres buscando convivir libremente en igualdad de condiciones, cuando es la propia televisión la que a las cinco de la tarde da espacio para que una mujer describa con lujo de detalles las características morfológicas del feto que expulsó dentro del inodoro durante un aborto espontáneo. Del mismo modo, aquellos que han puesto el cuerpo durante décadas para reivindicar su identidad sexual y buscar la igualdad, también pueden sentirse con todo el derecho a ser los primeros en obtener un reconocimiento frente a la nueva moral que parece surgir. Quedará en lo sucesivo, buscar nuevos límites para correr, nuevos terrenos que explorar y reivindicar.
Blog del autor: http://calcagnocomolasagna.blogspot.com/2010/05/matrimonios-y-algo-mas.html
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